La 'yihad' de Bush
El presidente intent¨® disfrazar de fe religiosa su pol¨ªtica de declarar una guerra contra Irak sin provocaci¨®n previa
Hace m¨¢s de 60 a?os, en plena II Guerra Mundial, el juez Robert Jackson escribi¨®: "Si existe alguna estrella en nuestra constelaci¨®n constitucional, es que ning¨²n funcionario, grande o peque?o, pueda prescribir lo que es ortodoxo en pol¨ªtica, nacionalismo, religi¨®n u otros temas de opini¨®n". Sus palabras no son menos ciertas hoy.
Cualquier intento de cualquier Gobierno oficial de Estados Unidos de usurpar el derecho divino es, por consiguiente, una blasfemia. El Gobierno, en el proyecto estadounidense, carece de derechos divinos. Su autoridad moral se deriva de la integridad de sus procesos deliberativos y de nuestra propia participaci¨®n en dichos procesos. El poder que le otorgan los gobernados ha de ce?irse a la letra de la ley. Como escribi¨® John Adams en Massachusetts, somos "un Gobierno de leyes, no de hombres".
El descubrimiento de que nuestro Gobierno hab¨ªa torturado de manera rutinaria y cruel a prisioneros provoc¨® escasas protestas en el pa¨ªs
Como han observado otros, la visi¨®n de Bush de su pol¨ªtica en el contexto de un conflicto fat¨ªdico espiritual entre el bien y el mal no se ajusta a la doctrina cristiana
La separaci¨®n de la Iglesia y el Estado se bas¨® no s¨®lo en las ideas de los padres fundadores sobre el miedo, la fe y la raz¨®n, sino tambi¨¦n en su conocimiento de la naturaleza del poder. (...)
El sistema inmunol¨®gico de la democracia estadounidense ha funcionado con m¨¢s eficacia cuando los ciudadanos de la naci¨®n tuvieron mayores oportunidades de examinar "cada hecho, cada opini¨®n" ante el tribunal de la raz¨®n. Si bien jam¨¢s ha existido una ¨¦poca en que el sistema funcionara a la perfecci¨®n, hemos triunfado m¨¢s como naci¨®n cuando se han podido discutir con mayor libertad las opciones que se abr¨ªan ante nosotros. Sin embargo, nuestra buena disposici¨®n y competencia como ciudadanos para desempe?ar un papel fundamental se ha puesto en duda. Nuestra capacidad de llevar a cabo un an¨¢lisis racional ya no es lo que era. La verdad es que leer y escribir ya no son tan importantes a la hora de interactuar con el mundo como antes. (...)
El descubrimiento de que nuestro Gobierno hab¨ªa torturado de manera rutinaria y cruel a prisioneros (y continuaba haci¨¦ndolo obedeciendo a una pol¨ªtica oficial) provoc¨® escasas protestas, aunque amenaza los valores y la autoridad moral de Estados Unidos en el mundo. De manera similar, la revelaci¨®n de que la rama ejecutiva hab¨ªa espiado masivamente a los ciudadanos estadounidenses, sin respetar el imperativo constitucional de obtener mandatos judiciales (y continuaba haci¨¦ndolo), provoc¨® tan escasa controversia que el Congreso aprob¨® la legislaci¨®n y consolid¨® la pr¨¢ctica. No obstante, esta acci¨®n amenazaba la integridad de la Declaraci¨®n de Derechos, que es la esencia del don de Estados Unidos a la historia de la humanidad.
Al mismo tiempo se empuj¨® a la mayor¨ªa de los ciudadanos a aprobar y respaldar de buen grado la invasi¨®n de un pa¨ªs que no nos hab¨ªa atacado y que no supon¨ªa ninguna amenaza para nosotros. Poca oposici¨®n se expres¨® al repliegue de las tropas estadounidenses y otros recursos b¨¦licos en la persecuci¨®n de terroristas que s¨ª nos atacaban y s¨ª supon¨ªan un peligro inminente.
?C¨®mo hemos podido llegar a estar tan confundidos sobre la diferencia entre las amenazas reales y las amenazas ilusorias? ?Estamos acaso exhibiendo el tipo de reacci¨®n irresponsable y vaga ante los peligros que acechan a la rep¨²blica, que consigue incapacitarnos para apoyar el buen funcionamiento del Gobierno constitucional estadounidense? Y aunque no est¨¦n de acuerdo conmigo sobre mis conclusiones acerca de las decisiones tomadas por la Administraci¨®n, ?no habr¨ªa sido mejor habernos involucrado en un debate claro y abierto acerca del tema?
