Javier Mar¨ªas, Escribir para ver
Polemista y genial, Javier Mar¨ªas, uno de nuestros grandes escritores, publica la novela con la que pone el punto final a su ambiciosa trilog¨ªa 'Tu rostro ma?ana', una ficci¨®n que llega a parecerse a la realidad y que le ha dejado exhausto. Escribir es su refugio y una forma de observar la realidad.
Javier Mar¨ªas naci¨® en Madrid en 1951 y sigue pareciendo aquel joven que cuando ten¨ªa 19 a?os public¨® su primera novela, Los dominios del lobo. Han pasado muchos a?os, han venido las canas y muchos m¨¢s libros; ¨¦l se ha convertido en un articulista afamado y pol¨¦mico, algunos libros suyos han dado saltos incre¨ªbles en las listas de ¨¦xitos internacionales, y fue muy famosa aquella apuesta que hizo por ¨¦l y por Coraz¨®n tan blanco el cr¨ªtico m¨¢s importante de Europa, el alem¨¢n Reich Ranicki. Ha pasado todo eso, e incluso le han hecho miembro de la Academia, a la que ¨¦l nunca quiso acceder hasta que muriera su padre, Juli¨¢n Mar¨ªas, y esa muerte ocurri¨® en el invierno de 2005. Pero Javier Mar¨ªas sigue despertando en persona esa sensaci¨®n de que uno se halla ante un adolescente sensato que coleccion¨® soldados de plomo y que ahora colecciona libros y pel¨ªculas, y que tiene la imaginaci¨®n y la mente y la cabeza y la casa llena de ficciones que su maestr¨ªa, la que demuestra en sus libros y sobre todo en la ¨²ltima novela de su trilog¨ªa, Tu rostro ma?ana, convierte en historias que traspasan la ficci¨®n para parecer verdaderas, tangibles. Parece un adolescente todav¨ªa, pero s¨®lo un escritor muy maduro puede sentarse ante la m¨¢quina de escribir ?nada de ordenadores, s¨®lo en la m¨¢quina de escribir? y lograr con esa maestr¨ªa una ficci¨®n que de pronto te asalta como si fuera un relato de la realidad. Hay momentos en esa trilog¨ªa, y sobre todo en este volumen, Verano y sombra y adi¨®s, en que la ficci¨®n parece tan v¨ªvida y tan real que te dan ganas de acudir en auxilio del protagonista, que uno siempre cree que es el propio Mar¨ªas, y que no es Mar¨ªas para nada, para proponerle salidas al embrollo en el que est¨¢ metido, para ayudarle a transitar por el Madrid peligroso en que Jacobo Deza (el personaje de la ficci¨®n) se introduce como si quisiera vivir dentro de una madeja o de un laberinto.
"Todo lo que hay en el libro est¨¢ en mi cabeza, aunque tuve que buscar unas citas y vi que mi memoria no daba tanto de s¨ª"
"Gran parte de la sociedad ha perdido mucha capacidad moral, y el todo vale se ha impuesto en la vida espa?ola"
"Despu¨¦s del esfuerzo y del tiempo empleado, creo que s¨ª, que esta es mi mejor novela, la m¨¢s ambiciosa"
As¨ª que cuando uno entra en esta casa grande en la que vive el Mar¨ªas de verdad, ve los manuscritos corregidos que llenan una caja grande y repleta, y se sienta en medio de esta luz melocot¨®n de la que hablaba la maestra Soledad Alameda en la entrevista con la que se salud¨® (en EPS) la salida del segundo tomo de Tu rostro ma?ana, uno vuelve a imaginar que Mar¨ªas es Deza, que trabaj¨® en el servicio secreto brit¨¢nico, que se separ¨® de una mujer que se llama Luisa y que persigui¨®, con las armas (el veneno) que le dieron en aquella agencia de espionaje, a un enemigo muy encarnizado que tuvo.
