Malasa?a en clave diurna

Una hamburguesa en un 'diner' americano, vestidos de la d¨¦cada de los treinta en una tienda 'vintage' y una 'bocadiller¨ªa gourmet'. Las propuestas en torno a la plaza del Dos de Mayo no se acaban con la noche.

Es f¨¢cil asociar el barrio de Malasa?a con un estilo de vida nocturno y canallesco que bebe de los restos de la mitificada movida madrile?a. Por eso el viajero que visita Madrid durante un par de d¨ªas no suele incluir Malasa?a en su itinerario diurno. Para comer, hacer compras o pasear escoger¨¢ otros barrios como Chueca o la zona centro. Ellos se lo pierden, porque Malasa?a, con sus pintadas, su desali?o no intencionado y sus negocios variopintos, esconde sorpresas que hacen arquear las cejas del visitante m¨¢s curioso y que encandilan incluso a aquellos que a las once de la noche empiezan a dar cabezadas de sue?o.

Malasa?a es fruto de la iniciativa privada; es un barrio hecho a s¨ª mismo cuyo encanto no reside en lugares de inter¨¦s p¨²blico como un museo mastod¨®ntico o un teatro oficial. Es cierto que all¨ª se levantan la portada churrigueresca del Museo Municipal, en la calle de Fuencarral, y el teatro Alfil, sede por excelencia de los espect¨¢culos de humor; pero lo hacen a sabiendas de no ser los pilares que sostienen el barrio.

Si todo distrito tiene un epicentro o eje que lo estructura, el de Malasa?a ser¨ªa la plaza del Dos de Mayo, a la que se podr¨ªa otorgar sin titubeos el Premio Guinness a la mayor concentraci¨®n de bares con terraza por metro cuadrado. Una vez all¨ª, se puede empezar la ruta por el m¨¢s nuevo de sus bares: el caf¨¦ de Mah¨®n, colorista y con un nombre coherente con los quesos menorquinos que reinan en sus raciones y tostas. En el rinc¨®n opuesto de la plaza se halla uno de sus cl¨¢sicos: el bar-pizzer¨ªa Maravillas, cuyo reclamo olfativo es m¨¢s eficaz que cualquier campa?a publicitaria de las caras. La pizza podr¨ªa ser uno de los hilos conductores del barrio. El invento italiano es la propuesta de Mastropiero, una pizzer¨ªa legendaria que se ha mudado recientemente a la calle de San Vicente Ferrer. Su fama se debe no s¨®lo a sus suculentas pizzas de dos tama?os, sino tambi¨¦n a sus amables due?as argentinas y a los trozos de tarta con dulce de leche que casi siempre regalan como postre.

Y es que en Malasa?a hay oferta de sobra para comer a cualquier hora: para empezar el d¨ªa con buen pie se puede desayunar en el restaurante Ojal¨¢, en la calle de San Andr¨¦s, que desde las nueve de la ma?ana ofrece una selecci¨®n de desayunos tan variada como sus meriendas y cenas. Lo mismo ocurre en El Burgado, un local de decoraci¨®n limpia con efecto sedante que se distingue del resto bajo el t¨ªtulo de bocadiller¨ªa gourmet, como reza su letrero. Tiene wi-fi gratuito, y los fines de semana sirven brunch.

Tambi¨¦n es posible cenar a la estadounidense en Malasa?a: Gumbo Ya Ya (Palma, 63), el hijo gastron¨®mico del Gumbo de la calle del Pez, seduce con sabrosas recetas de comida criolla bajo la luz de sus flexos oficineros. Y en el Burger Bar Home (Esp¨ªritu Santo, 12), con pinta de diner norteamericano, el comensal podr¨¢ devorar una deliciosa hamburguesa. El local es una de las estrellas del barrio, por lo que se recomienda reservar con antelaci¨®n.

Otra forma de explicar Malasa?a es a trav¨¦s de sus rutas tem¨¢ticas. Una de ellas es la de los azulejos castizos. Varios locales los mantienen todav¨ªa, ya sea en su fachada o en el interior. La esquina id¨®nea para ver baldosines a?ejos en plena calle es la de la farmacia situada en la confluencia de las calles de San Andr¨¦s y San Vicente Ferrer: los anuncios en versi¨®n azulejo de "Fumables inofensivos Juanse" o del "Diarretil" de la misma marca remiten a remedios anteriores a Bayer o a GlaxoSmithKline. Estos letreros son perfectos para darse cita en el barrio. Existen m¨¢s baldosines no muy lejos de aqu¨ª: los de la Antigua Huever¨ªa, hoy bar de copas de decoraci¨®n algo teatral que contrasta con su fachada gallin¨¢cea, o los de la taberna gallega Casa do Compa?eiro, tambi¨¦n en San Vicente Ferrer.

Los apasionados de la ropa y los complementos encontrar¨¢n aqu¨ª su refugio. La calle del Barco es el punto de partida ideal: Corach¨¢n y Delgado ofrece una amplia selecci¨®n de ropa vintage, nueva y usada, que recorre el periodo que media entre las d¨¦cadas de los treinta y los setenta. Tambi¨¦n cerca queda Solo Amor,

un negocio decorado como un sal¨®n de casa, especializado en ropa noreuropea y muy colorista dif¨ªcil de encontrar en otras boutiques madrile?as.

Los c¨®mics son otro de los platos fuertes de Malasa?a. Entre las tiendas m¨¢s cl¨¢sicas cabe destacar Knight C¨®mics, en el 2 de la calle del Pez, y entre las nuevas, The C¨®mic Co. (Divino Pastor 17). Los estudios de tatuajes son asimismo negocios t¨ªpicos. Su baluarte es Mao & Cathy, en la Corredera Alta de San Pablo.

De toda la vida

Y para quien opine que Malasa?a no es m¨¢s que un barrio cool atestado de camisetas modernas, restaurantes alternativos y tiendas de vinilo (Up-beat, en la calle del Esp¨ªritu Santo, bien merece una visita), debe acudir a los bares de toda la vida, con suelo de baldosas de estampado tipo mortadela, pero en blanco y negro. El Palentino ejemplifica esta modalidad de locales castizos. Sobreiluminado a base de fluorescentes, con las paredes de espejo y la barra de zinc, este bar frecuentado anta?o por personajes pintorescos entrados en a?os es hoy templo del moderneo treinta?ero. El bar-restaurante Casa Fidel tambi¨¦n ha conservado sus valiosas losetas retro y ha reabierto para servir comida casera ib¨¦rica en un ambiente que combina lo minimal y lo r¨²stico. El mejor ant¨ªdoto contra lo fashion es Arrebato Libros (San Andr¨¦s, 12), una peque?a librer¨ªa de segunda mano llena de tesoros culturales y de pop literario del siglo pasado. Ojo a sus ofertas por un euro que se exhiben en las cestitas de la entrada.

Antes o despu¨¦s del ocio, la gastronom¨ªa y el consumo, ser¨ªa conveniente peregrinar a un lugar que, por su car¨¢cter nada convencional, sirve como met¨¢fora de Malasa?a. Se trata de Liquidaci¨®n Total (San Vicente Ferrer, 23), sede de un colectivo de artistas alejados de los fastos medi¨¢ticos y emparentado con centros similares en la fr¨ªa y venerada Europa del norte. Como el resto del barrio, permite descubrir propuestas inusuales.