Al presentar la invasi¨®n de Irak como el frente central de una lucha ¨¦pica entre el bien y el mal, el presidente Bush intent¨® disfrazar su pol¨ªtica de declarar una guerra sin provocaciones previas de fe religiosa. Estados Unidos se hab¨ªa quedado en estado de estupor debido a la ferocidad y magnitud de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001. El temor a m¨¢s atentados, y la intensa ira que sent¨ªamos todos contra aquellos que hab¨ªan matado a nuestros compatriotas, provoc¨® que nuestro pa¨ªs deseara seguir el liderazgo de nuestro presidente y atacar los objetivos que ¨¦l eligiera.
Al principio envi¨® tropas a Afganist¨¢n para atacar a los terroristas y destruir sus bases. Pero poco despu¨¦s, Bush empez¨® a desviar los deseos de venganza de la naci¨®n de Osama Bin Laden a Sadam Husein. Ofreci¨® a los estadounidenses una forma de abrirse paso entre las complejidades de la pol¨ªtica exterior, a base de dividir todas las naciones del mundo en dos categor¨ªas: "O est¨¢is con nosotros o contra nosotros". Incluy¨® a Irak en "el eje del mal" y present¨® pruebas falsas de que Husein hab¨ªa intentado fabricar armas at¨®micas. Por iron¨ªas del destino, los otros dos miembros de ese eje (Ir¨¢n y Corea del Norte) han dedicado los ¨²ltimos seis a?os a desarrollar sendos programas de armas nucleares.
Mucho antes de que empezara a preparar la guerra contra Irak, Bush ya hab¨ªa anunciado que su enemigo era el mal. El d¨ªa despu¨¦s del 11-S, Bush anunci¨®: "Se va a librar una batalla monumental entre el bien y el mal, pero el bien vencer¨¢". Dos d¨ªas despu¨¦s, yo estaba sentado entre el p¨²blico de la catedral Nacional cuando Bush proclam¨® que "su responsabilidad ante la historia" era "librar al mundo del mal". Aquel d¨ªa pens¨¦ que la mayor parte del discurso del presidente era excelente, y as¨ª se lo dije. Pero recuerdo que me qued¨¦ at¨®nito ante la grandiosidad y desmesura de su extra?a e inquietante afirmaci¨®n de que pod¨ªa "librar al mundo del mal".
?De veras?
La semana siguiente, al dirigirse a una sesi¨®n conjunta del Congreso, Bush dijo que Dios hab¨ªa previsto el resultado del conflicto en el que nos ¨ªbamos a enzarzar porque "libertad y miedo, justicia y crueldad, siempre han estado en guerra, y sabemos que Dios no es neutral en dicha contienda".
Como han observado otros, la visi¨®n de Bush de su pol¨ªtica en el contexto de un conflicto fat¨ªdico espiritual entre el bien y el mal no se ajusta a la doctrina cristiana. Se parece m¨¢s a la antigua herej¨ªa cristiana llamada manique¨ªsmo (rechazada por la cristiandad hace m¨¢s de mil a?os), cuyo prop¨®sito era dividir toda la realidad en dos sencillas categor¨ªas: el bien absoluto y el mal absoluto.
La sencillez siempre es m¨¢s atractiva que la complejidad, y la fe siempre es m¨¢s consoladora que la duda. Tanto la fe religiosa como las explicaciones exentas de complicaciones del mundo se valoran mucho m¨¢s en ¨¦pocas de gran temor. Adem¨¢s, en ¨¦pocas de gran incertidumbre y angustia p¨²blica, cualquier l¨ªder que combine una pol¨ªtica simplista con afirmaciones de que sigue los mandatos de Dios se escapar¨¢ con m¨¢s facilidad de preguntas dif¨ªciles basadas en las deficiencias l¨®gicas de sus argumentaciones.
Hay muchas personas en ambos partidos pol¨ªticos a quienes preocupa sobremanera la inquietante relaci¨®n del presidente Bush con la raz¨®n, su desprecio a los datos reales y su falta de curiosidad por cualquier nueva informaci¨®n capaz de conducir a una comprensi¨®n m¨¢s profunda de los problemas y las t¨¢cticas que ha de afrontar en nombre de nuestro pueblo.
