El enemigo en casa
La opini¨®n p¨²blica israel¨ª es particularmente sensible cada vez que sucede alg¨²n ataque antisemita en el extranjero y hace, l¨®gicamente, o¨ªr su indignaci¨®n. A veces exageradamente o llegando a generalizar sobre el alcance del antisemitismo. Pero nadie hab¨ªa concebido jam¨¢s que el nazismo antisemita prendiera precisamente entre ciudadanos israel¨ªes.
El desmantelamiento de una c¨¦lula neonazi integrada por j¨®venes rusos de origen jud¨ªo ha escandalizado en Israel y en todo el mundo. Los j¨®venes detenidos llegaron a las mayores barbaridades. Profanaron dos sinagogas pr¨®ximas a Tel Aviv pintando en ellas esv¨¢sticas. Pretend¨ªan conmemorar el cumplea?os de Hitler en el Museo del Holocausto. Dispon¨ªan de armas y explosivos. Y llegaron a filmar la agresi¨®n a un drogadicto oblig¨¢ndole a pedir perd¨®n al pueblo ruso.
Los j¨®venes detenidos forman parte del mill¨®n de ciudadanos rusos con alg¨²n parentesco jud¨ªo que llegaron a Israel en los ochenta. Gran mayor¨ªa de ellos son personas cualificadas. Disponen de peri¨®dicos y canales de televisi¨®n, y tienen un grupo parlamentario propio en la Kneset. Algunos, sin embargo, se sienten discriminados por las dificultades que tienen para contraer matrimonio con otros israel¨ªes. El peligro ahora es que este incidente cree animadversi¨®n contra la comunidad rusa y ¨¦sta comience a sentirse perseguida.
En el coraz¨®n del problema est¨¢ la Ley de Retorno, promulgada al poco de fundarse el Estado de Israel, que garantiza la nacionalidad israel¨ª a cualquier ciudadano con determinados antecedentes familiares jud¨ªos, y contrasta vivamente con el trato que reciben, ya no los palestinos en su tierra, sino los ¨¢rabes israel¨ªes en el propio pa¨ªs del que son ciudadanos.
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