La ciudad vigilada
Me comentaba no hace mucho un buen amigo que hab¨ªa observado con cierta inquietud que, en una mediana ciudad como Vitoria, en el trayecto desde su domicilio al trabajo hab¨ªa diecinueve c¨¢maras de videovigilancia instaladas en oficinas de inmobiliarias, joyer¨ªas, bancos, grandes almacenes, sem¨¢foros y controles de tr¨¢fico. Sin embargo, esto no es nada comparado con lo que sucede entre nuestros queridos vecinos de la rubia Albi¨®n. En el Reino Unido hay instaladas cuatro millones de c¨¢maras de seguridad, una por cada quince habitantes, y un londinense suele ser captado aleatoriamente por las c¨¢maras unas trescientas veces al d¨ªa.
?En un barrio de Londres se han establecido c¨¢maras camufladas cerca de los colectores de residuos para vigilar sobre cu¨¢ndo y d¨®nde se tiran las basuras!
Los sistemas de videovigilancia (siglas en ingl¨¦s CCTV; Circuito Cerrado de Televisi¨®n) comenzaron a desarrollarse a mediados del pasado siglo XX para mejorar la seguridad de los bancos. Hoy en d¨ªa, la tecnolog¨ªa CCTV se ha desarrollado hasta tal punto que ya es factible t¨¦cnica y econ¨®micamente su instalaci¨®n incluso para la seguridad dom¨¦stica y la vigilancia de los ni?os o incluso para la prevenci¨®n de la violencia de g¨¦nero.
Seguramente no es casualidad que los sistemas de videovigilancia se hayan desarrollado enormemente en el Reino Unido, ya que se trata de una tecnolog¨ªa muy adecuada para hacer frente a la amenaza terrorista, y los brit¨¢nicos han vivido bajo la amenaza del terrorismo del IRA durante d¨¦cadas y ahora son uno de los objetivos predilectos del terrorismo islamista. Por otro lado, el sistema de garant¨ªas brit¨¢nico es un valor consolidado e interiorizado por la ciudadan¨ªa, y hay una gran confianza del p¨²blico en el uso adecuado de dicha tecnolog¨ªa por parte de Scotland Yard.
Un informe del Ministerio del Interior brit¨¢nico -Home Office- con el sugestivo t¨ªtulo de CCTV: Looking out for you (1994) valor¨® muy positivamente la eficacia de estos sistemas y abri¨® paso a un incremento masivo del n¨²mero de CCTV instalados. Hoy en d¨ªa, estos sistemas cubren la mayor parte de los pueblos y centros de ciudades, edificios p¨²blicos, aeropuertos, estaciones, parkings, urbanizaciones, centros comerciales, autopistas.
Las ¨²ltimas investigaciones en materia de videovigilancia est¨¢n trabajando en una especie nueva de c¨¢maras: dome cameras, o c¨¢maras b¨®veda, que desde un monitor colocado en una torre pueden computerizar im¨¢genes de diferentes CCTV, de modo que un operador humano puede llegar a controlar de una manera selectiva un gran n¨²mero de CCTV.
Este sistema de captaci¨®n selectiva trabaja sobre la idea de que las personas cuando nos movemos en el espacio p¨²blico solemos actuar de una manera predecible, con un ritmo, una velocidad y una trayectoria determinadas, de tal modo que pueden distinguirse f¨¢cilmente las conductas an¨®malas: correr, separarse del grupo, merodear... Por ejemplo, los ladrones de coches no act¨²an como el resto de la gente, sino que se mueven de una manera furtiva, alej¨¢ndose de la masa, ocult¨¢ndose o acerc¨¢ndose repentinamente a los veh¨ªculos, en definitiva, pautas que los hace f¨¢cilmente distinguibles y que permiten a un programa de ordenador detectarlas.