No obstante, la gente que le ve y oye en la televisi¨®n interpreta a veces la falta de curiosidad de Bush y su aparente inmunidad a la duda como prueba de la fuerza de sus convicciones, aunque esta misma falta de flexibilidad (ese testarudo rechazo a tomar en consideraci¨®n opiniones alternativas o pruebas contradictorias) supone un peligro grav¨ªsimo para nuestro pa¨ªs.
Por la misma raz¨®n, la simplicidad de los pronunciamientos de Bush suele malinterpretarse como prueba de que ha llegado hasta el fondo de un problema complejo, cuando en realidad lo cierto es lo contrario: suele expresar su rechazo a adentrarse en complejidades. Y eso es muy preocupante en un mundo en que los desaf¨ªos a los que se enfrenta Estados Unidos son muy complejos y exigen an¨¢lisis rigurosos, prolongados y disciplinados.
Sin embargo, no recuerdo ni un solo peri¨®dico, comentarista o l¨ªder pol¨ªtico que cuestionara la afirmaci¨®n del presidente de que el objetivo de nuestra naci¨®n era "librar al mundo del mal". Adem¨¢s, casi nadie cuestion¨® la rid¨ªcula l¨®gica que utilizaron el presidente y el vicepresidente para relacionar a Osama Bin Laden con Sadam Husein. (...)
La Administraci¨®n de Bush demuestra una y otra vez su falta de respeto por todo ese proceso b¨¢sico. Aduce que se halla bajo la gu¨ªa divina. Cree que sabe la verdad, y no siente la menor curiosidad por conocer datos que puedan contradecirle. Por ejemplo, Bush describi¨® la guerra de Irak como una "cruzada", un desprecio al hecho evidente de que las implicaciones sectarias de esa descripci¨®n podr¨ªan plantear a nuestras tropas m¨¢s dificultades en una naci¨®n musulmana que ya hab¨ªa repelido en numerosas ocasiones las invasiones de cruzados cristianos durante la Edad Media. Uno de los generales responsables de la pol¨ªtica b¨¦lica, William G. Boykin, se sum¨® a un ciclo de charlas de grupos evang¨¦licos conservadores durante su tiempo libre y declar¨®, desde el p¨²lpito y en uniforme, que nuestra naci¨®n se hab¨ªa embarcado en una guerra santa como "naci¨®n cristiana que lucha contra Satan¨¢s". (...)
En la Navidad de 2006, el congresista Robin Hayes (del Comit¨¦ Nacional Republicano) propuso que la ¨²nica soluci¨®n perdurable de la guerra civil sectaria en Irak era "propagar el mensaje de Jesucristo. Todo depende de que el mundo se entere de que el Salvador ha nacido". Bien, congresista, yo tambi¨¦n considero que Jes¨²s es mi Salvador, pero Irak es un pa¨ªs musulm¨¢n. El general Boykin no fue destituido. Por cierto, el mismo general Boykin es quien contribuy¨® a organizar la pr¨¢ctica de malos tratos a los prisioneros en Irak. (...)
Muchos prisioneros declararon que los guardias les hab¨ªan obligado, bajo el dolor de la tortura, a maldecir su religi¨®n, comer cerdo y beber alcohol, violando los preceptos de su fe. Estos ejemplos son tan horripilantes, en parte, porque son contrarios a la esencia de Estados Unidos. Lo que convierte a nuestro pa¨ªs en algo tan especial en la historia de las naciones es nuestro compromiso con el imperio de la ley y nuestra devoci¨®n a la democracia y los derechos humanos. Debido a que los padres fundadores hab¨ªan estudiado a fondo la naturaleza humana, sab¨ªan que el bien y el mal se hallan presentes en todas las personas. Tem¨ªan el abuso de poder porque sab¨ªan que cada uno de nosotros vive cada d¨ªa con un sistema interno de controles y equilibrios, y ninguno puede confiar en ser virtuoso si se le permite alcanzar un grado enfermizo de poder sobre nuestros compatriotas. Piensen en el equilibrio de impulsos internos descrito por uno de los soldados de Abu Ghraib condenado por maltratar prisioneros, el especialista Charles A. Graner fue interrogado por su colega el especialista Joseph M. Darby, que denunci¨® con valent¨ªa las violaciones de los derechos humanos. Cuando Darby pidi¨® a Graner que explicara los actos plasmados en las fotograf¨ªas descubiertas por Darby en el disco de la c¨¢mara, Graner contest¨®: "El cristiano que hay en m¨ª me dice que est¨¢ mal, pero el responsable de los prisioneros me dice: 'Me encanta obligar a un adulto a mearse encima".
