Pol¨ªtica, cultura y ciudad
Si observamos los usos habituales de la pol¨ªtica con relaci¨®n a la cultura en el ¨¢mbito urbano es f¨¢cil darse cuenta de que, en la mayor¨ªa de los casos, ¨¦sta ha tenido m¨¢s valor como medio para alcanzar otros objetivos que como un fin en s¨ª misma: objetivos relacionados con el desarrollo urbano, el crecimiento econ¨®mico, la rehabilitaci¨®n de ¨¢reas desfavorecidas, la mejora de los atractivos tur¨ªsticos y la proyecci¨®n internacional o, tambi¨¦n, como medio para mejorar la igualdad de oportunidades y la cohesi¨®n social. Los cambios han sido positivos y a la vista est¨¢ la enorme transformaci¨®n del sistema p¨²blico que protege y alienta la producci¨®n y difusi¨®n cultural en nuestro pa¨ªs. Sin embargo, y de manera progresiva, hemos ido situando la cultura en el terreno instrumental.
Se intuyen cambios en el relato. La esfera de lo simb¨®lico est¨¢ adquiriendo una importancia que hace dif¨ªcil sostener que el papel de la cultura es un mero instrumento para "otros desarrollos". El sumidero de la "sociedad l¨ªquida" se ha tragado muchos de los "sentidos" que la historia de la humanidad hab¨ªa construido, y esto obliga a (re)construirlos de nuevo. La cultura es el pozo del que sacar agua. Y la pol¨ªtica har¨ªa bien en mantener e invertir en sus manantiales, en fortalecer la red de canalizaciones que permitan un suministro caudaloso a todos los ciudadanos. M¨¢s cultura deber¨ªa permitir m¨¢s desarrollo humano, mayor capacidad para comprender e incidir en el mundo que nos rodea. Los pozos son muchos y generan una gran diversidad de pr¨¢cticas culturales: la pol¨ªtica m¨¢s que orientarlos ha de abrir posibilidades para su desarrollo. Una perspectiva que la obliga a cambiar el papel de medio para convertirse en fin, en un bien de primera necesidad. Tres son las l¨ªneas en las que pueden desarrollarse estos nuevos usos culturales en la ciudad. La primera densifica el tejido de instituciones culturales y fortalece su autonom¨ªa y capacidad de producci¨®n cultural tanto en el ¨¢mbito de las ideas y el arte como en el de la ciencia. Los dispositivos culturales deben ser m¨¢s manantiales que estanques de aguas cristalinas. Articular redes de espacios aut¨®nomos, de texturas diversas, abiertos a todas las disciplinas art¨ªsticas y centrados en la producci¨®n de conocimiento son los acentos que primar. Barcelona puede jugar en posiciones muy destacadas en el ¨¢mbito de la producci¨®n creativa.
La segunda l¨ªnea es la de la educaci¨®n en el ¨¢mbito de las artes, la gran olvidada en el sistema educativo, entorno en el que, parad¨®jicamente, los lenguajes de la imagen, la m¨²sica y todo el universo digital han tomado una relevancia notable. El aprendizaje de los lenguajes art¨ªsticos no s¨®lo permite detectar nuevos talentos y despertar vocaciones, sino que, sobre todo, se convierte en instrumento que incrementa la capacidad cr¨ªtica de leer una realidad cada vez m¨¢s cargada de im¨¢genes y material simb¨®lico. Es, adem¨¢s, el principal camino para fomentar una sociedad no s¨®lo de consumidores culturales, sino de ciudadanos activos y abiertos a la participaci¨®n cultural.
La tercera l¨ªnea, quiz¨¢ la m¨¢s dif¨ªcil de articular, es saber encontrar el camino para que la creciente multiculturalidad encuentre espacios de di¨¢logo, de hibridaci¨®n en algunos casos y, sobre todo, de reconocimiento mutuo. La cultura arraigada al territorio ha de expandirse y fortalecerse a la vez que ha de aprender a convivir con otros universos e imaginarios culturales que habitan la ciudad. La convivencia futura tendr¨¢ una gran relaci¨®n con las actitudes, modos y espacios culturales que, hoy, pongamos a disposici¨®n del encuentro, el intercambio y, tambi¨¦n, el mestizaje. La ciudad es culturalmente m¨¢s compleja, m¨¢s abierta, menos predecible, mucho menos homog¨¦nea y demanda estrategias de transformaci¨®n adaptadas a este nuevo contexto. Desde el Instituto de Cultura de Barcelona se ha impulsado un nuevo plan estrat¨¦gico del ¨¢mbito cultural que apunta nuevos objetivos y acciones para los a?os venideros. En ¨¦l se plantean nuevas iniciativas y proyectos. Lo m¨¢s significativo, sin embargo, es la manera renovada de entender el papel que la cultura debe tener en la construcci¨®n de nuestra ciudad. La pol¨ªtica debe agudizar el ingenio fomentando la ambici¨®n y la calidad sin perder de vista las necesidades ciudadanas y fortaleciendo las alianzas y acuerdos con los agentes culturales de la ciudad para mejorar la calidad y la cantidad de est¨ªmulos culturales que Barcelona ofrece. No es tarea f¨¢cil en un mundo cada vez m¨¢s complejo, pero es que hoy la pol¨ªtica tambi¨¦n se ha convertido en una actividad creativa.
Jordi Mart¨ª i Grau es delegado de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona.
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