El orden p¨²blico de Solbes
El ministro, molesto por el ansia de notoriedad de sus nuevos colegas
La necesidad que tienen los nuevos ministros (nombrados hace pocos meses) de ganar peso pol¨ªtico y popularidad, unido a un cierto desconocimiento de los mecanismos de funcionamiento interno del Gabinete, puede estar en el origen de la sensaci¨®n de descoordinaci¨®n que ha dado el Gobierno en los ¨²ltimos d¨ªas. Las reiteradas declaraciones, claramente contradictorias, entre el vicepresidente segundo y ministro de Econom¨ªa y Hacienda, Pedro Solbes, y otros miembros del Gobierno preocupan a los dirigentes del Partido Socialista, que se consideran ya en plena etapa electoral y requieren que todo se desarrolle con mayor disciplina.
Solbes, por su parte, parece decidido a imponerla directamente y por su cuenta, sin esperar a su partido. "Y eso que todo el mundo piensa que no aspira a seguir como ministro en una eventual segunda legislatura de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero", comenta un diputado pr¨®ximo al vicepresidente. "Es cuesti¨®n de car¨¢cter. Solbes no soporta la idea de comportarse como alguien que pasa, y actuar¨¢ como ministro de Econom¨ªa y Hacienda hasta el ¨²ltimo minuto", insiste uno de sus asesores.
El ministro de Econom¨ªa se molest¨® especialmente por el anuncio de la universalizaci¨®n de la atenci¨®n bucodental para menores de 15 a?os porque el ministro de Sanidad, Bernat Soria, se lo hab¨ªa comentado expresamente y ¨¦l le hab¨ªa advertido de que ser¨ªa necesario un estudio previo para establecer su repercusi¨®n presupuestaria. Su sorpresa fue grande cuando vio la noticia en Internet.
En otras circunstancias, el ministro de Econom¨ªa y Hacienda quiz¨¢ hubiera reaccionado de otra manera, puertas para dentro. Pero Solbes se debe temer que si no pone coto p¨²blico r¨¢pidamente se puedan producir m¨¢s incidentes similares. Una cosa es callarse ante el anuncio que hizo el presidente del Gobierno de primar con 2.500 euros cada nuevo nacimiento, algo con lo que no est¨¢ en absoluto de acuerdo, pero que responde a una iniciativa del propio presidente del Gobierno, y otra, que varios ministros empiecen a imitar a Rodr¨ªguez Zapatero. La mejor forma para poner freno a esa deriva, debe de pensar Pedro Solbes, es llamar la atenci¨®n p¨²blicamente a los imprudentes.
"Solbes no est¨¢ enfadado. M¨¢s bien empieza a pas¨¢rselo bien", comenta un diputado cercano al vicepresidente, conocedor de su socarr¨®n sentido del humor. "Su obligaci¨®n es avisar a Rodr¨ªguez Zapatero de por d¨®nde pueden empezar a llegar los problemas, y eso es, exactamente, lo que est¨¢ haciendo. En privado y en p¨²blico". "Es injusto decir que Solbes no quiere que se gaste el super¨¢vit en medidas sociales. Lo que le preocupa no es que se gaste, sino que se conviertan en derechos reconocidos por ley, que habr¨¢ que seguir financiando cuando no exista ese super¨¢vit, sino que estemos manejando d¨¦ficit", explica.
El vicepresidente considera que ya tiene bastante trabajo con la negociaci¨®n y ajuste de los Presupuestos, algo especialmente dif¨ªcil cuando todos los partidos act¨²an como si estuvieran ya en mitad de una campa?a electoral, para tener que guardarse las espaldas de sus propios compa?eros.
Ley del cupo
Para colmo, el vicepresidente y su equipo acaban de finalizar la siempre agotadora y poco agradecida negociaci¨®n del llamado "cupo vasco". La Ley Quinquenal del Concierto Econ¨®mico Vasco, y sus textos anejos, entr¨® la semana pasada en el Congreso de los Diputados, a tiempo para ser aprobada antes de fin de a?o.
Como es sabido, el Concierto Econ¨®mico permite que los vascos no paguen impuestos a la Hacienda espa?ola, sino a las diputaciones vascas. Con ese dinero financian directamente los gastos de la Administraci¨®n auton¨®mica y de todos los servicios que son competencias asumidas en el estatuto de autonom¨ªa.
Cada cinco a?os, sin embargo, hay que recalcular el dinero que ingresar¨¢n en la caja del Estado para contribuir no a la solidaridad interna de Espa?a, sino al pago de las competencias no asumidas por la Administraci¨®n vasca, como defensa, diplomacia, polic¨ªa (incluida la Ertzaintza, pagada enteramente por el Estado), ferrocarriles, puertos, etc¨¦tera. La cifra suele girar en torno al 6,24% del gasto total del Estado en esos apartados concretos (una proporci¨®n equivalente a lo que supone la econom¨ªa vasca dentro del conjunto de la econom¨ªa espa?ola). En la pr¨¢ctica es una negociaci¨®n de enorme regateo porque sobre esa cantidad te¨®rica se restan otras partidas. En esta ocasi¨®n, por ejemplo, y seg¨²n datos ofrecidos por el presidente del Gobierno en el Senado, sobre los "descuentos" ya habituales (por ejemplo, el IVA ya pagado sobre productos no elaborados en Euskadi) ha habido que a?adir nuevas deducciones, entre otras una de 25 millones de euros destinados a la aplicaci¨®n en Euskadi de la nueva Ley de Dependencia.
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