Puedo prometer y prometo
Ya se sabe que la historia es tierna con sus protagonistas, y que aquello que, en el fragor de la batalla, parec¨ªa muy criticable, con el paso del tiempo adquiere la suave textura de lo nost¨¢lgico. Adolfo Su¨¢rez, por ejemplo, fue un pol¨ªtico atizado duramente en la trinchera, pero los barros de las viejas guerras pol¨ªticas, no traen lodos a su memoria, hoy respetada y engrandecida. Incluso algunos de sus famosos latiguillos, que adornaron los chistes de la ¨¦poca, ya forman parte del bagaje del personaje. Notable y pura historia. De ese bagaje extraigo una de las frases que marcaron ¨¦poca y que, en la ¨¦poca, marcaron los dardos que lanz¨® la oposici¨®n a su digna figura. "Puedo prometer y prometo", entonaba Su¨¢rez cual paradigma de la melod¨ªa electoral, y la canci¨®n a¨²n nos remete, en la actualidad, al concepto vacuo de la promesa electoral. Si algo sabe el mundanal ruido es que lo prometido en campa?a se lo lleva el viento, y que los tiempos de elecciones son tiempos de hip¨¦rboles, ret¨®ricas y pesados maquillajes. Y, sin embargo, como si fuera la primavera, nuestros representantes p¨²blicos padecen una sobredosis hormonal cada vez que la estaci¨®n pol¨ªtica suena a urnas.
Escuch¨¦ a mi admirada colega Milagros P¨¦rez Oliva decir que ella no sent¨ªa ninguna incomodidad por la tendencia de muchos pol¨ªticos a prometer lo prometible en su final de mandato. Que le parec¨ªa leg¨ªtimo. Y sin duda lo es, pero, a diferencia de Milagros, personalmente me resulta bastante antip¨¢tico el m¨¦todo, no en vano respira una notable sensaci¨®n de abuso. Las promesas pol¨ªticas deben formar parte de los programas electorales, de los contratos entre el ciudadano y el l¨ªder escogido, de las declaraciones en campa?a, sin duda, de toda la parafernalia de un choque electoral. Pero no pueden salpicar la agenda pol¨ªtica de un cargo p¨²blico, al final de su mandato. Ni es est¨¦tico, ni es l¨ªcito, aunque sea leg¨ªtimo.
De ah¨ª que mi primera incomodidad, con esta alegr¨ªa talonera que adorna los ¨²ltimos tiempos del presidente Zapatero, es de m¨¦todo. ?Es necesario sacar la chistera y repartir conejos, cual rutilante ilusionista, para conseguir credibilidad pol¨ªtica? Una, en su ingenuidad, quisiera pensar que la buena gesti¨®n de un gabinete avala una s¨®lida campa?a electoral, y que las mieles est¨¢n en lo hecho y demostrado, y no en la especulaci¨®n de lo que podr¨ªa hacerse. ?Cree tan poco en s¨ª mismo, el Gobierno de Zapatero, como para necesitar exhibir cheques al contado, repartir ayudas improvisadas y dar una imagen de vulgar rey mago? Esta bater¨ªa de promesas econ¨®micas, a tanto la pieza, ?dan cr¨¦dito a una gesti¨®n solvente?
S¨¦ que no es simp¨¢tico, pero resulta obligado recordar que el presidente Montilla ya critic¨® severamente -y con raz¨®n- ese estilo electoral, cuando Artur Mas sac¨® la repartidora y prometi¨® pagarlo todo. Si la cr¨ªtica era buena entonces, y lo era, me temo que tambi¨¦n lo es ahora. ZP est¨¢ repitiendo el mismo esquema que dibuj¨® el bueno de Mad¨ª para que Artur Mas impactara electoralmente, y que le sali¨® por la culata. Quiz¨¢, s¨®lo quiz¨¢, la gente est¨¢ harta del abuso del verbo prometer, sobre todo cuando se ha levantado la veda electoral y los pol¨ªticos est¨¢n de caza. Quiz¨¢, s¨®lo quiz¨¢, nos hemos vuelto un poco descre¨ªdos y algo m¨¢s listos.
Pero no es s¨®lo el m¨¦todo. Lo m¨¢s grave es la filosof¨ªa que late detr¨¢s de tanta promesa de talonario, una filosof¨ªa que, decorada con toda la ret¨®rica progresista, me resulta muy reaccionaria. Pagar por tener hijos, por ejemplo, es una de las propuestas m¨¢s antimodernas que he o¨ªdo desde hace tiempo, no solo porque va en contra de lo que fue una conquista hist¨®rica del feminismo, la planificaci¨®n familiar -tan necesaria, por otro lado, en algunos sectores sensibles como el de la emigraci¨®n, en el que abundan los embarazos adolescentes-, sino porque no ataca el problema de ra¨ªz: falta de guarder¨ªas p¨²blicas, nula capacidad de conciliar horarios laborales con familiares, dificultad econ¨®mica de los sectores sensibles, etc¨¦tera. Y encima, incentivando la natalidad sin ton ni son se complica el problema.
Lo mismo podr¨ªamos comentar de las ayudas para alquileres o compras de pisos, que necesariamente amplifican el problema sin resolverlo, o cualquier otra de las medidas del rey Midas que estos d¨ªas inundan los peri¨®dicos y juegan con las esperanzas de la gente. Estamos creando una concepci¨®n subsidiada de la democracia, y ello nada tiene que ver con los conceptos sociales que inspiraron la socialdemocracia hist¨®rica. Desde luego, esto no es filosof¨ªa Olof Palme. M¨¢s bien recuerda la ret¨®rica Ch¨¢vez. Todo ello, adem¨¢s, agravado por una profunda sensaci¨®n de improvisaci¨®n pol¨ªtica, que tan bien detect¨® el propio diario EL PA?S cuando record¨® a Chac¨®n, que antes de ella, hab¨ªa vida y se llamaba ministra Trujillo...
Mi ¨²ltima pregunta, ?tan nerviosos est¨¢n? Porque esto, queridos m¨ªos, no es nada serio. Lo serio es preocuparse por la crisis inmobiliaria, y plantear soluciones estructurales. Lo serio es luchar, integralmente, por la conciliaci¨®n entre la vida laboral y la familiar, y conseguir que seamos madres, y no muramos en el intento. Lo serio es hacer pedagog¨ªa sobre la maternidad responsable, y no pagar simplemente por parir. Lo serio es no jugar con el verbo prometer, sobre todo cuando las trompetas electorales ensordecen las razones. Lo serio es vender buena gesti¨®n, para repetir en el Gobierno, y no humo con dinerito p¨²blico de por medio. Seriedad. Eso es lo que se ha perdido estos d¨ªas de alegr¨ªa de talonario. Seriedad, rigor y sentido del rid¨ªculo.
www.pilarrahola.com
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