Estados Unidos y los bienes p¨²blicos universales
Estados Unidos est¨¢ hoy paralizado por el problema que se ha creado a s¨ª mismo en Irak, pero los candidatos presidenciales empiezan a preguntarse qu¨¦ principios deben guiar la pol¨ªtica exterior norteamericana a partir de ahora. En mi opini¨®n, centrarse en la obtenci¨®n de bienes p¨²blicos universales -unos bienes que todo el mundo puede consumir sin impedir que otros dispongan de ellos- podr¨ªa ayudar a EE UU a conciliar su hegemon¨ªa con los intereses de los dem¨¢s.
Evidentemente, los bienes p¨²blicos puros son escasos. La mayor¨ªa se aproxima s¨®lo en parte al caso ideal del aire limpio, algo de lo que nadie puede quedar excluido y todos pueden beneficiarse al mismo tiempo. El caso m¨¢s llamativo es seguramente el de la lucha contra el cambio clim¨¢tico.
Si el mayor beneficiario de un bien p¨²blico (como EE UU) no es el primero en dedicar recursos inmensos a la tarea de obtenerlo, es poco probable que beneficiarios m¨¢s peque?os puedan conseguirlo, porque es muy dif¨ªcil organizar una actuaci¨®n colectiva cuando implica a tanta gente.
Estados Unidos podr¨ªa beneficiarse doblemente de los bienes p¨²blicos en s¨ª y de lo que contribuir¨ªan a legitimar su poder a los ojos de los dem¨¢s. Deber¨ªa aprender la lecci¨®n del siglo XIX, cuando Gran Breta?a era hegem¨®nica y se responsabilizaba de mantener el equilibrio de poder entre los principales Estados europeos, fomentar un sistema econ¨®mico internacional abierto y conservar la libertad de los mares.
El establecimiento de normas que protejan el acceso libre para todos sigue siendo un bien p¨²blico tan fundamental como entonces, aunque algunos aspectos se han vuelto m¨¢s complejos. Mantener los equilibrios regionales de poder y contrarrestar los incentivos locales que empujan a emplear la fuerza para cambiar las fronteras, permite la obtenci¨®n de un bien p¨²blico para muchos pa¨ªses (no todos). Igualmente, mantener unos mercados mundiales abiertos es una condici¨®n necesaria (aunque no suficiente) para aliviar la pobreza en los pa¨ªses menos desarrollados, al tiempo que beneficia a Estados Unidos.
Hoy, sin embargo, los bienes p¨²blicos universales abarcan nuevos problemas, no s¨®lo el cambio clim¨¢tico, sino la conservaci¨®n de las especies en peligro, el espacio exterior y los "recursos comunes virtuales" del ciberespacio. En la opini¨®n p¨²blica estadounidense existe un consenso razonable que apoya la defensa tanto de estos bienes como de los "cl¨¢sicos", pero Estados Unidos no ha estado en primera l¨ªnea a la hora de realizar la tarea, sobre todo en lo relativo al cambio clim¨¢tico.
Adem¨¢s, en el mundo de hoy, los bienes p¨²blicos universales tienen tres nuevas dimensiones. Ante todo, Estados Unidos debe ser el primero en ayudar a desarrollar y conservar unas leyes e instituciones internacionales que organicen las actuaciones colectivas relacionadas con el comercio, el medio ambiente, la proliferaci¨®n de armamento, el mantenimiento de la paz, los derechos humanos y otras preocupaciones. Esos esfuerzos beneficiar¨¢n a otros, pero tambi¨¦n a los estadounidenses.
En segundo lugar, Estados Unidos debe dar m¨¢s prioridad al desarrollo internacional. Gran parte de la mayor¨ªa pobre que habita en el mundo est¨¢ atrapada en un c¨ªrculo vicioso de enfermedad, pobreza e inestabilidad pol¨ªtica. La ayuda econ¨®mica y cient¨ªfica de los pa¨ªses ricos es importante, no s¨®lo por razones humanitarias, sino tambi¨¦n para evitar que los Estados fallidos se conviertan en fuentes de problemas para el resto del mundo.
Tampoco aqu¨ª es muy admirable el historial de Estados Unidos. El proteccionismo comercial suele perjudicar a los pa¨ªses pobres, y la ayuda exterior es impopular en la opini¨®n p¨²blica estadounidense. El desarrollo necesita mucho tiempo, y la comunidad internacional tiene que buscar mejores formas de garantizar que la ayuda llegue de verdad a los pobres, pero es aconsejable que EE UU tome las riendas.
Por ¨²ltimo, como potencia hegem¨®nica, EE UU puede proporcionar un bien p¨²blico muy importante haciendo de mediador y enlace. Cada vez que EE UU ha utilizado sus buenos oficios para mediar en conflictos en lugares como Irlanda del Norte, Marruecos y el mar Egeo, el resultado ha sido beneficioso.
Hoy el caso fundamental es Oriente Pr¨®ximo. Incluso si EE UU no quiere hacerse cargo, s¨ª puede compartir la responsabilidad con otros, como ocurri¨® con Europa en los Balcanes. Pero es frecuente que sea el ¨²nico pa¨ªs en situaci¨®n de poder sentar a negociar a las partes de un conflicto.
Cuando ejerce esa responsabilidad, Estados Unidos incrementa su poder blando y elimina inestabilidad. Y puede animar a otros pa¨ªses a que tambi¨¦n contribuyan a producir bienes p¨²blicos. Recibir con satisfacci¨®n el poder creciente de China, en la medida en que convierte a dicho pa¨ªs en "accionista responsable", es una invitaci¨®n a entablar un di¨¢logo de ese tipo.
Estados Unidos seguir¨¢ siendo seguramente la mayor potencia mundial cuando logre salir del atolladero de Irak. Pero va a tener que aprender a colaborar con otros pa¨ªses. Para ello tendr¨¢ que combinar el poder blando de la capacidad de atracci¨®n con el duro de la fuerza militar, a fin de elaborar una estrategia de "poder inteligente" capaz de producir bienes p¨²blicos universales.
Joseph S. Nye es catedr¨¢tico de Harvard. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia. ? Project Syndicate, 2007.
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