El espectro de Vietnam
No es la primera vez que los presidentes estadounidenses se resguardan tras sus generales en un intento de salvar la cara ante la opini¨®n p¨²blica cuando las guerras se empantanan, las bajas propias aumentan y se carece de una estrategia clara para salir dignamente de un conflicto armado. Hace ahora 40 a?os, Washington vivi¨® un clima parecido al que se registra estos d¨ªas en la capital federal de Estados Unidos por la comparecencia, ayer y hoy, ante las comisiones especializadas de las dos C¨¢maras del Congreso, del jefe de las tropas norteamericanas y de la coalici¨®n en Irak, David Petraeus. Este general, hijo de un emigrante holand¨¦s y considerado el m¨¢ximo experto en contrainsurgencia del Ej¨¦rcito, une a su experiencia militar un doctorado en relaciones internacionales por la Universidad de Princeton.
En 1967, la pesadilla de la clase pol¨ªtica estadounidense se llamaba Vietnam. El presidente Lyndon B. Johnson, uno de los presidentes con m¨¢s logros en su haber en materias de pol¨ªtica social y de derechos civiles, se hallaba inmerso en la pesadilla del sureste asi¨¢tico, que hab¨ªa heredado de su antecesor, John F. Kennedy, sin saber c¨®mo salir de ella. No quer¨ªa pasar a la historia, en sus propias palabras, como el primer presidente que hab¨ªa perdido una guerra. Bajo su mandato, las tropas estadounidenses desplazadas en Vietnam hab¨ªan pasado de 17.000 "asesores" del Ej¨¦rcito survietnamita, en 1964, a 468.000 fuerzas de combate en 1967 sin que se produjeran cambios dram¨¢ticos en la situaci¨®n sobre el terreno.
Con una opini¨®n p¨²blica y un Congreso cada vez m¨¢s radicalizados en contra de una guerra que s¨®lo produc¨ªa v¨ªctimas y gastos exorbitantes, Johnson intent¨® una estrategia de relaciones p¨²blicas, que inclu¨ªa una comparecencia ante la ciudadan¨ªa de los m¨¢ximos responsables civiles y militares de la Administraci¨®n en un vano intento de desviar hacia otras latitudes las cr¨ªticas hacia su persona.
Y el primero en comparecer, al principio ante el Congreso y, despu¨¦s, ante los medios de comunicaci¨®n, fue el comandante supremo en Vietnam, William Westmoreland. El informe del general no pudo ser m¨¢s optimista, ni -despu¨¦s se ver¨ªa- m¨¢s irreal. "Los militares", dijo, "hemos alcanzado un punto donde el fin (del conflicto) empieza a perfilarse". "Se comienza a ver la luz al final del t¨²nel", a?adi¨®. Aunque, para cubrirse las espaldas, Westmoreland predijo "dos a?os m¨¢s de operaciones para acabar de barrer al enemigo". Los "dos a?os m¨¢s de operaciones" se convirtieron en seis a?os m¨¢s de guerra y otros dos de hostilidades, hasta que los norvietnamitas entraron en Saig¨®n en 1975. Los que fueron "barridos", entre otros, fueron Westmoreland, sustituido pocos meses despu¨¦s por el general Creighton Abrams, y el propio Johnson, que el 31 de marzo de 1968 anunciaba a la naci¨®n que no se presentar¨ªa a la reelecci¨®n en noviembre de ese a?o.
Hay diferencias profundas entre Vietnam e Irak, empezando por la naturaleza misma del conflicto. Vietnam fue, ante todo, una guerra revolucionaria de liberaci¨®n colonial, que comenz¨® primero contra el ocupante colonial franc¨¦s, al que quiso sustituir Estados Unidos. Pero donde hay similitudes es en la actitud de la Casa Blanca. Johnson se quiso resguardar, entonces, bajo el paraguas de Westmoreland, como Bush, ahora, bajo el de Petraeus.
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