Y claro que no: Mar¨ªas es Javier Mar¨ªas, una persona educada y sol¨ªcita que regala a sus amigos incluso aquello que ¨¦l quisiera quedarse; que ha sido hecho rey de una isla llamada Redonda, en la que no tiene s¨²bditos, y que es hoy d¨ªa uno de los grandes escritores de este pa¨ªs y de Europa. Vive en esta casa, se levanta tarde, tiene el contestador telef¨®nico siempre conectado ?en el que su propia voz dice un mensaje que se parece al t¨ªtulo de su ¨²ltima entrega ("? y, y? adi¨®s")?; es un hombre met¨®dico, muy trabajador, muy ensimismado, pero hablador; si le preguntas, habla. No se puede uno imaginar las horas y horas y horas de silencio que hay detr¨¢s de esta obra y de tantas obras que el antes joven Mar¨ªas (as¨ª le llamaba Juan Benet, don Juan, uno de sus grandes amigos, un referente inolvidable) ha ido haciendo en una mesa como esta que ahora est¨¢ llena de objetos y de libros viejos o recientes, en la que, sin embargo, no hay pr¨¢cticamente ninguna nota sobre lo que ha ido escribiendo. La respuesta es simple: todo est¨¢ en esta cabeza que ahora pasa a responder, hablando a media voz, como habla Javier Mar¨ªas, las preguntas que nosotros le hacemos mientras cae sobre este lugar de Madrid la ¨²ltima luz de septiembre.
Mientras habl¨¢bamos le llegaron los dos primeros ejemplares de este ¨²ltimo tomo ?"mi mejor novela"?. Se interrumpi¨® la conversaci¨®n; Mar¨ªas estaba radiante, feliz, pero sobrio. Relajado, tranquilo, el novelista habla de su esfuerzo, el ¨²ltimo, dice, de estas dimensiones.
'Veneno y sombra y adi¨®s'. Es un libro que requiere mucha inteligencia para ser escrito, imagine cu¨¢nta hace falta para leerlo. ?C¨®mo nace un libro as¨ª?
Estamos hablando del tercer volumen, el m¨¢s largo de los tres; sin duda el m¨¢s extenso y el que m¨¢s trabajo me ha dado. La verdad es que es un libro, como todos los m¨ªos, que no est¨¢ planeado de antemano. Cuando empec¨¦ a escribir el primer volumen preve¨ªa que iba a ser una novela extensa, pero de ning¨²n modo tanto como ha resultado ser. As¨ª que cuando lo publiqu¨¦ anunci¨¦ que iba a haber un segundo volumen, pero de ning¨²n modo pensaba entonces que pudiera haber un tercero, y aqu¨ª est¨¢. Fue cuando ya avanzaba en el segundo tomo cuando entend¨ª que seguramente ser¨ªa necesario un tercero. La ambici¨®n del libro surge del mismo libro. No de mi intenci¨®n.
As¨ª que el libro le va conduciendo.
No, a m¨ª no. No acepto eso de que los libros le vayan conduciendo a uno o que los personajes se rebelen frente a la voluntad del escritor. Uno conduce el libro, faltar¨ªa m¨¢s. Uno improvisa, uno decide. T¨² decides siempre. A m¨ª lo que m¨¢s me gusta del acto de escribir es el proceso de averiguaci¨®n. Yo averiguo la novela que estoy escribiendo y s¨®lo la entiendo cuando la he terminado. Los dos primeros vol¨²menes, que fueron publicados en 2002 y 2004, fueron saludados con mucha generosidad tambi¨¦n en el extranjero, sobre todo por la cr¨ªtica anglosajona, y yo me dec¨ªa: "Pero si no he acabado la novela. Son muy generosos, pero est¨¢n leyendo una cosa a¨²n incompleta. No se puede juzgar hasta que se haya acabado del todo".
?Y le ense?aron algo, le advirtieron sobre algo de lo que estaba escribiendo?
Cuando sali¨® el primer volumen decid¨ª que no iba a leer ninguna cr¨ªtica, y m¨¢s o menos lo cumpl¨ª. Cuando se public¨® el segundo volumen, y el tercero iba bastante adelantado, le¨ª algunas cr¨ªticas extranjeras. Me suelo fijar bastante m¨¢s en lo que dicen en el extranjero simplemente porque fuera no te conocen y no hay elementos espurios, prejuicios, o posjuicios. En ese sentido, esas cr¨ªticas me animaron. Hubo una o dos que fueron negativas. Una me hizo mucha gracia porque dec¨ªa algo as¨ª como: "Yo, m¨¢s o menos, preveo c¨®mo va a seguir el libro?". Y pens¨¦: ?qu¨¦ suerte, yo todav¨ªa no lo s¨¦!
Esa indagaci¨®n, esa averiguaci¨®n que hace para seguir el libro, constituye tambi¨¦n un estilo, ?no? El lector averigua al tiempo que averigua el escritor.
