'Kale borroka'
El cantante Joaqu¨ªn Sabina public¨® hace unos d¨ªas en este peri¨®dico un paneg¨ªrico del matador Jos¨¦ Tom¨¢s en el que dice as¨ª: "Estuve en la Monumental, del brazo de Serrat, soportando en trance la kale borroka antitaurina la tarde de su ruidosa reaparici¨®n". Como el cantante Sabina tiene (o quiz¨¢ tuvo) muchos seguidores de sus letras y comparte con el matador de Galapagar mucha cobertura medi¨¢tica (el paneg¨ªrico ocupaba una p¨¢gina completa, a la que hay que sumar las que ocupa el profuso seguimiento de las actividades de ¨¦se y otros matadores), conviene responder a su atrevimiento: su fama no puede justificar su, llam¨¦mosla, confusi¨®n ni ser carta blanca frente a los lectores. Sabina define la protesta antitaurina como kale borroka, lo que significa confundir con violencia el derecho constitucional de manifestaci¨®n y concentraci¨®n ciudadanas. Sorprendente. La kale borroka, tal como la entiende nuestro imaginario com¨²n, persigue la desestabilizaci¨®n del sistema a trav¨¦s de la agresi¨®n callejera y el enfrentamiento incontrolado: quema de mobiliario p¨²blico, rotura de escaparates, vuelco de autobuses, lanzamiento a las fuerzas policiales de objetos contundentes y artefactos explosivos, carreras, amenazas. En el Pa¨ªs Vasco se identifica con la antesala del terrorismo etarra.
La protesta antitaurina, por su parte, persigue el cambio del sistema que maltrata a los animales y se ejerce de forma pac¨ªfica, haciendo notar su presencia sin recurrir a la violencia: convocando a los afines, coreando los esl¨®ganes pertinentes, portando pancartas alusivas. Nada que no conozca o practique cualquiera que haya participado de una leg¨ªtima protesta ciudadana; muchos de los que conocen y apoyan a Sabina, sin ir m¨¢s lejos. Y nada, ni mucho menos, que ver con el c¨®ctel m¨®lotov que el propio Joaqu¨ªn Sabina lanz¨® en Granada contra una sucursal del Banco de Bilbao en 1970 y que le llev¨® a su rom¨¢ntico exilio en Londres. Sin embargo, yo jam¨¢s me atrever¨ªa a llamar kale borroka a su lucha antifranquista. Eran otros tiempos y ¨¦l, un cantante protesta.
En estos tiempos, mal que les pese a antiguos subversivos o a viejos revolucionarios, hay quienes creemos que debemos seguir luchando. Ya no contra el Proceso de Burgos, gracias a tantos que lo hicieron valientemente antes que nosotros, pero s¨ª, entre otras causas, contra lo que tambi¨¦n consideramos procesos: los que se abren y cursan contra los animales. Injustos, porque los procesados son inocentes, y extremadamente crueles, dado el sufrimiento que se les inflige. Si el dictador fue anta?o la ruindad que nos acompa?aba fuera de nuestras fronteras, hoy es la taurofilia lo que horroriza y provoca desprecio. Nuestra mayor verg¨¹enza. Acosar y torturar a un animal hasta la muerte no tiene justificaci¨®n moral ni puede confundirse con el arte. Dice Sabina que s¨®lo le queda una adicci¨®n: el matador Jos¨¦ Tom¨¢s. Habl¨® con propiedad. Porque, como bien sabemos, toda adicci¨®n genera, en mayor o menor medida, violencia hacia los dem¨¢s: la adicci¨®n alcoh¨®lica destruye familias y hace correr mucha sangre (cu¨¢nto crimen machista viene anegado en sol y sombra), la adicci¨®n cocain¨®mana levanta la mano y deja caer golpes sobre lo que encuentra cerca (cu¨¢nto beb¨¦ maltratado es su escalofriante v¨ªctima). Aunque, en ¨²ltima instancia, el alcoh¨®lico o el cocain¨®mano puede quedarse solo con ella, con su adicci¨®n. Por su parte, la adicci¨®n taur¨®fila convierte a los toros en sus v¨ªctimas, pero adem¨¢s las necesita para persistir. Y trata de sublimar su dolor (lo sabotea, lo ignora) con po¨¦ticas sobre la sangre. Una ego¨ªsta y perversa adicci¨®n.
Los antitaurinos estamos en contra de ese abuso, sencillamente. Y la taurofilia espa?ola va m¨¢s all¨¢ del coso estrella. A su alrededor se producen cientos de festejos populares donde se maltrata a toros y vaquillas que son quemados, ensogados, rajados, cegados, destripados, ahogados. En Tordesillas (Valladolid), y con el benepl¨¢cito institucional y medi¨¢tico, el tristemente c¨¦lebre Toro de la Vega es alanceado hasta la extenuaci¨®n y la muerte por hombres que lo persiguen a caballo. Pero la v¨ªctima de este a?o, de nombre Jaquerito, no estar¨¢ solo. Como en a?os anteriores, el pr¨®ximo domingo d¨ªa 9 muchas personas llegaremos all¨ª en autobuses a protestar, leg¨ªtima y pac¨ªficamente, contra ese terror. Y cada vez somos m¨¢s (de ah¨ª la campa?a del cantante Sabina y los suyos). Aunque la polic¨ªa tenga que protegernos de los insultos, de las amenazas, del lanzamiento de objetos contundentes, de los agresivos infiltrados. De la kale borroka taurina.
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