Apuntes de curso
Hermann Tertsch, tan aficionado a aportarnos ense?anzas de valerosos opositores al totalitarismo, nos ilustraba en un reciente art¨ªculo con una cita del Manifiesto democr¨¢tico del exiliado checoslovaco Ferdinand Peroutka. Es curiosa esta obsesi¨®n de Tertsch, compartida por otros columnistas de la derecha, por recurrir a la experiencia de los resistentes al totalitarismo sovi¨¦tico para a continuaci¨®n aplicar sus ense?anzas a la actual situaci¨®n espa?ola. Nunca est¨¢ de m¨¢s advertir sobre los peligros del totalitarismo, pero nos equivocaremos si consideramos que las actitudes prof¨¦ticas contra el mal siempre son beneficiosas; si admitimos, con la mansedumbre del fiel pecador, que si est¨¢n en lo cierto nos salvar¨¢n de un gran peligro y que si no lo est¨¢n pues que no pasa nada. En este sentido, los profetas del mal siempre juegan con ventaja, pero lo cierto es que sus equivocaciones distan de ser inocuas.
Aunque podamos estar de acuerdo con la advertencia de Santayana de que quienes son incapaces de recordar el pasado est¨¢n condenados a repetirlo, este estado de alerta del recuerdo no nos puede llevar a utilizarlo como un instrumento mim¨¦tico que consiga justamente el efecto contrario, esto es, que obligue al pasado a repetirse, aunque sea como parodia, Recordar el pasado con ese fin significa recordarlo como presente, lo que requiere un diagn¨®stico certero de la situaci¨®n actual y no su invenci¨®n estramb¨®tica. Lo que no se debe es recurrir al pasado para recubrir con ¨¦l un presente que quede moldeado a su imagen por pura conveniencia. Es lo que creo que hacen Tertsch et alii con ese recurrente bombardeo de mensajes de advertencia, cuyo ¨²nico fin es crear la imagen de un Zapatero totalitario. Ah¨ª el pasado no advierte, ah¨ª el pasado inventa, o se convierte al menos en el ¨²nico argumento, mientras no nos den otro, de un presente irreconocible. ?Son tan inocentes los profetas del mal, o es el mal el que habla en sus bocas?
Nos dice Tertsch en ese mismo art¨ªculo que "la profanaci¨®n de la sem¨¢ntica no es una habilidad sino una caracter¨ªstica del presidente". Si al presidente no se le puede atribuir ninguna habilidad -tampoco esa-, no podemos decir lo mismo del propio Tertsch, que disfruta de esa habilidad a raudales. Muy a su pesar, por cierto, ya que pretende hacer suyas las palabras de Ferdinand Peroutka, con las que, naturalmente, estoy de acuerdo: "La lucha de la democracia por devolver a las palabras su significado decente, de darles de nuevo su clara definici¨®n a los t¨¦rminos, es m¨¢s que una lucha pol¨ªtica". Es, sin duda, lo que ¨¦l, Hermann Tertsch, pretende hacer con la inenarrable deriva sem¨¢ntica a que somete la intenci¨®n declarada en este peri¨®dico por Zapatero de lograr la "modernizaci¨®n definitiva" de Espa?a. Eso significa irreversible, eso significa experimentaci¨®n social, eso significa, ve¨¢moslo: "De ganar las elecciones Zapatero con su apuesta por la 'modernizaci¨®n definitiva', habr¨¢ ese "segundo t¨¦rmino" (Mayor Oreja dixit) en el que retornar¨¢, sin mayores trabas, la coordinaci¨®n de intereses con ETA y todos los nacionalismos y grupos antisistema. Nadie puede estar seguro de que volvamos a tener unas elecciones en condiciones democr¨¢ticas y alternancia posible". ?Son palabras de Isa¨ªas o es un delirium tremens?
Pero cambiemos de or¨¢culo y vayamos con otra malabarista de la sem¨¢ntica. Dec¨ªa Zapatero en esa entrevista del pasado domingo que tanto desd¨¦n ha suscitado que, "si no hubiese intentado el proceso de paz, ser¨ªa un presidente sin alma, sin entra?as". Y he aqu¨ª que Rosa D¨ªez lo llama en su blog "el repartidor de almas", ya que, seg¨²n ella, de las palabras de Zapatero se puede deducir que "los que no estaban de acuerdo con lo que ¨¦l hizo es que no tienen alma". Y se equivoca do?a Rosa. Porque as¨ª ser¨ªa, en efecto, si todos los que no estaban de acuerdo con lo que ¨¦l hizo fueran tambi¨¦n presidentes, lo que no es el caso. Ser¨ªa un presidente sin alma, nos dice Zapatero, y es que sobre ¨¦l reca¨ªa la responsabilidad de asumir una decisi¨®n que evitara una posible sangr¨ªa, no sobre Rosa D¨ªez. Es la diferencia que media entre tener una responsabilidad y no tener ninguna. Desde la irresponsabilidad absoluta se puede soltar toda una ristra de jaculatorias al tridentino modo sobre el repartidor de almas. Se puede tambi¨¦n jugar a profeta o profetisa, con la seguridad de que nada se pierde en ello. ?Se puede tambi¨¦n fundar un partido pol¨ªtico, aunque sea inconsistente, sin cambiar de actitud?
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