Sin perder el tren
Con la plaza de toros de Las Ventas abarrotada, Alejandro Sanz volvi¨® a ser el mismo de siempre: pleno de voz, de sentimiento, de capacidad de conexi¨®n con el gran p¨²blico, y esa simpat¨ªa arrolladora que deslumbra desde la pantalla de v¨ªdeo. Poco importa que haya perdido el cuello -tampoco hay que preguntarle al guitarrista- y que las hojas del calendario vayan pasando. Su figura de artista permanece inc¨®lume, m¨¢s all¨¢ de depresiones y momentos bajos. La gente le quiere, le siguen queriendo sus fans repartidas en varias generaciones. El griter¨ªo es el mismo de siempre, desde el momento en el que irrumpe en un escenario considerablemente m¨¢s espectacular que el de su gira anterior No es lo mismo. Alejandro apuesta ahora por un funk y se olvida de aquel hip-hop que resultaba ciertamente poco veros¨ªmil como salida para un cantante rom¨¢ntico. Adem¨¢s, este Tren de los momentos le alarga las estaciones vitales, dilatando el instante en que tenga que calzarse el frac y lanzarse a los boleros, lugar com¨²n de todos los cantantes rom¨¢nticos.
Alejandro Sanz
Plaza de toros de Las Ventas. Mi¨¦rcoles 12 de septiembre.
Con un repertorio que fue un completo repaso por sus grandes ¨¦xitos de siempre, Alejandro transit¨® por las veredas del ritmo, mientras atacaba a la guitarra el¨¦ctrica en temas como El tren de los momentos, La pele¨ªta o La Habana. Tambi¨¦n atac¨® ese romanticismo musical marca de la casa, y que pone el p¨²blico a cien, invit¨¢ndole a cantar temas enrevesados y letras francamente dif¨ªciles de aprender. Puntos fuertes en este campo est¨¦tico fueron Cuando nadie me ve, A la primera persona, tema en el que comparti¨® escenario y micr¨®fono con su alumna aventajada Mal¨², y El alma al aire. Como siempre, su momento ¨¢lgido y musicalmente m¨¢s interesante lo constituy¨® la ejecuci¨®n de un Coraz¨®n part¨ªo que en s¨ª justifica toda una carrera musical. Pocas canciones como ¨¦sa figurar¨¢n en la historia del cancionero popular espa?ol de todos los tiempos.
El espect¨¢culo, de una belleza esc¨¦nica y luminot¨¦cnica muy rese?able, estaba concebido en un crescendo que explot¨® con la aparici¨®n, tras el acostumbrado decorado flamenco al que tiene acostumbrado a su p¨²blico, de Antonio Carmona, junto al que interpret¨® una canci¨®n del disco de este ¨²ltimo, Para que t¨² no llores. Finalizando con una vibrante explosi¨®n de j¨²bilo por parte del p¨²blico, cuando el cantante madrile?o atac¨® a cuchillo los compases de No es lo mismo.
Alejandro, algunos a?os m¨¢s tarde, sigue estando en su sitio. No ha perdido el tren.
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