Ganador obligado
Freire quer¨ªa que triunfase una escapada para no disputar un 'sprint' que volvi¨® a dominar
El jefe ten¨ªa ayer el d¨ªa raro. Uno de esos d¨ªas anodinos, en los que toda la responsabilidad cae sobre sus espaldas y el triunfo se convierte en rutina y el fracaso en noticia. La alcaldesa de Santo?a se acerc¨®, casi como un periodista m¨¢s a la zona de aparcamiento de los autobuses de los equipos, con un regalo debajo del brazo.
-?Freire ha bajado ya?, pregunt¨® la regidora.
-No, a¨²n no. Ya hemos avisado a un responsable del equipo.
La alcaldesa portaba una placa conmemorativa del triunfo de etapa. "Era para el ganador, fuera quien fuera", dec¨ªa, mientras esperaba a pie de autob¨²s la bajada del jefe. Tras cinco minutos o as¨ª de fotos, Freire baj¨®. Recogi¨® la placa y volvi¨® al autob¨²s "porque a¨²n no he hecho nada". Freire sab¨ªa que ten¨ªa que ganar. M¨¢s que intentarlo, conseguirlo. Hab¨ªa prometido al menos otra etapa m¨¢s antes de regresar a sus cuarteles de verano, a la espera del Mundial de Stuttgart.
"La gente te exige sin saber lo que te juegas en cada llegada", dice el velocista c¨¢ntabro
La etapa llana, llana, bajo un cielo andaluz, entre los verdes montes de Cantabria, primero, y los vi?edos de La Rioja, invitaba al sprint masivo. A Freire, porque las jefaturas hay que defenderlas; a Bennati y Bettini, porque son los vicepresidentes de la compa?¨ªa de velocistas de la Vuelta; a Boonen y Petacchi, porque han perdido los galones.
Pero Freire ten¨ªa otras sensaciones. "Lo del sprint es mucha responsabilidad, tiene mucho riesgo y la gente te exige, sin saber que es mucho lo que te juegas en cada llegada", dec¨ªa el de Torrelavega en la l¨ªnea de meta. Pero el equipo se lo pidi¨®, y la afici¨®n le esperaba ansiosa. "Yo en realidad quer¨ªa que llegase a buen puerto la escapada porque, cuanto menos te juegues, mejor". La mente del jefe est¨¢ ya en Stuttgart, y la llegada de Logro?o permit¨ªa un sprint masivo y por lo tanto peligroso.
La escapada la hab¨ªa protagonizado L¨®pez Gil (Andaluc¨ªa Cajasur), Backstedt (Liquigas), Krivtsov (AG2R) y Aug¨¦ (Cofidis). Una aventura de bolero: fue hermoso mientras dur¨®. Y dur¨® hasta que faltaron ocho kil¨®metros para la meta. Ah¨ª Freire se dio cuenta de que hab¨ªa cambiar el chip, de que sus deseos no son ¨®rdenes y que, sin excusa que argumentar, estaba obligado a competir en la meta riojana. A su favor jugaba que la responsabilidad de la caza le correspondi¨® a los dem¨¢s. Quickstep, T-Mobile, Milram, los equipos de los que no han ganado, se empe?aron en abortar la fuga, en lanzar en el ¨²ltimo kil¨®metro a Boonen, Corp y Petacchi.
Lo que no sab¨ªan es que Freire se llev¨® un disgusto cuando absorbieron a los fugados. Tir¨® para adelante, dej¨® el despacho del pelot¨®n y se puso en la segunda fila de combate. "El final era propicio para Boonen o Petacchi, que el d¨ªa antes hab¨ªan descansado, y adem¨¢s hab¨ªa viento de espalda -de culo, dijo en realidad-, que favorec¨ªa sus opciones".
La hilera ocup¨® la calzada en los ¨²ltimos mil metros, como cuando se abren las puertas de un centro de comercial el primer d¨ªa de rebajas. Con Freire a la rueda de Petacchi. Como viene ocurriendo habitualmente, el australiano Davis fue el primero en atacar junt¨® a las vallas. Desde lejos, desde muy lejos. Eso oblig¨® a que la batalla se decidiera por el centro, un sitio inhabitual para Freire, que busca mejor los costados que las puntas de lanza del pelot¨®n.
En 150 metros tuvo tiempo de parar y mandar, de superar a Petacchi, que se rindi¨® entregado, y de meter media rueda a Koldo Fern¨¢ndez de Larrea, el velocista de Euskaltel, que hizo un meritorio segundo puesto.
La tarjeta de Freire est¨¢ a punto de llenarse. Quer¨ªa una victoria m¨¢s y la consigui¨® casi cuando no quer¨ªa. La etapa de hoy es un calco de la de ayer. Una nueva oportunidad para que una escapada le libere de la responsabilidad. De que siempre tenga que ganar.
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