El argumento de que las c¨¢maras reducen o disuaden del delito -aunque parece razonable- no est¨¢ a¨²n claramente establecido por estudios cient¨ªficos independientes, aunque los Gobiernos parten de la idea de que cuando son correctamente usadas tienen un efecto, disuaden del delito y no s¨®lo lo desplazan. Un resultado que s¨ª est¨¢ acreditado es que en los parkings ha descendido el n¨²mero de delitos relacionados con los coches. Videovigilancia se ha instalado tambi¨¦n en taxis para eliminar la violencia contra los conductores, y en furgonetas m¨®viles de la polic¨ªa. En el caso de la Ertzaintza, por decisi¨®n del consejero Javier Balza se han instalado c¨¢maras en el interior de las comisar¨ªas para evitar los casos de abusos policiales, y las
c¨¢maras han permitido -con intervenci¨®n judicial- detectar supuestos aislados de abusos policiales en una comisar¨ªa de los Mossos d'Esquadra. En algunos casos, las CCTV se han convertido en objeto de agresiones y ataques. En Middlesbrough -Inglaterra- se han instalado recientemente c¨¢maras parlantes en el centro de la ciudad que avisan de su presencia para disuadir de la comisi¨®n de delitos.
A finales de 2006 se han dado a conocer en el Reino Unido nuevas tecnolog¨ªas desarrolladas con el uso de micr¨®fonos en coordinaci¨®n con CCTV que aumentan la capacidad de seleccionar y captar informaci¨®n de una manera a¨²n m¨¢s eficaz. Se puede detectar a una persona gritando de una manera agresiva, y a partir de ese dato lograr que la c¨¢mara enfoque y grabe autom¨¢ticamente mediante un zoom la escena. Esta tecnolog¨ªa evidentemente aumenta la capacidad de control de este tipo de c¨¢maras y compromete la intimidad personal, ya que puede permitir grabar conversaciones privadas a una distancia de hasta cien metros. A nadie se le escapa la potencia de este tipo de tecnolog¨ªas, si adem¨¢s asociamos las CCTV en espacios p¨²blicos a bases de datos de fotograf¨ªas y a fichas de identidad.
El pasado d¨ªa 8 de julio, el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy, anunci¨® en los medios de comunicaci¨®n que hab¨ªa pedido a la ministra del Interior, Mich¨¨le Alliot-Marie, la preparaci¨®n de un vasto plan de instalaci¨®n de c¨¢maras de circuito cerrado de televisi¨®n en la red de transportes p¨²blicos para combatir la amenaza terrorista. "Hay 25 millones de c¨¢maras en el Reino Unido; un mill¨®n en Francia. Estoy muy impresionado por la eficacia de la polic¨ªa brit¨¢nica gracias a su red de c¨¢maras", dijo Sarkozy.
Despu¨¦s de las bombas del 7 de julio en Londres, grabaciones de videovigilancia fueron utilizados para identificar a los terroristas. No obstante, los media brit¨¢nicos se sorprendieron de que muy pocos trenes de metro tuvieran CCTV, y hubo solicitudes para que ¨¦stas se incrementaran.
Es evidente que la lucha contra el terrorismo puede exigir medidas extraordinarias: defender la vida y la integridad f¨ªsica de los ciudadanos puede suponer asumir ciertas restricciones, y as¨ª lo declar¨® en su momento el propio Tony Blair en sus declaraciones despu¨¦s de los atentados del 7-J en Londres, pero en aquellas declaraciones se manifest¨® asimismo la voluntad pol¨ªtica del premier brit¨¢nico de que los terroristas no lograr¨ªan cambiar nuestro modo de vida y nuestras instituciones pol¨ªticas. Es importante tener en cuenta tambi¨¦n esta reflexi¨®n para no sacrificar nuestra libertad en aras de la seguridad. En esto como en tantas cosas es determinante el juego de balanzas y controles que rigen en democracia el ejercicio del poder, incluso presuponiendo la buena voluntad de ese poder.
Todo indica que las nuevas tecnolog¨ªas de videovigilancia van a formar parte de nuestra vida cotidiana, y que terminaremos considerando esos curiosos artefactos como un elemento m¨¢s del paisaje urbano del mismo modo que las farolas, los buzones o los sem¨¢foros, pero no podemos perder de vista que se trata de un potente instrumento de control personal y, por lo tanto, debe a su vez estar sometido a limitaciones y garant¨ªas para evitar el uso indebido del mismo.
En todo caso, llegar¨¢ quiz¨¢ el d¨ªa en el que no ser¨¢ posible caminar o conducir an¨®nimamente por la ciudad, y se perder¨¢ as¨ª una de las caracter¨ªsticas que hasta el d¨ªa de hoy han caracterizado precisamente la vida urbana.
Javier Otaola es defensor de la ciudadan¨ªa del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz.
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