Los menores aprenden a temer las drogas
Baja el consumo de hach¨ªs y coca¨ªna entre los escolares por primera vez tras 12 a?os de encuestas
Los adolescentes (de 14 a 18 a?os) son m¨¢s reacios que sus predecesores en los centros escolares a consumir alcohol, tabaco, hach¨ªs o coca¨ªna. As¨ª, al menos, se deduce de la ¨²ltima Encuesta Escolar, elaborada en 2006 entre 26.454 chicos y chicas alumnos de 577 centros p¨²blicos y privados de toda Espa?a. Los datos muestran que, por primera vez desde que se hace esta encuesta, en 1994, la proporci¨®n de consumidores de hach¨ªs y coca¨ªna baja, y que se confirma la ca¨ªda del tabaco y el alcohol (las cuatro drogas m¨¢s habituales).
Un 58% de los menores compra alcohol en las tiendas, aunque est¨¢ prohibido
En concreto, la proporci¨®n de estudiantes entre 14 y 18 a?os que hab¨ªa fumado hach¨ªs en los 30 d¨ªas anteriores a la encuesta pas¨® del 25,1% al 20,1% entre 2004 y 2006 (la cifra no hab¨ªa sido tan baja desde 1998); los de coca¨ªna pasaron del 3,8% al 2,3%, la menor desde 1996; la de tabaco ya est¨¢ en el 14,8% (era el 21,6% en 1994) y el alcohol -la droga m¨¢s consumida- ha bajado hasta el 58% (en 1994 era el 74,1%).
"No hay que ponerse optimista", dijo ayer la delegada del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Carmen Moya, "pero indica que vamos en el buen camino". Menos prudente, el director de la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n, Ignacio Calder¨®n, mostr¨® su "enorme satisfacci¨®n". Ambos coincidieron en que "hay que seguir trabajando".
El cambio no se debe a una sola medida, afirman los expertos consultados. Pero hay tres factores que Moya destaca: que cuando un chaval va a encender un porro o tomarse una raya de coca¨ªna tiene m¨¢s claro que tiene efectos perjudiciales para su salud, y no s¨®lo a largo plazo. Moya cree que haber pasado la responsabilidad de la pol¨ªtica contra las drogas del Ministerio del Interior al de Sanidad ha tenido un claro efecto en esta percepci¨®n. Ello, sin menospreciar las medidas policiales -como la vigilancia cerca de los lugares de ocio y los institutos- que hacen que, por primera vez, los j¨®venes afirmen que les cuesta m¨¢s comprar drogas. Y hay un tercer factor, en apariencia contradictorio: cada vez hay m¨¢s menores en programas de deshabituaci¨®n. Por eso, ahora, cuando un chaval va a tomar algo, es m¨¢s f¨¢cil que conozca a otro que ya lo haya hecho y haya visto sus efectos. Ese conocimiento "act¨²a como un sem¨¢foro en rojo", dice Moya.
El director de Comunicaci¨®n de Proyecto Hombre, Lino Salas, que tiene entre sus 17.000 usuarios en tratamiento a 2.000 menores, a?ade otra clave. "Los padres -sobre todo las madres- act¨²an cada vez con mayor rapidez. De hecho, un tercio de los casos que recibimos no requieren tratamiento; se trata de un caso de abuso espor¨¢dico que se soluciona con atenci¨®n educativa y familiar", se?ala Salas.
Los datos, sin embargo, tambi¨¦n tienen sus sombras. Uno es el policonsumo. La mezcla de alcohol, tabaco y hach¨ªs es habitual, lo que agudiza sus efectos. Adem¨¢s, "ahora se llega al policonsumo antes, en tres a?os, cuando antes la media pod¨ªa estar en 10", apunta Salas.
Otro es el acceso al alcohol. El 58% de los menores asegura comprar alcohol en los supermercados y un 37% en los hipermercados, a pesar de que est¨¢ prohibida su venta. El consumo de alcohol se concentra en el fin de semana. El 99,5% de los menores que declaran haber consumido bebidas alcoh¨®licas en los ¨²ltimos 30 d¨ªas lo ha hecho entre el viernes y el domingo. Por otro lado, el 44,1% de los consumidores actuales (¨²ltimo mes) se ha emborrachado alguna vez en este periodo.
