No es cuesti¨®n de banderas
El PP dej¨® de lado aquel sonsonete seg¨²n el cual Zapatero estaba arrodillado ante ETA, hab¨ªa vendido Navarra y otras falacias por el estilo, y ha lanzado otra ofensiva contra el presidente del Gobierno, esta vez, enarbolando la bandera de Espa?a. Acusa el PP a Zapatero de permitir que muchos ayuntamientos y otras instituciones oficiales no cumplan la ley que obliga a colocar la bandera de Espa?a en sus fachadas. Resulta chocante que esta obligaci¨®n que se le exige a Zapatero no se le exigiera, tambi¨¦n, a Aznar durante sus dos legislaturas como presidente del Gobierno. El Mundo tambi¨¦n criticaba al presidente del Ejecutivo, el pasado s¨¢bado, de seguir eludiendo actuar para que todos los ayuntamientos cumplan la ley de banderas y pongan la bandera espa?ola en sus fachadas, cosa que no hac¨ªa Aznar cuando presid¨ªa el Ejecutivo. "La bandera es el s¨ªmbolo de la uni¨®n de todos los espa?oles", dec¨ªa El Mundo.
No es cierto. Durante la Rep¨²blica, la bandera fue la tricolor: rojo amarillo y morado. Durante el franquismo, volvi¨® la roja y gualda con el ?guila de San Andr¨¦s plasmada en su centro. Al llegar la transici¨®n, se sustituy¨® el pajarraco por el escudo con el non plus ultra. Tres ense?as distintas. Tres banderas distintas: la republicana, la franquista y la de la transici¨®n. Y cada una de las tres tiene, aqu¨ª y ahora, su grupo de espa?oles que la hacen suya. No hay una bandera que sea "el s¨ªmbolo de uni¨®n de todos los espa?oles", como dice El Mundo. Los contribuyentes -porque en Espa?a todos los ciudadanos lo son- se dividen en tres grupos que cada uno apoya a su bandera. En las manifestaciones de la izquierda suelen verse grupos de manifestantes que enarbolan la bandera de la Rep¨²blica. Y en las manifestaciones del PP, quienes asisten exhibiendo la bandera franquista, la del ?guila, en alto.
Pero a los seguidores de estas banderas hay que a?adir los ciudadanos que no hacen suya ninguna de estas tres ense?as. Rechazan cualquier bandera de Espa?a. No admiten que "la bandera de Espa?a sea el s¨ªmbolo de la uni¨®n de todos los espa?oles". No la tienen como suya. Y son unos cuantos millones de contribuyentes. Son los nacionalistas. Y a esta realidad hay que buscarle soluci¨®n.
Se aduce por la derecha y su equipo medi¨¢tico el ejemplo de pa¨ªses como Francia o Estados Unidos cuyas banderas son asumidas y estimadas por todos ciudadanos. Pero es un ejemplo que no sirve, porque son realidades hist¨®ricas distintas a la realidad hist¨®rica de Espa?a. Ni en estados Unidos ni en Francia existen los nacionalismos. (En Francia tal vez pero muy minoritarios y sin la importancia y el peso de los que se dan en Espa?a). En su constituci¨®n como estados no se han encontrado con esa realidad. En Espa?a, s¨ª. La configuraci¨®n del Estado espa?ol actual, como naci¨®n ¨²nica, se ha llevado a cabo con conquistas e imposiciones. En ocasiones, como "derecho de conquista". Felipe V, por ejemplo, con los decretos de Nueva Planta, forz¨® a Catalu?a, Valencia y Baleares al abandono de sus fueros y someterse a las leyes de Castilla. Y tambi¨¦n prohibiendo su lengua, que hab¨ªa que sustituirla por la castellana. Adem¨¢s de estos tres pa¨ªses -catalanes les llamaba el ilustre jurista de Catarroja Bienvenido Oliver, bajo cuyo nombre figuran varias c¨¢tedras de derecho en diversas universidades espa?olas- est¨¢n Galicia y el Pa¨ªs Vasco que tambi¨¦n cuentan con un sector de ciudadanos nacionalistas importante.
Y es que los nacionalismos no son un invento de pol¨ªticos "malditos" como Pujol, Arzallus, Garaicoetxea, Castelao, Beiras, etc. Hunden su origen en la historia. Dec¨ªa el pol¨ªtico Francesc Camb¨® el a?o 13 de diciembre de 1934 en el Congreso de los Diputados, cuando se discut¨ªan competencias del Estatuto catal¨¢n, dirigi¨¦ndose a sus oponentes: "Ese texto que vais a votar implica que el problema catal¨¢n continuar¨¢ perturbando meses y a?os la vida pol¨ªtica espa?ola... Porque no os hag¨¢is ilusiones. Pasar¨¢ este Parlamento, desaparecer¨¢n todos los partidos que est¨¢n aqu¨ª representados, caer¨¢n reg¨ªmenes, y el hecho vivo de Catalu?a subsistir¨¢".
Y como estamos viendo, subsiste. Porque la historia de Espa?a no se ha ense?ado en su totalidad. Hay pasajes que se han ocultado y no se han dado a conocer en escuelas, institutos y hasta en universidades. A no ser que su ense?anza se haya hecho en ingl¨¦s, como quiere el presidente valenciano Francisco Camps que se ense?e la asignatura Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa. Es decir, que no se ense?e. Desde 1898, los nacionalistas espa?olistas -historiadores, intelectuales y pol¨ªticos- se han apoderado de la historia de Espa?a y la han contado a su gusto y conveniencia. Y estos son los resultados. No es cuesti¨®n de banderas.
fburguera@inves.es
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