Creo que el escritor, por el mero hecho de estar utilizando palabras, por estar contando una historia, conviene que escriba con inteligencia. Hay gente que me ha dicho que mis libros son complejos, pero que yo hago todo el trabajo. Es decir, que no exijo ning¨²n gran esfuerzo por parte de los lectores. Creo que el lector puede seguir perfectamente el proceso del libro sin tener que poner demasiado de su parte.
?Y cu¨¢l es el chispazo de una historia as¨ª, en la que no s¨®lo hay ficci¨®n, sino realidad, y ¨¦stas se juntan hasta que uno cree que usted habla de algo que le sucedi¨®? ?C¨®mo nace Jacobo Deza, el personaje del libro?
Jacobo, en realidad, naci¨® hace dieciocho a?os. Es el narrador de Todas las almas. Y aunque esta ¨²ltima novela se puede leer independientemente de Todas las almas, no deja de ser el mismo personaje con muchos m¨¢s a?os. ?El chispazo? ?sta es una cuesti¨®n delicada; hace algunos a?os no hubiera podido abordarla en p¨²blico porque una de las personas claves de la historia viv¨ªa a¨²n, era sir Peter Russell. Un gran amigo m¨ªo. Era profesor, catedr¨¢tico, un gran hispanista de la Universidad de Oxford. Y aunque a ¨¦l no le gustaba hablar de eso, trabaj¨® para el servicio secreto durante la guerra. Y la verdad es que tengo conocimiento directo, de primera mano, de algunas cosas relacionadas con el servicio secreto ingl¨¦s. Recuerdo que sir Peter Russell dec¨ªa que nunca contar¨ªa en vida nada de lo que hab¨ªa hecho o dejado de hacer porque no estaba dispuesto a ser pasto de dominicales. ?Y aqu¨ª estoy, hablando de eso para un dominical! Adem¨¢s me dijo, y eso est¨¢ reflejado en la novela, en el personaje que le corresponde, que oficialmente no ten¨ªa autorizaci¨®n para contar lo que hab¨ªa hecho setenta a?os atr¨¢s. Evidentemente, a partir de estos datos que conozco se produce una fabulaci¨®n por mi parte. Y luego hay otro elemento que, en mis ¨²ltimas seis novelas, aparece constantemente, y es un narrador que ha renunciado a su propia voz. Es un int¨¦rprete de vidas, un esp¨ªa que tiene una cierta facultad para saber qu¨¦ se puede esperar de las personas, sobre todo de las m¨¢s cercanas, que son las que m¨¢s da?o nos pueden hacer.
El que es capaz de saber qu¨¦ puede ser 'tu rostro ma?ana'.
Exactamente. En este volumen es donde m¨¢s se encuentra ese personaje capaz de encontrarse con lo que ser¨¢ el rostro ma?ana. Ese personaje con esa facultad es la primera chispa, por decirlo as¨ª. En este tercer volumen tambi¨¦n se explica c¨®mo afect¨® la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn al servicio secreto brit¨¢nico y a los servicios secretos de otros pa¨ªses. Hubo mucha gente que perdi¨® su trabajo, y muchas cosas cambiaron radicalmente. Durante diez u once a?os, muchos agentes secretos empezaron a ofrecer sus servicios a empresas privadas, y, por tanto, empezaron a tener otros clientes, los que en la novela se llaman "particulares-particulares". Ya no estaban trabajando s¨®lo para el Estado.
Todo novelista debiera tener ese don de adivinaci¨®n. ?En qu¨¦ grado se ha sentido usted int¨¦rprete de los rostros que ha ido conociendo?
En el fondo es lo que intentamos hacer todos, sobre todo en las personas que mejor conocemos. Conrad dec¨ªa que escrib¨ªa sobre todo para que la gente viera. Era el mismo af¨¢n que ten¨ªa cuando era marino. Lo peor que le pod¨ªa pasar a un marinero era no ver. Yo escribo para que la gente vea. A veces ocurre que cuando m¨¢s inter¨¦s tenemos en ver, vemos menos. Al narrador de esta novela le pasa que cuando m¨¢s falla a la hora de interpretar es cuando est¨¢ mirando a las personas m¨¢s cercanas.
En su novela, esa sensaci¨®n de interpretar, de ver, de intuir, de creer, se produce de forma casi f¨ªsica, no s¨®lo an¨ªmica.
