La derrota de ETA
La terca resistencia del Partido Popular a conceder el apoyo que el Gobierno le solicitaba para la pol¨ªtica antiterrorista pareci¨® reblandecerse en el ¨²ltimo debate del estado de la naci¨®n. Sin acertar con la moderaci¨®n del lenguaje que cab¨ªa esperar, Mariano Rajoy ofreci¨® al presidente Rodr¨ªguez Zapatero apoyar la lucha del Gobierno contra el terror a condici¨®n de que su objetivo fuese la derrota de los terroristas. La oferta conten¨ªa manifiestamente los ingredientes propios de un ardid, pues no cabe imaginar unos gestores y agentes de la lucha contra el terror -Gobiernos y fuerzas de seguridad- que se propongan un objetivo distinto que la derrota de los terroristas. Junto a esto, la oferta de Rajoy invitaba impl¨ªcitamente a recapitular lo que ya se ha conseguido y lo que falta por conseguir en la realizaci¨®n del objetivo de la derrota de ETA, recapitulaci¨®n en la que, sin duda alguna, el acontecimiento m¨¢s significativo es el cambio espectacular que ha experimentado la situaci¨®n pol¨ªtica y social de ETA en el Pa¨ªs Vasco desde las elecciones de 2004.
El Pa¨ªs Vasco es el espacio pol¨ªtico y social donde naci¨® ETA, y del que sac¨® su fortaleza, y ¨¦se es el espacio en el que hoy est¨¢ presente una clara decisi¨®n de consumar su derrota. Los pol¨ªticos y analistas que siguen enfrascados en debatir el sexo del fenecido proceso de paz est¨¢n volviendo la espalda a un acontecimiento decisivo para que pueda considerarse que ha quedado abierto un proceso muy distinto: el de la liquidaci¨®n final de la organizaci¨®n terrorista, que ser¨ªa deseable que pudiera concluir con los menores estropicios posibles para unos y para otros, un objetivo que exige la m¨¢xima cooperaci¨®n de todos.
La profunda diferencia entre la estrategia pol¨ªtica del PNV y la actitud del Gobierno vasco respecto de la violencia en 1998 y las que predominan desde 2005 es el factor que ha determinado el cambio radical en la situaci¨®n de ETA en el Pa¨ªs Vasco, cosa nada sorprendente dado el peso espec¨ªfico que el PNV tiene en su marco pol¨ªtico e institucional.
Con Aznar al frente del Gobierno, la estrategia de "la acumulaci¨®n de fuerzas" nacionalistas para la confrontaci¨®n pol¨ªtica con el Estado propugnada por ETA alcanz¨® su momento culminante en septiembre de 1998. El PNV de Arzalluz se sum¨® entonces a esta estrategia encabezando la firma del Pacto de Lizarra, junto con otros seis partidos o coaliciones, siete sindicatos y nueve organismos diversos. El pacto contemplaba un proceso de negociaci¨®n en "condiciones de ausencia permanente de todas las expresiones de violencia del conflicto", definiendo sin ambages una equiparaci¨®n de las violencias leg¨ªtimas e ileg¨ªtimas que el Gobierno de Aznar no consider¨® como un obst¨¢culo que le impidiera explorar las posibilidades de la negociaci¨®n con ETA durante el alto el fuego unilateral que esta organizaci¨®n declar¨® cuatro d¨ªas despu¨¦s de la firma del pacto.
En octubre de 2005, el documento sobre pacificaci¨®n y normalizaci¨®n pol¨ªtica, aprobado un¨¢nimemente por el EBB y refrendado por la Asamblea del PNV, defini¨® una nueva estrategia -la del acuerdo entre todas las fuerzas pol¨ªticas vascas, nacionalistas y no nacionalistas, sin exclusiones- que situ¨® al partido en los ant¨ªpodas de la estrategia de acumulaci¨®n de fuerzas que condujo al pacto de Lizarra. La nueva estrategia, coherente con los compromisos pol¨ªticos del acuerdo de Gobierno de coalici¨®n suscrito en junio de ese mismo a?o por PNV, EA y EB, ha sido glosada por el presidente del EBB, Josu Jon Imaz, en un importante art¨ªculo reproducido por EL PA?S (16-07-2007). En este art¨ªculo, Imaz destaca que la nueva estrategia hace posible una reforma pol¨ªtica respaldada en el Pa¨ªs Vasco por mayor¨ªas superiores a las que obtuvo el Estatuto de Gernika y hace posible llegar a un acuerdo con el Estado para que los partidos implicados en el pacto lo acepten ¨ªntegramente en la tramitaci¨®n en Cortes Generales, despu¨¦s de la cual seguir¨ªa el refer¨¦ndum de ratificaci¨®n por la ciudadan¨ªa vasca. Para Imaz, la vigente l¨ªnea pol¨ªtica del PNV, que engarza con su mejor tradici¨®n pactista, se resume en "no imponer-no impedir", una formulaci¨®n que supone limitaciones a unos y a otros de los part¨ªcipes en el consenso "que evidentemente s¨®lo podr¨¢ ser llevado a cabo entre aquellos que tenemos un firme compromiso en la defensa de la
vida humana y rechazamos la violencia como forma de alcanzar fines pol¨ªticos".
