Patrimonio vivo de la humanidad
La Ciudad Universitaria es la obra colectiva m¨¢s relevante de la mitad de siglo veinte mexicano. Su excepcionalidad radica en hacer compatible la modernidad internacional con el pasado aut¨®ctono. Es la culminaci¨®n de un proyecto coral, en el que participaron m¨¢s de sesenta arquitectos, para poner en escena los principios del Movimiento Moderno. Resultado de un concurso entre los maestros de Composici¨®n de la Escuela Nacional de Arquitectura, el proyecto ganador de Mario Pani y Enrique del Moral -con la determinante colaboraci¨®n de Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n, Armando Franco y Enrique Molinar, por entonces estudiantes- establec¨ªa una divisi¨®n por zonas, estructurada por un eje Norte-Sur que divide la zona deportiva de la acad¨¦mica y un eje Este-Oeste que ordena las facultades alrededor del campus lineal. Del Moral y Pani lideraron el plan maestro y proyectaron la Torre de Rector¨ªa, Augusto H. ?lvarez dise?¨® el edificio de la Escuela de Econom¨ªa, Jos¨¦ Villagr¨¢n, la Escuela de Arquitectura; F¨¦lix Candela, el pabell¨®n de Rayos C¨®smicos; Juan O'Gorman, la Biblioteca Central; Ram¨®n Torres y Pedro Ram¨ªrez V¨¢zquez, la Facultad de Medicina, y el paisajismo de Luis Barrag¨¢n, por s¨®lo citar algunos.
Este ambicioso proyecto asumi¨® la contradicci¨®n entre la modernidad internacional y la idiosincrasia mexicana. La planta baja libre, la ventana corrida o la estructura independiente del plano de fachada conviven con rampas y escalinatas de corte prehisp¨¢nico y con materiales del lugar. Un grupo de pintores y arquitectos funcionalistas incorporaron el concepto de "integraci¨®n pl¨¢stica", postulando la fusi¨®n de la exuberancia art¨ªstica mexicana sobre un soporte arquitect¨®nico moderno. Muralistas como David Alfaro Sequeiros y Diego Rivera fusionaron texturas, vol¨²menes y color a la abstracci¨®n prism¨¢tica de las nuevas facultades.
Si bien algunos campus universitarios como el de Caracas, Par¨ªs o Harvard cuentan con piezas excepcionales de arquitectura moderna -Villanueva, Le Corbusier y Aalto, respectivamente-, ninguno, en su conjunto, se compara con la Ciudad Universitaria mexicana: la noci¨®n de este espacio vac¨ªo y monumental vertebra el conjunto con una secuencia de plataformas y taludes que remiten a la concepci¨®n prehisp¨¢nica, mientras que las zonas de actividades y la separaci¨®n de los sistemas de circulaci¨®n responden a los principios del urbanismo moderno.
Al entusiasmo que llev¨® a construir esta nueva sede de la Universidad Nacional de M¨¦xico le siguieron los turbulentos a?os sesenta que desencadenaron un cierto deterioro y no fue hasta fines de los setenta que recibi¨® un nuevo impulso con el Centro Cultural y el Espacio Escult¨®rico, lejos del campus original que, en el mejor estilo de la ¨¦poca, se ve¨ªa reflejado en el Barbican de Londres, el Lincoln Center de Nueva York, la complejidad escultural de Hans Sharoun y el hormig¨®n ara?ado de Paul Rudolph. En los a?os ochenta/noventa se privilegi¨® la restauraci¨®n y recuperaci¨®n del patrimonio del centro de la ciudad, como el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, restaurado por Ricardo Legorreta, o el Palacio de Miner¨ªa. Veinticinco a?os despu¨¦s este organismo urbano sigue vivo y est¨¢ siendo reactivado por nuevas infraestructuras con edificios, redes f¨ªsicas y virtuales: una generaci¨®n de construcciones multidisciplinares que hacen compatible la ense?anza, la investigaci¨®n y la difusi¨®n; ciclopistas, redes peatonales y de transporte p¨²blico, y redes inal¨¢mbricas en todo el campus, recuperando el esp¨ªritu moderno que alumbr¨® a la Ciudad Universitaria.