Casi todos tenemos el empe?o de creer. Lo que no se puede hacer es ir por la vida lleno de desconfianza. Hay que ir con buena fe, a pesar de todo. Queremos creer. Si alguien me dice algo que me parece bien, y es inteligente y noble, en ese momento lo ¨²ltimo que quiero es desconfiar. Todos tenemos esa especie de optimismo que nos lleva a pensar que no nos van a enga?ar por sistema.
Los dos personajes mayores de la novela, Wheeler y el padre de Deza, dicen que las cosas van a ir a peor en el mundo.
Esos personajes est¨¢n inspirados en personajes reales. El padre del narrador es mi padre, y Wheeler es sir Peter Russell. A ambos, ya viejos, les o¨ª decir: "No sabes lo deprimente que es vivir en una ¨¦poca de decadencia cuando uno ha conocido otras ¨¦pocas". Los que hemos nacido alrededor de 1950 hemos conocido ¨¦pocas de las que ya no queda rastro, y tambi¨¦n podemos decir eso.
El padre de Jacobo, en la ficci¨®n, dice: "Es triste asistir a una ¨¦poca de tontuna en todas partes". Y lo que dice Wheeler es: "La mayor¨ªa de la gente es tonta, tonta, fr¨ªvola y cr¨¦dula. No sabes hasta qu¨¦ punto. Una permanente hoja en blanco sin la menor huella ni resistencia".
Yo creo que pasa m¨¢s ahora que en otros tiempos. El grueso de la gente me ha dado la impresi¨®n de que ha renunciado a saber. Quiz¨¢ el c¨²mulo de informaci¨®n es tan monstruoso que resulta enga?oso. La gente confunde la informaci¨®n con el saber, y est¨¢, en general, c¨®moda con esa ignorancia profunda. Una de las cosas que dec¨ªa mi padre era: "Creo que el hombre se est¨¢ convirtiendo en un ser primitivo con mucha informaci¨®n". Y pienso que ten¨ªa raz¨®n. Se ha renunciado a la educaci¨®n, a la cortes¨ªa. Hay muchas cosas que hacen que ¨¦ste sea un mundo muy distinto.
En el libro alude usted al fen¨®meno de la telebasura, y a la gente que quiere aparecer a toda cosa en los medios.
Hay un grado de exhibicionismo que me llama mucho la atenci¨®n. Se ha perdido en gran parte el pudor. Se ha perdido la distinci¨®n entre lo que se puede decir p¨²blicamente y lo que se puede decir en privado. Hoy ser hip¨®crita est¨¢ mal visto, pero hay un m¨ªnimo de educaci¨®n en el hecho de ser hip¨®crita. Se ha ido muy a favor de la transparencia, todo tiene que ser transparente, y todo el mundo ha acabado hablando de cosas que deber¨ªan dar verg¨¹enza.
En el libro aparece tambi¨¦n un fen¨®meno de la guerra mundial: la apelaci¨®n al silencio, a que no se cuente nada por miedo al uso que de lo que se dice haga el enemigo. Es mejor no contar nada.
S¨ª, es la primera frase del primer volumen. No deber¨ªa uno contar nunca nada? Y a medida que avanz¨® el libro me fui dando cuenta de que en ¨¦l hablaba de todo, como en ¨¦ste. Es lo que yo dec¨ªa: la ambici¨®n del libro la va imponiendo el propio libro, mientras se hace. Me di cuenta de que es un libro que aspira a hablar de todo. Se habla de la guerra, de los tiempos de paz, de la violencia de g¨¦nero, del miedo, del Estado, y del patriotismo, si me apura. Tambi¨¦n es una novela amorosa, sobre la a?oranza, sobre la culpa. Y fue haci¨¦ndose as¨ª, tal como se lee. Yo no trabajo con ordenador. Todo lo que hay est¨¢ en mi cabeza. Hay algunas citas, de Eliot, de Rilke, que funcionan como un fondo musical; ¨¦sas no me las sab¨ªa, hab¨ªa que buscarlas, me di cuenta de que mi memoria no daba tanto de s¨ª.
El cap¨ªtulo 'Veneno' de esta ¨²ltima entrega es muy intrigante. Se habla en ¨¦l de las cloacas del Estado, y eso le permite hablar de la polic¨ªa, de lo que hace el Estado para defenderse. Se habla de mucho de lo que ha sucedido en democracia en nuestro propio pa¨ªs. ?C¨®mo llegan esos asuntos al proceso de elaboraci¨®n de la novela?