Yerran, a mi entender, quienes creen descubrir una contradicci¨®n flagrante entre el presidente del EBB y el lehendakari Ibarretxe acerca de las condiciones que tienen que darse para la convocatoria de una consulta a la ciudadan¨ªa vasca. Dos d¨ªas despu¨¦s de publicado el art¨ªculo de Imaz, El Diario Vasco (17-07-2007) informaba de que fuentes de la presidencia del Gobierno vasco destacaron la coherencia entre la opini¨®n expresada por Imaz y los compromisos pol¨ªticos que forman parte del acuerdo de gobierno tripartito de junio de 2005, ya que ambos comparten la exigencia de dos requisitos, que hoy no se dan, para la celebraci¨®n de una consulta popular: la existencia de un acuerdo pol¨ªtico previo entre todas las fuerzas pol¨ªticas vascas sin exclusiones y un escenario de ausencia de violencia. Para confirmar esta informaci¨®n basta remitirse al texto de la declaraci¨®n institucional del Consejo Pol¨ªtico del Gobierno vasco del pasado 7 de junio, que sigui¨® al comunicado de ETA anunciando formalmente el fin de la tregua y a intervenciones p¨²blicas del lehendakari que apuestan por el di¨¢logo pol¨ªtico sin exclusiones, proclaman el final del ciclo de la violencia de ETA y exigen a ¨¦sta su disoluci¨®n para no entorpecer las iniciativas pol¨ªticas del Gobierno vasco.
Cosa distinta es que, con motivo de la apertura del proceso de elaboraci¨®n de la nueva ponencia pol¨ªtica que la Asamblea del PNV tiene que aprobar a principios de diciembre, el sector soberanista del partido coquetee con la idea de regresar a la estrategia de la acumulaci¨®n de fuerzas nacionalistas proponiendo la convocatoria de una consulta popular como mecanismo de confrontaci¨®n pol¨ªtica con el Estado. La idea ha obtenido el apoyo de los dos socios del PNV en el Gobierno vasco y unas recientes declaraciones de Ibarretxe lo suficientemente ambiguas para dar a entender que la cuesti¨®n est¨¢ abierta. Sin embargo, el lehendakari sabe que, subsistiendo la violencia de ETA, la convocatoria de la consulta violar¨ªa los compromisos del Gobierno tripartito de junio de 2005 y la l¨ªnea pol¨ªtica aprobada por el PNV en octubre del mismo a?o, aparte de quebrantar su promesa personal de devolver al un¨ªsono "la paz y la palabra" al pueblo vasco, sin que adem¨¢s una consulta realizada en esas condiciones disminuya ni un ¨¢pice el d¨¦ficit democr¨¢tico que, contenidos aparte, descalific¨® la elaboraci¨®n y aprobaci¨®n de su plan de reforma pol¨ªtica.
La inc¨®gnita es si la nueva ponencia pol¨ªtica que la Asamblea del PNV aprobar¨¢ en diciembre se inclinar¨¢ por el regreso a la estrategia de acumulaci¨®n de fuerzas y confrontaci¨®n pol¨ªtica de 1998, lo que abrir¨ªa el camino a la revisi¨®n de los compromisos pol¨ªticos del Gobierno vasco. La probabilidad de que ello suceda parece menor, porque las estrategias de confrontaci¨®n promovidas por ETA han perdido su encanto en el Pa¨ªs Vasco. Como puede leerse en el acuerdo de gobierno de junio de 2005, "en la actualidad, la inmensa mayor¨ªa de la sociedad vasca rechaza la violencia y el terrorismo como instrumentos de acci¨®n pol¨ªtica", una inmensa mayor¨ªa que, seg¨²n las encuestas, incluye amplios segmentos de la izquierda abertzale.
La modificaci¨®n espectacular de la situaci¨®n pol¨ªtica y social de ETA en el Pa¨ªs Vasco, producida entre 1998 y 2005, certifica la derrota de ETA sin que su final ineluctable pueda modificarse por el regreso a las estrategias de acumulaci¨®n de m¨¢s muertos sobre la mesa y de m¨¢s presos en las c¨¢rceles ya rebosantes de estas otras v¨ªctimas de la locura etarra.
En la nueva etapa es m¨¢s necesario que nunca persistir en la pol¨ªtica del presidente Rodr¨ªguez Zapatero, que ha sabido combinar con inteligencia y con eficacia la lucha policial la acci¨®n de la justicia y la cooperaci¨®n internacional con la flexibilidad necesaria para respetar las iniciativas pol¨ªticas del nacionalismo vasco, sin perjuicio de utilizar con rigor los mecanismos constitucionales cuando proceda desactivarlas, como sucedi¨® con la tramitaci¨®n en el Congreso del plan Ibarretxe llevada adelante contra todos los anatemas proclamados por el PP.
Josep Llu¨ªs Sureda fue asesor del presidente Tarradellas en la negociaci¨®n del restablecimiento preconstitucional de la Generalitat de Catalu?a (junio-septiembre de 1977).
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