Laberinto de promiscuidad
Lo primero es la fauna: Jeff Koons y Mike Kelly, Mauro Entrialgo y Gabriel Ferrater, los heavy metals (eso s¨ª, reconducidos por la industria discogr¨¢fica), y Robert Juan-Cantavella, Ignacio Vidal Folch y Juli¨¢n R¨ªos, Isaac Rosa y Mondo Brutto. William Burroughs y Hern¨¢n Migoya, Witold Gombrowicz y F¨¦lix Romeo, Kiko Amat y Britney Spears.
Lo segundo es la selva: el programa de David Letterman, el Yankee Stadium de Don Delillo, el aeropuerto como un espacio "vaciado, transicional y asocial", el teatro herm¨¦tico de John Zorn, las geolog¨ªas de Daniel Canogar, la p¨¢gina pantalla, los emplazamientos propios del ambient...
Ya en un tercer momento, hay que lidiar con los problemas. ?C¨®mo navegar por todo esto y entre todos estos? ?De qu¨¦ manera enfrentarse al desequilibrio ecol¨®gico que propone este libro y encuadrarlo en alguna normativa cr¨ªtica? ?C¨®mo deslindar en este inmenso name-dropping que es todo un discurso y asimismo una cortina de humo capaz de nublar su primera lectura?
AFTERPOP La literatura de la implosi¨®n medi¨¢tica
Eloy Fern¨¢ndez Porta
Berenice. C¨®rdoba, 2007
327 p¨¢ginas. 20 euros
Si conseguimos avanzar,
comprendemos que la estrategia de Eloy Fern¨¢ndez Porta es m¨¢s directa de lo que parece. Esto es: redefinir las ideas literarias sobre el pop a partir de los propios conceptos emanados de esa cultura. Ensayar desde y no sobre el fen¨®meno. El pop, aqu¨ª, es ubicuo: est¨¢, como Dios, en todas partes. Aunque no es en esa ubicuidad donde alcanza su mejor definici¨®n, sino en su capacidad subversiva; en la actitud cultural que despliega. "El pop es lo que le gusta a la generaci¨®n inmediatamente posterior a aquella que acaba de ocupar el poder; lo dem¨¢s, media mediante, es alta cultura". No se trata, pues, de un compartimento estanco y escolar en la historia de la cultura (entre los sesenta y los ochenta, o entre Warhol y los posmodernistas).
Afterpop es, tambi¨¦n, una
cr¨ªtica a los opositores de la cultura medi¨¢tica. Cada uno de sus cap¨ªtulos esgrime un contrapunto con aquellos que se toman demasiado en serio la alta cultura (y a s¨ª mismos como sus pretendidos garantes). Contra una intelectualidad biempensante y sesentayochesca, solazada en lo culturalmente correcto, que se ha enterado poco de los aportes de la cultura visual, y se ha consolado colocando contenidos progresistas en formas de la alta cultura. Una ¨¦lite en cuya resistencia a la cultura pop lo que verdaderamente se esconde, seg¨²n Fern¨¢ndez Porta, es un terror reaccionario a la teor¨ªa.
En cualquier caso, el camino hacia Afterpop cuenta con ilustres antecedentes, autores que han ensanchado sin complejos el campo de la literatura gracias a la "implosi¨®n medi¨¢tica" de sus respectivas circunstancias. As¨ª Guillermo Cabrera Infante con el cine y el cabaret (Tres tristes tigres), Robert Venturi con el ne¨®n y la arquitectura popular (Aprendiendo de Las Vegas), Greil Marcus con el punk (Rastros de carm¨ªn), Paul Auster con las videoinstalaciones (Leviat¨¢n), Carlos Monsiv¨¢is con las telenovelas (Aires de familia), Peter Sloterdijk con la m¨²sica electr¨®nica (Esferas).
Afterpop apuesta por una narrativa en la que la gente postea, hace zapping, ve c¨®mics, atraviesa la cultura basura, se detiene en el realismo capitalista de Sigmar Polke y Gerhard Richter o trasiega con naturalidad entre William Burroughs y Padre de familia.
Ahora bien, incluso en la m¨¢s orgi¨¢stica de las promiscuidades, hay t¨¢cticas para transitar el laberinto. Y es aqu¨ª donde Afterpop tiene alg¨²n problema, en ese punto acad¨¦mico que contradice por momentos el argumento que defiende, en cierta tendencia a calibrar por igual autores de calidades muy diversas y, tal vez, en la falta de un ep¨ªlogo a la altura de su introducci¨®n. En todo caso, convendr¨ªa despojar a Afterpop de cualquier paternalismo al uso en nuestras parcelas cr¨ªticas. Aqu¨ª hay un libro s¨®lido y lo m¨¢s recomendable ser¨ªa combatirlo o aplaudirlo sin miramientos generacionales. Su autor ya ha demostrado suficiente solvencia cr¨ªtica para hacer lo mismo con cualquiera de nosotros.
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