Las sociedades actuales exigen transparencia, que se sepa todo. Y creo que eso es err¨®neo. El Estado ha hecho cosas delictivas, y eso lo sabemos todos. Todos los Estados lo hacen. Pero en esa exigencia de transparencia hay un elemento de hipocres¨ªa. Lo normal es que la gente quiera creer que el Estado no hace nada, y hace much¨ªsimas cosas. Y ahora tambi¨¦n pasa que siempre que ocurre algo, un accidente, por ejemplo, lo que primero se hace es buscar culpables o responsables, no se acepta el azar. Y eso responde a una soberbia enorme por parte del ser humano. Todos nos podemos equivocar. Yo puedo cometer una falta de ortograf¨ªa, u otras equivocaciones, todo el mundo est¨¢ expuesto a equivocarse. En cuanto a los Estados, todos tienen las manos manchadas. Siempre, de siempre. A nadie le puede caber duda de eso. Lo que pasa es que se prefiere ignorar. Wheeler dice en el libro qu¨¦ cosas hicieron los buenos durante la guerra, e hicieron cosas atroces, que se negaron siempre. El tiempo de paz suele juzgar el tiempo de guerra. Y eso es una injusticia, porque esos tiempos se excluyen.
Cuando Jacobo vuelve a Espa?a, a resolver algunos asuntos, reflexiona sobre el envilecimiento de su pa¨ªs, pero se enfada si de eso le habla un extranjero. ?Envilecimiento? ?Lo ve usted as¨ª?
Ahora mismo vivimos en un tiempo en el cual, para empezar, hay una clase pol¨ªtica que da la impresi¨®n de no tener escr¨²pulos, o de tener muy pocos. Tengo la sensaci¨®n de que lo que hacen los pol¨ªticos no es lo que m¨¢s interesa a los ciudadanos. Se dedican a hacer extra?os negocios, recalificaciones, se ven continuos casos de corrupci¨®n. Tenemos, adem¨¢s, una prensa que en l¨ªneas generales es muy venenosa. La lucha contra la calumnia es una tarea imposible. Hay una especie de actitud de combate feroz y sin escr¨²pulos. Gran parte de la sociedad ha perdido mucha capacidad moral. El todo vale se ha impuesto. Y todo eso est¨¢ en la sociedad espa?ola.
?Y el mundo que se corresponde con el suyo? En alg¨²n momento, el protagonista de su libro habla de "esa plaga" refiri¨¦ndose a los escritores.
Bueno, lo dice el narrador. Creo que en la literatura espa?ola persiste uno de los lastres tradicionales, la zafiedad y la cursiler¨ªa. Es algo llamativo, porque eso no lo tiene en absoluto Cervantes.
Este libro incluye muchos asuntos que usted ha tratado en sus art¨ªculos; en EPS, por ejemplo. ?Qu¨¦ le ha dado a usted como novelista este trabajo period¨ªstico?
Tengo que decir que no mucho. Hay una diferencia muy grande entre mis columnas period¨ªsticas y mis novelas. Siempre digo que cuando escribo un art¨ªculo lo hago como ciudadano. Cuando escribo una novela, el ciudadano desaparece. En una novela se puede ser salvaje. En un art¨ªculo nunca har¨ªa afirmaciones como las que hago en mi novela. En un art¨ªculo te est¨¢s haciendo responsable, y el sentido de la responsabilidad, en la novela desaparece.
?Cu¨¢nto hay de no ficci¨®n en esas p¨¢ginas de Jacobo con su padre?
Hay bastante, pero no todas las cosas que dice el padre las ha dicho mi padre. Hay dos conversaciones con el padre del protagonista, Jacobo Deza. En una de ellas le dice al hijo que tiene la seguridad de no haber dicho nada que hiciera da?o a nadie. Otra cosa que dice es que est¨¢ seguro de no haber matado a nadie durante la guerra, en el frente. Tiene la seguridad, pero no quiere decir que no lo hubiera hecho. Ah¨ª s¨ª que hay algo de autobiogr¨¢fico. Ha habido algo extra?o en esta novela; yo no pod¨ªa haberla escrito si ellos no me hubieran permitido, Wheeler y mi padre, que usara en ella sus biograf¨ªas. Por eso est¨¢ dividida en partes, para que ambos la vieran. Y logr¨¦ que vieran y leyeran, en parte, los dos primeros vol¨²menes; murieron ambos cuando estaba escribiendo el tercero, y he tenido la sensaci¨®n de tenerlos conmigo, vivos, hablando.
