Los misquitos, el pueblo m¨¢s castigado
El hurac¨¢n F¨¦lix se ceb¨® con el poblado nicarag¨¹ense de Sisin, cuyo aspecto es desolador 10 d¨ªas despu¨¦s de la cat¨¢strofe
Francisca Torres, de 32 a?os, espera el s¨¦ptimo hijo para octubre. Su mirada se pierde en el infinito, extraviada, al explicar que ha perdido su casa y su marido, a quien un ¨¢rbol le parti¨® la nuca. "El hurac¨¢n se llev¨® todo", dice en misquito, su lengua materna. No tiene ni pa?ales para el beb¨¦ que viene y estos d¨ªas sobrevive en la maltrecha casa de su hermana, donde se hacinan ni?os y adultos. El hurac¨¢n F¨¦lix se ceb¨® en el poblado nicarag¨¹ense de Sisin, en la regi¨®n atl¨¢ntica, a 40 kil¨®metros de Puerto Cabezas, capital del departamento. La iglesia y la escuela est¨¢n sin techo, como todas las casas que se sostienen en pie, ¨¢rboles y postes el¨¦ctricos ca¨ªdos y todos los pozos de agua contaminados conforman un panorama desolador diez d¨ªas despu¨¦s de la cat¨¢strofe.
"?ramos pobres y ahora somos m¨¢s pobres", se lamenta Berna C¨¢rdenas
"?ramos pobres y ahora somos m¨¢s pobres", lamenta Berna C¨¢rdenas, due?a de la casa y coordinadora de las mujeres ind¨ªgenas. Recuerda que cuando lleg¨® el hurac¨¢n ayud¨® a 40 ni?os a refugiarse en una casa. A las 4 de la ma?ana, el Ej¨¦rcito avis¨® de que ven¨ªan vientos m¨¢s fuertes. "Abandonamos el lugar y a los cinco minutos la casa se desplom¨®. Por suerte, nos salvamos todos. A la ma?ana siguiente, la lluvia segu¨ªa y muchos ni?os tiritaban, ten¨ªan los labios morados, porque estaban empapados. El viento se llev¨® toda la ropa".
A las doce de la noche del 4 de septiembre empezaron a caer los cocos de las palmeras. Los tejados de zinc se resquebrajaron, y a las cuatro de la ma?ana el viento sopl¨® con m¨¢s fuerza. "Pasaron las 5, las 6, las 7, las 8, las 9. Muchas casas no aguantaron. A las 10 de la ma?ana el viento baj¨®, pero sigui¨® la lluvia y el granizo", recuerda Ariel Mateos, un muchacho de 16 a?os.
En el puesto de salud de Sisin, Alier Navarro, un cirujano de una brigada de 30 m¨¦dicos cubanos desplazada a la zona, explica que han atendido a 7.500 personas de cinco comunidades. "Los problemas m¨¢s comunes son diarrea, neumon¨ªa, parasitosis e infecciones en las v¨ªas urinarias". El m¨¦dico destaca que en una de las visitas, la crecida del r¨ªo les impidi¨® el paso. "Los pobladores cruzaron a nado para ser atendidos junto al r¨ªo, en las condiciones m¨¢s precarias. Hasta las abuelitas con bast¨®n vinieron".
Los efectos del hurac¨¢n se ven nada m¨¢s salir de Puerto Cabezas por la carretera de barro hacia Managua.
El Gobierno del sandinista Daniel Ortega da con cuentagotas los datos de v¨ªctimas. Fuentes extraoficiales aseguran que hay 140 muertos y que los desaparecidos superan los 500. La dificultad para acceder a las aldeas m¨¢s aisladas hace temer que el balance final sea mucho peor. Las autoridades regionales dicen que hay 184.000 damnificados en un territorio de 315.000 habitantes, y que los da?os afectan a una superficie similar a la mitad de El Salvador. La mayor reserva natural de Centroam¨¦rica ha quedado en una situaci¨®n preocupante, con manglares, humedales, bamb¨², pinos y un sinf¨ªn de especies arrancadas de cuajo. Los cayos han sido severamente golpeados. El Gobierno regional habla de 46 millones de d¨®lares (unos 33 millones de euros) para las labores de reconstrucci¨®n en los primeros seis meses.
Llueve sobre mojado en las dos regiones aut¨®nomas de la costa atl¨¢ntica norte de Nicaragua. Sus m¨¢s de 300.000 habitantes, repartidos entre mestizos, misquitos, creoles, sumus, gar¨ªfunas y ramas, con sus lenguas propias, han sido golpeados desde hace d¨¦cadas por la furia de la naturaleza y por la del hombre. Tras la revoluci¨®n sandinista (1979), que acab¨® con la dictadura de 42 a?os de los Somoza, la guerra interna que se desencaden¨® despu¨¦s entre el Ej¨¦rcito y la llamada Contra provoc¨® el desplazamiento forzoso de 60.000 personas en aquellos territorios ind¨ªgenas. Los acuerdos de paz, el desarme y la desmovilizaci¨®n de los combatientes permiti¨® el reasentamiento de muchos desplazados a comienzos de los a?os 90. Pero las comunidades ind¨ªgenas no pudieron tener una vida en paz. En 1998, parte de ellas sufrieron las consecuencias del hurac¨¢n Mitch.
Todos los gobiernos, de distinto signo pol¨ªtico, se han llenado la boca en la defensa de los indios misquitos y las comunidades ind¨ªgenas de la costa, pero la realidad es que se trata de la regi¨®n con un mayor ¨ªndice de mortalidad. "El F¨¦lix ha afectado a la zona m¨¢s pobre, invisible y aislada de Nicaragua y, al mismo tiempo, la m¨¢s abandonada y con una poblaci¨®n m¨¢s dispersa", dice Elena Montobbio, directora de la oficina de Nicaragua de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional (AECI).
Espa?a respondi¨® con rapidez tras la cat¨¢strofe. Bajo coordinaci¨®n de la AECI y varias ONG envi¨® material de emergencia en tres vuelos y abri¨® un puente a¨¦reo Managua-Puerto Cabezas, con un H¨¦rcules C-130 del Ej¨¦rcito del Aire.
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