Maniobras para la invasi¨®n
Aznar acept¨® la intervenci¨®n militar pese a que no se logr¨® el consenso que ¨¦l ped¨ªa a Bush
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar actu¨® con la astucia de un director de marketing en la recta final hacia la guerra de Irak. Tras conocer de labios del presidente norteamericano, George W. Bush, el 22 de febrero de 2003 en el rancho de Crawford (Tejas), que EE UU invadir¨ªa Irak a finales de marzo, el entonces presidente espa?ol se ofreci¨® a promover una segunda resoluci¨®n en el Consejo de Seguridad de la ONU. Consideraba importante hacerlo aun cuando alg¨²n pa¨ªs ejerciera su veto, ya que era vital mostrar una mayor¨ªa a favor de la invasi¨®n. Cuando los tres promotores -EE UU, Reino Unido y Espa?a- no obtuvieron m¨¢s que un compromiso de apoyo, el de Bulgaria, decidieron evitar una derrota estrepitosa en una eventual votaci¨®n retirando la propuesta. Eso s¨ª, culparon a Francia por su insinuaci¨®n de que podr¨ªa vetar la resoluci¨®n.
Los trabajos de inspecci¨®n de la ONU cogieron con el paso cambiado a Bush, Blair y Aznar
Bush inform¨® a Aznar de que EE UU estaba a favor de una segunda resoluci¨®n aunque, precis¨®,la decisi¨®n de invadir Irak a finales de marzo estaba tomada. El jefe del Ejecutivo espa?ol se ofreci¨® a patrocinar esa resoluci¨®n. Necesitaba el acuerdo de la ONU para vender pol¨ªticamente el producto de la guerra, a la que se opon¨ªa el 90% de la poblaci¨®n espa?ola.
Pero tambi¨¦n hab¨ªa otra raz¨®n poderosa: con una resoluci¨®n -aprobada por unanimidad- en la mano, Aznar estaba dispuesto a enviar desde el primer momento tropas de combate, junto a las de EE UU y el Reino Unido, seg¨²n explica el ex ministro Federico Trillo en su libro Memoria de entreguerras. ?se era el significado del giro copernicano en m¨¢s de 200 a?os de pol¨ªtica de Espa?a que conceb¨ªa Aznar, y que anticip¨® a Bush: "Lo que estamos haciendo es un cambio muy profundo para Espa?a y para los espa?oles. Estamos cambiando la pol¨ªtica que el pa¨ªs hab¨ªa seguido en los ¨²ltimos 200 a?os". Sin resoluci¨®n, Aznar estaba dispuesto a apoyar a Bush, pero no como deb¨ªa ser, seg¨²n su sue?o. Es decir, con tropas.
En Crawford, el presidente espa?ol, tras conocer que EE UU dar¨ªa un margen de algunos d¨ªas para conseguir la segunda resoluci¨®n -iniciativa que el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, hab¨ªa arrancado a Bush el 31 de enero de 2003 en Washington-, explic¨® con claridad el significado que ten¨ªa la propuesta. "Es muy importante contar con una resoluci¨®n. No es lo mismo actuar con ella que sin ella. Ser¨ªa muy conveniente contar en el Consejo de Seguridad con una mayor¨ªa que apoyara esa resoluci¨®n. De hecho, es m¨¢s importante contar con mayor¨ªa que el que alguien emita el veto. Para nosotros, actuar sin mayor¨ªa en el Consejo ser¨ªa muy negativo".
Es decir: hab¨ªa que promover la votaci¨®n para demostrar que, incluso con el veto de Francia, Rusia o China, la invasi¨®n gozaba de mayor¨ªa de votos. Bush obtendr¨ªa de ese modo la cobertura moral y pol¨ªtica para la guerra inminente. El presidente norteamericano, a su vez, manifest¨® que incluso era partidario de que se votara en el caso de que se perdiera la votaci¨®n, para que los 15 miembros del Consejo de Seguridad se mojasen.
Aznar y su ministra de Exteriores, Ana Palacio, se lanzaron a un fren¨¦tico plan de contactos telef¨®nicos y reuniones bilaterales en Nueva York para alcanzar los compromisos de voto. El resultado, a primeros de marzo, era pat¨¦tico. Francia, Rusia y China estaban en contra de la resoluci¨®n que pretend¨ªa declarar el incumplimiento definitivo por parte de Irak, se?al de partida de la invasi¨®n. Otros seis pa¨ªses llamados indecisos -Chile, M¨¦xico, Guinea, Camer¨²n, Angola y Pakist¨¢n- tampoco estaban por la labor, pese a las presiones.
?Qu¨¦ pasaba? Algo elemental. La fase de preparaci¨®n militar llegaba a su fin al tiempo que Irak empezaba a colaborar con la ONU. El 5 de febrero el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, escenific¨® en el Consejo de Seguridad el drama de las armas de destrucci¨®n masiva, pero el 14 de febrero Hans Blix, jefe de los inspectores, y Mohamed El Baradei, director general del Organismo Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (OIEA), hab¨ªan desmentido gran parte de sus afirmaciones.