Es un homenaje.
S¨ª, un homenaje y una utilizaci¨®n consentida. Este libro no podr¨ªa haber existido si ellos no me hubieran prestado sus biograf¨ªas o sus personalidades.
?C¨®mo se sinti¨® escribiendo esos cap¨ªtulos, particularmente?
La verdad es que me costaron especialmente. No soy una persona que se emocione mucho mientras escribe. El escritor no se debe emocionar, sino buscar la emoci¨®n del lector. Debo decir que me fueron muy costosos. Me entristecieron y s¨ª que me emocion¨¦. Sin embargo, esas dos conversaciones, incluso la muerte de esos dos personajes, creo que est¨¢n hechos con mucha sobriedad. No son lacrim¨®genas. Me dio pena y a la vez me dio consuelo.
Entiendo que sir Peter Russell se divirti¨® mucho leyendo su parte. ?Y su padre, qu¨¦ le dijo?
Mi padre era muy escueto con sus comentarios sobre lo que yo hac¨ªa. Creo entender que le gust¨® mucho, pero a m¨ª me dijo: "Est¨¢ bien". Solamente recuerdo que cuando le le¨ª la parte donde relato la delaci¨®n de la que fue objeto al acabar la guerra, por parte de un amigo suyo, me dijo que ¨¦l nunca hab¨ªa nombrado a ese personaje. Y yo s¨ª lo nombro, es mi derecho.
Cuando uno escribe sobre algo tan cercano, ?escribir no le cambia?
Creo que no. El escritor debe diferenciarse del ciudadano. Si te has pasado el d¨ªa escribiendo y sales a cenar, no sales con el escritor encima. Hay que dejarlo en casa. Cuanto m¨¢s escribo, m¨¢s raro, m¨¢s absurdo me parece. Cuantos m¨¢s libros escribo, menos entiendo c¨®mo los hago. A veces hago una p¨¢gina al d¨ªa, o dos. Y no todos los d¨ªas puedo escribir. En mi agenda anoto cuando me interrumpo y cuando reanudo los libros. Una de las primeras personas que ley¨® el libro me pregunt¨® qu¨¦ estaba escribiendo yo cuando mi padre muri¨®. Le dije que estaba en la p¨¢gina 112 del manuscrito, y era el 8 de diciembre de 2005; y veo que la 123 la escrib¨ª el 28 de diciembre. Y me dijo: "Pues no se nota nada". El escritor tiene que estar en una realidad paralela. Cuando uno est¨¢ muy afectado no escribe. Y eso hago: cuando estuve muy afectado, pues no escrib¨ªa.
?Y qu¨¦ hace entonces?
Leo m¨¢s. Una de las cosas que se ha llevado este libro es la posibilidad de leer. Desde hace siete u ocho a?os he le¨ªdo muy poco. Cuando uno est¨¢ trabajando a lo largo de tanto tiempo necesita creer que es el ¨²nico que existe.
Despu¨¦s de un esfuerzo como este que ha hecho, ?qu¨¦ queda dentro?
Queda mucho, pero tengo la sensaci¨®n de que no voy a escribir m¨¢s novelas. Desde luego lo que s¨ª s¨¦ es que no voy a hacer ya nada de dimensiones equivalentes. El mero hecho de haberlo terminado ya es apabullante para m¨ª, 1.600 p¨¢ginas. Tengo la sensaci¨®n de haber dicho todo lo que tengo que decir en el campo de la novela. Si alguien me pregunta: ?y ahora qu¨¦?, le dir¨ªa: "Nada. A descansar". Despu¨¦s del esfuerzo y del tiempo empleado no me queda m¨¢s remedio que pensar que s¨ª, que es mi mejor novela. La m¨¢s ambiciosa, sin duda. Creo que s¨ª, es mi mejor novela.
?Qu¨¦ quiere decir cuando afirma que ya lo ha dicho todo en el campo de la novela?
