Lo que los focos no ven
El equipo de maquilladores empieza a las 7.30 una jornada fren¨¦tica
Presente, futuro y pasado. Por ese orden. El vest¨ªbulo -siempre atestado por la tarde-, la caverna de la moda y el backstage. Tres son las partes de ese cuerpo incombustible que es la Pasarela Cibeles. Se accede al presente, un gran corredor bordeado de stands de marcas y publicaciones varias -el negocio es lo primero-. Desde sus portadas, mujeres extraterrenales persiguen con la mirada a todo el que pasa, lo incitan a lanzarse de inmediato al shopping y a conseguir de una vez por todas el look perfecto.
Y, de pronto, se hace la oscuridad total. Estamos en el futuro, en la primavera-verano de 2008. La pasarela es un terreno sombr¨ªo la mayor parte del tiempo. Paredes negras, sillas negras, todo negro. Los impuntuales han de buscar su sitio a tientas. Los m¨¢s h¨¢biles hasta logran evitar el tropiezo. La luz s¨®lo les pertenece a ellas, las modelos, que lucen las propuestas estivales y desaf¨ªan a un aire refrigerado que encoge, desfile tras desfile, a los espectadores.
Ayer fue el turno de Devota & Lomba, Elio Berhanyer, Javier Larra¨ªnzar, los hermanos Ailanto, Roberto Torretta y Miguel Palacio. Algunos -no todos- lograron caldear el ambiente. Tras la pasarela se esconde el pasado. All¨ª nada permanece. Todo lo que se hace -y la actividad no cesa- se deshace sin detenerse en el presente, sin siquiera aspirar al futuro. Peinados y maquillajes mueren entre desfile y desfile. Sin contemplaciones, la m¨¢quina no puede parar.
La Pasarela Cibeles despierta a las 7.30. Los ¨²ltimos logran abandonarla antes de las diez de la noche. "Soy incapaz de hacer un recuento fiable de los que trabajamos aqu¨ª, somos muchos, s¨®lo decir que cuando acabamos esta edici¨®n ya nos ponemos a preparar la siguiente. Cibeles es como un gran domin¨®, si cae una ficha, luego caer¨¢ otra, hay que tenerlo todo bien atado", explica Marisol Carri¨®n, de ESMA Proyectos.
Los primeros en llegar son del equipo de peluquer¨ªa y maquillaje. "Es una semana fren¨¦tica pero somos muy currantes y estamos acostumbradas; las espa?olas tenemos mucha capacidad de trabajo y cuando vamos a Nueva York a trabajar se quedan sorprendidas", explica Yolanda L¨®pez, directora de maquillaje de Cibeles. "?El mism¨ªsimo Karl Lagerfeld flip¨® con nosotros cuando nos vio trabajar!". L¨®pez atesora 22 a?os de experiencia entre bambalinas. "Conozco mucho a los dise?adores y eso facilita el trabajo porque hay mucha compenetraci¨®n. Les dejo que me expliquen lo que quieren y yo lo pongo en pr¨¢ctica".
A sus ¨®rdenes, 15 maquilladores. Y el mismo n¨²mero de peluqueros a las de Beatriz Matallana, que no para de peinar ni para responder. "Tenemos una hora para peinar y maquillar a 20 modelos, todo est¨¢ muy calculado". En las mujeres de L¨®pez y Matallana abundan los cabellos de aspecto h¨²medo y liso, labios rojos, rosas, naranjas. La secuela, en la calle. "Siempre vemos despu¨¦s en la calle lo que hemos creado para la pasarela, todo se filtra". Ellas no notan el fr¨ªo. Las modelos s¨ª. Regresan al oto?o nada m¨¢s bajarse de la pasarela. Se tapan y se sientan en cualquier esquina -a lo indio o con las piernas extendidas-, leen, cantan, comen, se buscan en la prensa. Todo vale para mitigar la espera entre desfile y desfile.
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