Impulsado por el rector Juan
Ram¨®n de la Fuente, la oficina de proyectos especiales que dirige el arquitecto Felipe Leal, act¨²a como un comando, eludiendo los obst¨¢culos de una burocracia que regenta m¨¢s de 250.000 personas -la mitad de ellas en Ciudad Universitaria-. Con cuarenta edificios construidos en dos a?os y medio, se est¨¢ generando una nueva imagen contempor¨¢nea con infraestructuras que hacen compatible investigaci¨®n y docencia a la vez que se codean con sus ancestros modernos.
Algunas sedes culturales salpican la capital mexicana, como el Museo Experimental El Eco, una de las joyas de la modernidad, proyectada en 1951 por Mathias Goeritz, restaurada por V¨ªctor Jim¨¦nez y ampliada por Fernando Romero, esta ¨²ltima, resultado de un concurso entre menores de cuarenta a?os, con una afortunada y discreta propuesta. Tambi¨¦n el Museo del Chopo est¨¢ por reconvertirse en una sede alternativa, proyectada por TEN Arquitectos, donde una planta baja di¨¢fana articula el auditorio subterr¨¢neo y un mezanine climatizado flota sobre el espacio decimon¨®nico.
Dentro del campus se completa el programa universitario con un bicicentro -autoservicio de bicicletas para circular por el campus-; la tienda de los Pumas (equipo de f¨²tbol de la universidad, que juega en primera divisi¨®n), proyectada por Felipe Leal, que es un homenaje a la arquitectura fundacional de CU, donde la grapa de hormig¨®n que la contiene y la rampa de acceso remiten a las primeras obras de Francisco Artigas en El Pedregal sesenta a?os antes; o la Biblioteca de la Facultad Medicina, dise?ada por Aurelio Nu?o con la colaboraci¨®n de Ram¨®n Torres, que rescata el patio ingl¨¦s ya previsto en el proyecto original, son algunos de las nuevas intervenciones. Fuera de la sede central cabe destacar el conjunto universitario en Juriquilla, Quer¨¦taro, que agrupa en una ¨²nica barra un auditorio, una biblioteca, las aulas y la administraci¨®n, en una propuesta contundente que se adapta a las pendientes, o la sede regional de la Facultad de Veterinaria en Tequisquiapan, Quer¨¦taro, proyectada por Isaac Broid como un rancho de investigaci¨®n experimental, donde los dormitorios, las aulas y la biblioteca conforman una especie de portaviones wrightiano que se relaciona con el paisaje.
El Museo Universitario de Arte Contempor¨¢neo, que est¨¢ finalizando Teodoro Gonz¨¢lez de Le¨®n, es la controvertida y esperada obra insignia del rector saliente. El autor del Museo Tamayo propone una secuencia arm¨®nica de espacios iluminados cenitalmente que choca con la neutralidad de los hangares multifuncionales que reclaman algunos artistas contempor¨¢neos. Unos cubos de hormig¨®n blanco, iluminados cenitalmente y contenidos dentro de una circunferencia recuerdan a la planta circular y mand¨¢lica de finas membranas de vidrio que Kasuyo Sejima construy¨® en Kanazawa.
Estas arquitecturas recientes completan la Ciudad Universitaria que acaba de recibir el reconocimiento internacional. Si bien la mayor parte del Patrimonio de la Humanidad est¨¢ conformado por objetos muertos, CU se reivindica como un conjunto y como un organismo vivo. La lista iniciada en 1978 por la Unesco contaba con 830 bienes hasta mayo de 2007, de los cuales s¨®lo ocho corresponden a bienes patrimoniales de la Modernidad del siglo XX. Desde ahora, dos de ellos est¨¢n en la capital mexicana: Ciudad Universitaria y la Casa Barrag¨¢n.
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