Historia de dos continentes
El 20 de mayo de 1911 se celebr¨® en Barcelona una esplendorosa fiesta de sociedad. Desde las diez de la noche, elegantes carruajes y autom¨®viles transitaron por la calle de Arag¨® y de Roger de Ll¨²ria. En ellos se desplazaban damas con sombreros gigantescos tupidos de plumas, y caballeros con pajaritas y bigotes atusados. Su destino, un palacete en el pasaje de M¨¦ndez Vigo. La fiesta incluy¨® una cena espl¨¦ndida y dos orquestas que alternaban rigodones aragoneses con ritmos caribe?os y valses con two steps. La m¨²sica no par¨® de sonar hasta el amanecer. Seg¨²n dir¨ªa la prensa, los invitados, "lo m¨¢s selecto de la ciudad y de la numerosa y distinguida colonia americana". La ocasi¨®n: la fundaci¨®n de la Casa de Am¨¦rica.
Por primera vez una instituci¨®n entend¨ªa a Latinoam¨¦rica como un socio comercial
Corr¨ªan tiempos fastuosos en M¨¦ndez Vigo y, por cierto, en el planeta que estrenaba siglo. En M¨¦xico triunfaba la revoluci¨®n. En Per¨² se descubr¨ªa Machu Picchu. El hombre conquistaba el Polo Sur. El primer estudio cinematogr¨¢fico se abr¨ªa en Hollywood. El Titanic conoc¨ªa el mar. El futuro parec¨ªa un lugar feliz, y a¨²n nada hab¨ªa tenido tiempo de hundirse.
La Casa de Am¨¦rica de Catalu?a -la primera de Europa- no era en realidad una instituci¨®n cultural como se entiende actualmente. M¨¢s bien era un centro de negocios que respond¨ªa a las realidades del nuevo siglo. La relaci¨®n de Espa?a con Latinoam¨¦rica hab¨ªa dado un vuelco desde el fat¨ªdico 1898. Tras la p¨¦rdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, la econom¨ªa colonial hab¨ªa terminado de derrumbarse. EE UU inauguraba su hegemon¨ªa en la regi¨®n a costa de la metr¨®poli derrotada. Los negocios espa?oles en las ex colonias quebraban, incapaces de enfrentar la libre competencia. Los productos americanos llegaban a la Pen¨ªnsula mucho m¨¢s caros. Y con ellos, regresaban los que se hab¨ªan ido a hacer la Am¨¦rica y hab¨ªan terminado deshechos por ella.
La nueva instituci¨®n reun¨ªa los contactos de todos ellos. M¨¢s de 80 agentes comerciales en todo el continente recababan informaci¨®n sobre posibilidades de mercados, infraestructura, procesos legales y materias primas. La informaci¨®n m¨¢s valiosa estaba reservada a los socios de la casa que aportasen cuotas m¨¢s altas, pero la consulta de peri¨®dicos y documentaci¨®n p¨²blica era gratuita. Por primera vez, una entidad entend¨ªa a Latinoam¨¦rica como un socio comercial, ya no como un beb¨¦ rebelde. Quiz¨¢ la iniciativa surgi¨® en Barcelona porque los catalanes no hab¨ªan tenido tiempo de ser ciudadanos del imperio (un real decreto les hab¨ªa prohibido la entrada a las colonias hasta el siglo XVIII). O, quiz¨¢, simplemente sea cierto aquello de que son m¨¢s pragm¨¢ticos.
Pero los a?os dorados no se prolongar¨ªan. Primero lleg¨® la I Guerra Mundial. La posterior crisis econ¨®mica redujo a la mitad el n¨²mero de socios de la casa. Y cuando ya se hab¨ªa recuperado, estall¨® la Guerra Civil. Las bombas de los nacionales no s¨®lo volaron los edificios y el puerto de Barcelona, sino tambi¨¦n una manera de entender Latinoam¨¦rica.
Muchos socios de la casa -entre ellos Francesc Camb¨® y el primer secretario general, Rafael Vehils- se exiliaron en Am¨¦rica. Los que quedaron, nunca consiguieron vencer la desconfianza de un r¨¦gimen caracterizado por la nostalgia colonial. La casa tuvo que sobrevivir alquilando sus m¨¢quinas de escribir y vendiendo el papel viejo. La mayor¨ªa de sus contratos fueron rescindidos. Finalmente, en 1948, Manuel Fraga abri¨® un Instituto de Cultura Hisp¨¢nica y la Casa de Am¨¦rica desapareci¨® para convertirse en su delegaci¨®n.
El regreso de la democracia renueva el proyecto, y desde 2006, la instituci¨®n recupera su nombre. Pero el mundo ya no es el de hace un siglo. Actualmente, no hace falta tener agentes en Latinoam¨¦rica. Los latinoamericanos est¨¢n aqu¨ª, y son un porcentaje creciente de la poblaci¨®n catalana. En este contexto, la Casa de Am¨¦rica dedica parte de sus esfuerzos a la integraci¨®n mediante la cultura. Financia proyectos culturales de asociaciones de inmigrantes, pero, sobre todo, brinda a sus autores apoyo log¨ªstico y los pone en contacto con las instituciones que puedan respaldarlos, creando redes de difusi¨®n cultural que puedan funcionar por s¨ª mismas.
Adem¨¢s, en un mundo globalizado, los problemas de un pa¨ªs son los problemas de todos los dem¨¢s. Casa de Am¨¦rica es un centro de intercambio de conocimiento y reflexi¨®n. Cuando Sergio Gonz¨¢lez, un escrupuloso investigador del feminicidio en Ciudad Ju¨¢rez, lleg¨® a Barcelona, se reuni¨® con representantes de los Mossos d'Esquadra especializados en violencia sexista, drogas y mafias. El ministro boliviano de Agua, Abel Mamani, conferenci¨® aqu¨ª con las ONG que trabajan en su pa¨ªs. Aleida, la hija del Che Guevara, desbord¨® el peque?o auditorio con cientos de personas.
Toda esta historia est¨¢ colgada de las paredes del local de Casa de Am¨¦rica (C¨°rsega 299, entresuelo) en una exposici¨®n que, hasta el 28 de septiembre, re¨²ne a sus protagonistas: desde Camb¨® hasta Carlos Fuentes, desde Vehils hasta Carlos Monsiv¨¢is. Pasqual Maragall, Gilberto Gil, Juan Manuel Serrat, el juez Juan Guzm¨¢n, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Los rostros que pueblan la exposici¨®n encarnan m¨¢s que la historia de una instituci¨®n: la historia de dos continentes y sus miradas mutuas, a veces coquetas y curiosas, a veces violentas, a lo largo del convulso siglo XX.
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