Los trabajos de inspecci¨®n cogieron con el paso cambiado a Bush, Blair y Aznar. ?Qu¨¦ evidencias hay de ello? V¨¦ase el acta de la conversaci¨®n de Crawford que EL PA?S ofreci¨® en su edici¨®n de ayer.
Cuando Aznar pregunta por la relaci¨®n entre la segunda resoluci¨®n y el informe de los inspectores, Condoleezza Rice, asesora de Seguridad Nacional de Bush, responde: "No esperamos gran cosa de ese informe. Como en los anteriores, pondr¨¢n una de cal y otra de arena. Tengo la impresi¨®n de que Blix ser¨¢ ahora m¨¢s negativo de lo que antes fue sobre la voluntad de los iraqu¨ªes. Despu¨¦s de la comparecencia de los inspectores ante el Consejo, debemos prever un voto sobre la resoluci¨®n una semana despu¨¦s . Los iraqu¨ªes intentar¨¢n explicar que van cumpliendo con sus obligaciones. Ni es cierto ni ser¨¢ suficiente, aunque anuncien la destrucci¨®n de algunos de sus misiles". En un reconocimiento t¨¢cito de las dificultades, Bush remacha: "Esto es como la tortura china del agua. Tenemos que poner fin a ello".
Este paso cambiado queda reflejado en las memorias de Christopher Meyer, embajador del Reino Unido en Washington por aquellas fechas. Corren los ¨²ltimos d¨ªas de enero de 2003. Tony Blair est¨¢ por viajar a Washington para convencer a Bush de que es bueno retrasar la invasi¨®n y maniobrar a favor de una segunda resoluci¨®n. Meyer recuerda: "Siempre pens¨¦ que agotar la ruta de la ONU significar¨ªa cosas distintas en Washington y en Londres. Los calendarios de la guerra y del programa de inspecciones no pod¨ªan sincronizarse. Bush estaba indeciso sobre los m¨¦ritos de una segunda resoluci¨®n para autorizar la guerra, algo que se convirti¨® en un imperativo pol¨ªtico para Londres. Blair ven¨ªa a Washington buscando tambi¨¦n un retraso en el comienzo de la campa?a militar, fechada para mediados de febrero de 2003. Blair obtuvo el retraso por la sencilla raz¨®n de que los norteamericanos no estaban preparados para invadir Irak hasta la segunda mitad de marzo. En la conferencia de prensa del 31 de enero, Bush dio un respaldo superficial y tibio a la segunda resoluci¨®n. Ni la suya ni la de Blair se cuentan entre sus mejores actuaciones. Estaban tensos y pachuchos".
El problema es que Blix y El Baradei se orientaban exactamente en sentido contrario al previsto por Rice en Crawford. El d¨ªa 7 de marzo, Blix repiti¨® algo que ya hab¨ªa dicho d¨ªas antes sobre la destrucci¨®n de los misiles Al Samud 2, despreciada por la Administraci¨®n de Bush. "No estamos ante la eliminaci¨®n de palillos de dientes; se trata de una medida sustancial de desarme; en realidad, la primera desde mediados de los a?os 90", explic¨® al Consejo de Seguridad.
El Baradei, por su parte, demostr¨® que se acusaba a Irak de comprar uranio para fabricar bombas at¨®micas con "documentos inaut¨¦nticos" y dijo que no hab¨ªa programa nuclear en marcha.
En este contexto desesperado, Bush decidi¨® terminar con la obra teatral improvisada de la segunda resoluci¨®n. Y levant¨®, en sustituci¨®n, el escenario en las Islas Azores. Ese 16 de marzo, la propuesta de resoluci¨®n se convirti¨® en papel mojado y al d¨ªa siguiente, despu¨¦s del ultim¨¢tum de las Azores, el embajador del Reino Unido ante la ONU, Jeremy Greenstock, anunci¨® su retirada definitiva.
Aznar manipul¨® la informaci¨®n a los espa?oles tras volver de Crawford. Sabiendo que la invasi¨®n estaba decidida, present¨® su reuni¨®n con Bush y la prevista segunda resoluci¨®n que encubr¨ªa la inminente invasi¨®n como una esperanza de paz. Y tambi¨¦n falsific¨® la raz¨®n por la que se retir¨® la segunda resoluci¨®n antes de votarse.
El 18 de marzo, en el Congreso, volvi¨® a acusar a Irak de procurarse un componente nuclear (desmentido por El Baradei el 7 y el 8 de marzo) y explic¨® as¨ª la retirada de la segunda resoluci¨®n: "El acuerdo ha resultado imposible ante el aviso reiterado de veto por parte de alguno de los miembros permanentes del Consejo. A pesar de que repetidamente los tres pa¨ªses copatrocinadores expresamos nuestra voluntad de di¨¢logo y negociaci¨®n de la propuesta, nos hemos encontrado una postura inflexible. No es la primera vez que el Consejo queda bloqueado por el uso pol¨ªtico del veto... Es urgente advertir de que se va a aplicar ya la legalidad internacional...".
?ste es el hombre que el 22 de febrero posaba de estadista en Crawford al explicar a Bush: "Es muy importante contar con una resoluci¨®n... De hecho, es m¨¢s importante contar con mayor¨ªa que el que alguien emita un veto. Para nosotros actuar sin mayor¨ªa en el Consejo ser¨ªa muy negativo".
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