Al Gore
Ex vicepresidente de EE UU con el dem¨®crata Bill Clinton, derrotado 'in extremis' por George Bush en la lucha por la Casa Blanca, ha sido galardonado con el Pr¨ªncipe de Asturias de Cooperaci¨®n Internacional por su campa?a contra el cambio clim¨¢tico.
El ataque contra la raz¨®n.
Debate.
En opini¨®n del autor, la democracia corre actualmente un grave peligro en Estados Unidos, no por culpa de una ideolog¨ªa, sino porque el mercado de ideas que acompa?a o dirige el discurso p¨²blico lo trastoca todo. El libro sale a primeros de octubre.
La teor¨ªa del apego
ACTUALMENTE, en Estados Unidos, a muchos les parece que el Gobierno es insensible, y que no hay nadie con poder que les escuche o d¨¦ importancia a lo que piensan. Se sienten desconectados de la democracia. Tienen la impresi¨®n de que el voto individual carece de peso, y que como individuos ya no disponen de ning¨²n modo pr¨¢ctico de participar en el autogobierno del pa¨ªs.
Por desgracia, no se equivocan del todo. Hoy d¨ªa es frecuente que se vea al votante m¨¢s que nada como un blanco f¨¢cil para la manipulaci¨®n de los que buscan su consentimiento para ejercer el poder. Ahora mismo pasa por conversaci¨®n nacional lo que no es m¨¢s que un mon¨®logo televisivo compuesto de mensajes propagand¨ªsticos muy refinados. As¨ª, en las elecciones de noviembre de 2006, cuando pregunt¨¦ a los candidatos de los dos partidos por el presupuesto de sus campa?as, ambos me dijeron que se hab¨ªan gastado m¨¢s de dos tercios en espacios electorales de medio minuto por televisi¨®n.
Usando grupos de discusi¨®n y t¨¦cnicas complejas de sondeo, los autores de estos mensajes (herederos de Edward Bernays) logran lo ¨²nico que les interesa obtener del ciudadano: reacciones que les sirven para pulir al m¨¢ximo sus herramientas de manipulaci¨®n. Con el paso del tiempo, queda al desnudo el triste espect¨¢culo de la falta de autenticidad, cuyo precio se paga en cinismo y alienaci¨®n. Cuantos m¨¢s ciudadanos se desconecten del proceso democr¨¢tico, menos leg¨ªtimo ser¨¢ este ¨²ltimo.
La televisi¨®n permite recibir informaci¨®n, pero lo que no logra establecer es la posibilidad de enviar informaci¨®n en sentido contrario. Esta curiosa condici¨®n un¨ªvoca de la principal relaci¨®n que mantienen actualmente los estadounidenses con su conversaci¨®n nacional influye profundamente en su actitud b¨¢sica ante la propia democracia. Si se puede recibir, pero no enviar, ?en qu¨¦ queda la percepci¨®n b¨¢sica de nuestra conexi¨®n con el autogobierno del pa¨ªs?
La teor¨ªa del apego es una rama nueva e interesante de la psicolog¨ªa del desarrollo que permite darse cuenta de lo importante que es una comunicaci¨®n constante, adecuada y receptiva en ambos sentidos, y de por qu¨¦ es fundamental que las personas sientan que tienen poder.
La teor¨ªa del apego, creada por el psiquiatra brit¨¢nico John Bowlby en 1958, fue desarrollada por su pupila Mary Ainsworth y por otros expertos que estudiaban el desarrollo psicol¨®gico de los beb¨¦s. Trata del ser humano como individuo, pero a mi modo de ver, tambi¨¦n es una aut¨¦ntica met¨¢fora muy esclarecedora sobre la importancia de una comunicaci¨®n realmente fluida y libre en cualquier relaci¨®n que implique confianza.
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