Madeleine y el auge del 'thriller'
?Est¨¢ muerta o viva Madeleine? ?La mataron sus padres o unos seres extra?os? El centro informativo del verano coincide con el reino de la incertidumbre. Y no debido al caso Madeleine que ha comprometido a todo el planeta, desde el Vaticano a Beverly Hills, sino por la cadena de situaciones clave coronadas por la cresta de lo incierto.
El riesgo terrorista, el riesgo de los virus misteriosos y las epidemias globales, el riesgo de las cat¨¢strofes y del cambio clim¨¢tico, del crimen organizado o de la inmigraci¨®n sin tasa, constituyeron el n¨²cleo duro de la informaci¨®n a finales del siglo XX y primeros a?os del XXI. Una sociedad de riesgo, dijo Ulrich y el pasivo desfile de sus seguidores. El riesgo contribu¨ªa a mantener a la gente encogida y a promover leyes que reduc¨ªan derechos individuales. El riesgo brind¨® coartada al control policial, dio franquicia a la detenci¨®n sin habeas corpus, a las prisiones de Guant¨¢namo, las invasiones militares y las numerosas torturas.
Junto a este patr¨®n, todav¨ªa vigente, va alz¨¢ndose, sin embargo, el inaugurado modelo de la incertidumbre. Si el nuevo tsunami o el nuevo atentado suicida tiene a¨²n su ley en la confirmaci¨®n del riesgo, el inter¨¦s y energ¨ªa medi¨¢tica del caso Madeleine y otros muchos encuentran ahora su ra¨ªz en la incertidumbre. El tedioso PNV halla su animaci¨®n en la dimisi¨®n de Imaz y la consecuente incertidumbre, la tabarra del seleccionador nacional de f¨²tbol cobra inter¨¦s por la incertidumbre sobre su continuidad. Finalmente, si la econom¨ªa recupera la plaza central en los tratamientos diarios no es por su formidable auge o su gran desplome sino por la incertidumbre. ?S¨®lo casualidad?
La casualidad forma parte tambi¨¦n de la incertidumbre y as¨ª como los biocombustibles contribuyen a incrementar el inter¨¦s (y el precio) de los cereales por su empleo creciente como fuente de energ¨ªa, la necesaria producci¨®n de noticias vibrantes para alimentar a los colosales grupos multimedia explica el creciente valor de la incertidumbre. El riesgo lleva a la reclusi¨®n pero la incertidumbre estimula la demanda de informaci¨®n.
Nada m¨¢s fecundo para la informaci¨®n que la expectaci¨®n. Ahora, los medios tratan de amanecer cada d¨ªa teniendo algo incierto a que aludir. La realidad que previamente hab¨ªa perdido su car¨¢cter de proceso y se comportaba a sacudidas mediante el modelo del accidente, empieza a remodelarse hacia la tipolog¨ªa del serial en donde cada cap¨ªtulo acaba sin resoluci¨®n, remitiendo a la siguiente entrega y a la manera de un thriller.
El riesgo repetido agota, tal como sucede con las pesadas noticias sobre Irak, al punto de que lo nuevo no consiste ya en la bomba suicida o el tsunami, sino en la incertidumbre de lo que podr¨¢ sobrevenir a partir de haber sembrado otras inc¨®gnitas.
Y no tan sencilla, esta reestructuraci¨®n del sector. Producir noticias de guerras, desastres y subidas del precio del crudo fue incomparablemente m¨¢s sencillo que componer suspenses. Y no cualquier suspense, sino construcciones ejemplares que, o rinden durante semanas gracias a su riqueza interior o bien se engarzan en unidades de menor duraci¨®n pero listas para la oferta diaria.
Significativamente, por ejemplo, ninguno de los fichajes veraniegos del Real Madrid se present¨® de un golpe sino por secuencias que segu¨ªan inciertas al final de cada jornada. Y, paradigm¨¢ticamente, el caso de Alves redonde¨® la nueva ¨¦poca basada en la intensa introducci¨®n de la incertidumbre.
Casarse o no casarse, viajar a las Antillas o a las C¨ªes, comer esto o aquello, vivir en la ciudad o en el extrarradio, votar a unos u a otros, comprar o alquilar, la duda siempre ha estado presente. Pero la incertidumbre medi¨¢tica significa mucho m¨¢s. Califica la ¨¦poca, da categor¨ªa a la imprevisi¨®n, legitima la improvisaci¨®n, concede autoridad al desmentido, dignifica toda ignorancia, descompone, en suma, la realidad para acercarla al capricho de los dioses y, deshace al sujeto de sus compromisos, en espera continua de un Godot ideal que no terminar¨¢ de llegar nunca.
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