Gigante de la l¨ªrica
La muerte de Luciano Pavarotti me ha llenado de profunda tristeza. Nos vimos el pasado 31 de julio en la casa que ten¨ªa en Pesaro, fue la ¨²ltima vez que se levant¨® para cenar con sus invitados. Pese al malestar de la enfermedad, hizo todo lo posible por ser conversador y amable, aunque casi no comi¨®. Le preguntamos a Edwin qu¨¦ regalo le pod¨ªamos llevar, y nos contesto: "Una cremolada de lim¨®n y fresa. Le encantan". Pocos d¨ªas despu¨¦s, Pavarotti regres¨® a M¨®dena para ser hospitalizado. Lo llam¨¦ y me dijo que fuera a visitarlo con mi esposa, que le hac¨ªa mucha ilusi¨®n; le dije que lo har¨ªa, pero desgraciadamente nos dej¨® antes de lo que pensaba.
Luciano Pavarotti fue desde siempre mi ¨ªdolo y cuando en EL PA?S me se?al¨® pr¨¢cticamente como su sucesor, recib¨ª la noticia con sorpresa, alegr¨ªa y orgullo; pero tambi¨¦n como una gran responsabilidad, que hoy es mayor.
Cuando me se?al¨® como su sucesor, recib¨ª la noticia con alegr¨ªa y orgullo; pero tambi¨¦n como una gran responsabilidad, que hoy es mayor
Lo conoc¨ª en el verano de 2002 en Pesaro. Fue para m¨ª un d¨ªa inolvidable. Mientras convers¨¢bamos, mi agente, Ernesto Palacio, me susurraba: "?Por qu¨¦ no le cantas algo?". El maestro se dio cuenta y dijo: "?Quieres cantar algo?". Sin calentar la voz, le cant¨¦ el aria de los nueve dos de la Hija del Regimiento. Qued¨® muy complacido.Una vez me llam¨® para decirme que me hab¨ªa elegido para cantar en un homenaje que le iban a hacer en Nueva York. Me dijo: "Les he dicho que s¨®lo quiero que me cante Juan Diego Fl¨®rez". Esto me hinch¨® el pecho y cant¨¦ para ¨¦l en esta celebraci¨®n que se realiz¨® en Nueva York en 2004.
La voz m¨¢s bella del siglo XX nos deja. Un artista entra?able se ha ido, si bien quedar¨¢ para siempre como un gigante de la l¨ªrica, y para quienes lo hemos conocido y apreciado su espontaneidad, franqueza, amabilidad y generosidad, su ausencia ser¨¢ dif¨ªcil de colmar.
Babelia
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