Labor de zapa
Luis P¨¦rez se lleva la etapa mientras Sastre y el Euskaltel finiquitan las opciones del ruso Efimkin
En la galer¨ªa de personajes de la Vuelta hay dos habituales. Uno es el l¨ªder, Denis Menchov, que parece no sufrir, que responde a cualquier propuesta, que le da igual ir arropado por sus compa?eros (lo que siempre se agradece) que quedarse s¨®lo cuando la carrera exige el sacrificio de las estrellas. Se dir¨ªa que Menchov es el gran l¨ªder rutinario, algo as¨ª como el campe¨®n desapercibido, silencioso, que se llevar¨¢ la Vuelta sin un ruido, con un triunfo en Cerler y sin la sensaci¨®n de haberse despeinado. Otro es Carlos Sastre, el revoltoso, el mentirosillo, el que intenta lo f¨ªsico y lo psicol¨®gico, el que dice que no va a atacar cuando piensa atacar, el que se descuelga para ver qu¨¦ hacen los dem¨¢s y el que atac¨® ayer en el puerto de Mijares, poniendo la carrera bajo un estado de shock instant¨¢neo que se agradec¨ªa despu¨¦s de tanta rutina, de tanto no pasar nada.
Sastre sin duda es revoltoso. Y como buen atacante se revuelve contra los que chupan rueda, contra los que no colaboran. Es habitual verle gesticular contra los burgueses de la escapada y es habitual verle pelear cada segundo como si en ello le fuera la vida. La Vuelta de esta edici¨®n le debe mucho a Sastre. S¨®lo pensar en su ausencia provoca estado de somnolencia.
Sastre atac¨® ayer en el puerto m¨¢s duro, muy lejos de la meta, cuando vio que la escapada previa estaba cerca y ten¨ªa corredores de su equipo para intentar la aventura. Le respondieron casi todos: Menchov, Sastre, Evans, Mosquera... pero no Efimkin, el ruso del Caisse d'?pargne, que no supo reaccionar y se qued¨® cortado. El despiste le cost¨® al final bajarse del podio de Madrid: ahora Sastre es tercero y Samuel S¨¢nchez cuarto, dejando a Efimkin muy lejos del ¨¦xito. No fue un buen d¨ªa para el equipo de Eusebio Unzue, que contaba en la escapada con Karpets para distintas soluciones. Con lo de Efimkin, s¨®lo le qued¨® aguantar a la cola de la escapada, no dar ni un relevo y, a la postre, no disputar el triunfo de etapa.
Porque el triunfo le correspondi¨® a otro personaje para la galer¨ªa. Luis P¨¦rez hab¨ªa anunciado en la salida de Talavera de la Reina que dejaba el ciclismo profesional al t¨¦rmino de la temporada. Que ¨¦sta era su ¨²ltima Vuelta, su ¨²ltima gran carrera. Resulta que P¨¦rez, l¨ªder del Andaluc¨ªa CajaSur, cogi¨® la escapada buena, la del tantarant¨¢n de Sastre, y all¨ª se qued¨® con todos ellos.
Los grandes echaban cuentas sobre la distancia que obten¨ªan respecto a Efimkin para destronarle del podio. P¨¦rez echaba cuentas de c¨®mo y d¨®nde pod¨ªa intentar ganar la etapa: en el empedrado. All¨ª estaba su oportunidad, una ascensi¨®n cortita pero dura, bordeando la muralla, que hab¨ªa que subir dos veces antes de alcanzar la meta.
All¨ª atac¨® P¨¦rez mientras el grupo aristocr¨¢tico se miraba, se remiraba, Sastre protestaba, Menchov se apartaba. Hasta que el Euskaltel decidi¨® liderar el grupo. Pero ya era tarde. Su colaboraci¨®n con el CSC de Sastre sirvi¨® para desbancar a Efimkin, pero no para evitar el triunfo de P¨¦rez. Un triunfo que todos quer¨ªan para s¨ª mismos, pero que, seguramente, todos celebraron con el corredor madrile?o, tan contento, con un triunfo de despedida en una jornada en la que los candidatos movieron sus cartas. ?l se llev¨® la partida.
Hoy se juega la ¨²ltima mano en Abantos, por donde los ciclistas pasar¨¢n dos veces, la ¨²ltima en el final de etapa. Cuesta creer que alguien pueda intimidar al l¨ªder. Ser¨¢ la ¨²ltima oportunidad para Sastre o Samuel S¨¢nchez. Evans tampoco puede descuidarse. Las distancias son escasas, aunque se agrandan cuando se comparan con el ¨¢nimo de cada cual. La lucha se centra en dos cajones del podio. Los que est¨¢n por debajo del primero.
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