Ahora mismo, la sola idea de crear otro mundo distinto de ¨¦ste me parece imposible. Por primera vez en mi larga carrera, cuando acab¨¦ el segundo volumen y descans¨¦ un poco me sent¨ª inc¨®modo. He sentido la ficci¨®n como un verdadero refugio. Por eso me atrevo a decir ahora que los que escribimos no podemos concebir una mejor manera de vivir.
El personaje de su libro hace un regreso melanc¨®lico a Madrid, y recorre calles en las que un lector, y a m¨ª me ha pasado, ha cre¨ªdo verle a usted mismo. Ha logrado usted una ficci¨®n muy real.
La ficci¨®n est¨¢ en todas partes, est¨¢ aqu¨ª mismo, en esta habitaci¨®n. No hay m¨¢s que mirar alrededor del cuarto. Todo puede ficcionalizarse. Basta con aplicar la mirada ficticia. Hay una mirada de la imaginaci¨®n. La gente carece de imaginaci¨®n, y no me refiero a la invenci¨®n de mundos raros, a monstruos. Lo que quiero decir es que la gente, aparte de vivir cosas, tiene capacidad para vivir m¨¢s con la imaginaci¨®n y hacer historias con ello.
Vayamos a la realidad. ?C¨®mo se siente en este pa¨ªs en este momento?
Yo no me siento muy c¨®modo en este pa¨ªs. Me he sentido un poco extranjero, como si fuera un falso espa?ol, y yo nac¨ª en Chamber¨ª. De ni?o viv¨ª en Estados Unidos, pero siempre me he sentido un poco ajeno. A veces me desespero. Hay una mala leche excesiva, una sa?a, una zafiedad. Hay a menudo una especie de odio a lo inteligente, y a lo reflexionado, y a lo sentido. Hay una dif¨ªcil aceptaci¨®n de lo distinto. Ahora, por ejemplo, me he quedado un poco estupefacto: ha muerto un futbolista, Antonio Puerta, muy joven; una muerte terrible, est¨¢ claro, todos estamos de acuerdo. Pero que los telediarios abran con esa noticia un d¨ªa, y otro, y otro; que se haya criticado al Barcelona porque ha sido el ¨²nico equipo normal, que se ha puesto el uniforme del luto, pero que no haya cancelado el partido? Hay una especie de mandamiento: alguien dice "esto tiene que ser as¨ª", y todo el mundo a cumplir. ?ste es un pa¨ªs con una enorme vocaci¨®n totalitaria, que todo sea como alguien quiere que sea.
As¨ª habla usted en sus columnas. Sus columnas crean opini¨®n y tambi¨¦n conflicto.
No lo intento. Lo que s¨ª hago es decir lo que opino y no callarme las cosas que me parece que est¨¢n muy mal. Hay gente que lo agradece mucho. Una de las peores cosas que tiene el ser columnista es la sensaci¨®n de fracaso permanente, y eso no ocurre con la literatura. Digo esto, digo lo otro, y al final uno no ve que lo que escribe sirva para algo.
Hoy le he encontrado muy bien, muy contento, como cuando Sol Alameda le vino a ver, en una ocasi¨®n parecida. ?C¨®mo se encuentra, cu¨¢l es su estado de ¨¢nimo?
Estoy contento en general, de haber hecho este libro, de haberlo terminado. El libro ahora tendr¨¢ verdadera vida. Eso es bueno y es malo. Ha habido momentos de desfallecimiento, de desconcierto. Ahora gustar¨¢ o no, tendr¨¢ buena vida o mala vida. Pero el hecho de haberlo acabado me deja contento, s¨ª.
?Qu¨¦ es lo que le pone contento, en general?
Estar con las personas que m¨¢s quiero y con las que m¨¢s me r¨ªo. Y agradezco enormemente a las personas que me hacen re¨ªr y que r¨ªen. Me pone contento ver pel¨ªculas, escuchar m¨²sica. Me pone contento pasear, ver partidos de f¨²tbol buenos.
Ponga en pr¨¢ctica la capacidad de su personaje. ?Qui¨¦n tiene cara de ganar la Liga?
Acabamos de empezar. A¨²n es pronto para decidir.
?El Madrid, su equipo?
Es pronto, y adem¨¢s me encuentra en un tiempo de indiferencia. Ya veremos qu¨¦ hace.
'Veneno y sombra y adi¨®s', de Javier Mar¨ªas, el ¨²ltimo volumen de su trilog¨ªa 'Tu rostro ma?ana', sale a la venta, publicado por Alfaguara, ma?ana lunes.
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