El consumo en atrac¨®n (binge drinking en ingl¨¦s) tiene una incidencia considerable: el 53,4% de los que declaran haber consumido alcohol en los ¨²ltimos 30 d¨ªas afirma haber bebido cinco o m¨¢s ca?as o copas en la misma ocasi¨®n. El efecto de este tipo de consumo est¨¢ ya comprobado, insiste Moya: causa da?os cerebrales a largo plazo, como, por ejemplo, la p¨¦rdida del recuerdo de lo que pas¨® cuando se beb¨ªa. En fines de semana, lo que m¨¢s se bebe son combinados o cubatas, mientras que en d¨ªas laborables predomina la cerveza.
El estudio tambi¨¦n recoge el peligro de la relaci¨®n entre alcohol y tr¨¢fico. Aunque los sujetos entrevistados no tienen edad para conducir coches, un 22% afirma que se ha montado en uno conducido por alguien bebido.
Otro hecho destacable es la relaci¨®n entre tabaco y cannabis. Si se toman los datos de los fumadores diarios de pitillos y los habituales (durante el ¨²ltimo mes) de hach¨ªs o marihuana, estos ¨²ltimos ya son m¨¢s. Aunque son cifras no directamente comparables, el hecho de que sean dos sustancias que se toman por la misma v¨ªa y mezcladas agudiza este efecto.
DIFERENCIA ENTRE SEXOS. Ellas prefieren las sustancias legales
Las chicas se han incorporado al grupo de los consumidores de drogas empezando por las sustancias legales. La proporci¨®n de estudiantes masculinos y femeninos que afirma que ha bebido alcohol en los ¨²ltimos 30 d¨ªas es pr¨¢cticamente la misma (un 58,1% ellos, un 58% ellas). Pero son las estudiantes las que m¨¢s fuman. Lo hizo en el ¨²ltimo mes antes de la encuesta un 30,6%. El gusto por el pitillo ha ca¨ªdo entre sus compa?eros masculinos: s¨®lo el 24,8% lo hab¨ªa hecho.
En cambio, los estudiantes son m¨¢s aficionados a las sustancias ilegales. Destaca el caso del cannabis, que cada vez se acerca m¨¢s al tabaco (es la sustancia de la que los da?os son menos evidentes, aunque causa una evidente p¨¦rdida de capacidad de concentraci¨®n y est¨¢ estrechamente relacionado con el fracaso escolar): si un 24,8% de los muchachos hab¨ªa fumado tabaco en el mes anterior a la encuesta, un 22,3% de los chicos hab¨ªa tomado cannabis. En cambio, las chicas, que fuman m¨¢s tabaco, toman menos hach¨ªs (el 18%).
En el resto de las drogas, la proporci¨®n de consumidores dobla (caso de la coca¨ªna) o triplica la de consumidoras (¨¦xtasis y alucin¨®genos).
HERO?NA. No se inyecta, pero se esnifa m¨¢s
La droga marginal por antonomasia, la hero¨ªna, es la ¨²nica cuyo consumo aumenta entre los estudiantes, seg¨²n le Encuesta Escolar del a?o 2006. Hasta un 1% de los chicos y chicas de 14 a 18 a?os preguntados la ha probado, una proporci¨®n que dobla la de consumidores -ocasionales o habituales- de 2002. Un 0,5% la hab¨ªa consumido un mes antes de ser preguntados, y un 0,8% lo hab¨ªa hecho en los ¨²ltimos 12 meses. En 2002
La causa de este mantenimiento de la droga es, en primer lugar, que su bajo consumo hace que cualquier variaci¨®n se note mucho en la estad¨ªstica. Pero, aparte de la desviaci¨®n matem¨¢tica, hay un cambio "ante el que hay que estar vigilante", se?ala Carmen Moya, delegada del Gobierno en el Plan Nacional sobre Drogas: la hero¨ªna ya no se asocia a ambientes decr¨¦pitos ni se inyecta. Se esnifa, y se usa mezclada con otras sustancias estimulantes los fines de semana.
"Otro elemento que se anuncia, por el que el Plan va a iniciar un estudio sobre la sustancia, es que hay un aumento importante de la oferta" de hero¨ªna, lo que puede suponer que se abarate, aunque no parece que vaya a crecer m¨¢s, dice Moya.
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