El drama humano de tener sangre azul
Leo un interesante reportaje de Xavier Mas de Xax¨¤s que explica los problemas de un duque cuya hermana ha impugnado su t¨ªtulo. Seg¨²n explica el periodista, desde octubre del a?o pasado, una ley "iguala los derechos de hombres y mujeres a la hora de heredar los t¨ªtulos nobiliarios". Esto significa que, si los hombres dejan de tener preferencias a la hora de heredarlos, las mujeres nobles pueden pleitear contra sus hermanos para conseguirlos. ?ste es el caso del protagonista del texto de Mas de Xax¨¤s, el duque de Sant¨¢ngelo. Su hermana, la condesa de Cabra, le ha llevado a los tribunales por -digamos- discriminaci¨®n nobiliaria. Sin embargo, los jueces no le han dado la raz¨®n. Si no lo he entendido mal, alegan que los t¨ªtulos otorgados a partir del 27 de julio de 2005 no tendr¨¢n en cuenta la supremac¨ªa del var¨®n (con uve) sobre la mujer, pero los anteriores s¨ª. Me sabe mal por la duquesa de Cabra, que merece todos mis respetos. Pero tambi¨¦n comprendo que para el mundo de la sangre azul es una suerte que no haya ganado. Imaginen la que se armar¨ªa si, de repente, los ciudadanos admiradores de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, los llamados "elenistas y marichalaristas", empezaran a pedir que la hija mayor de los Reyes sea princesa en lugar de su hermano. Ser¨ªa l¨®gico, puesto que es un caso clar¨ªsimo de discriminaci¨®n por ser mujer.
Los t¨ªtulos nobiliarios deber¨ªan ser rotativos entre los ciudadanos o adjudicados por sorteo
Pero si a partir de ahora una mujer noble no ser¨¢ discriminada por raz¨®n de sexo, creo que hay que ir m¨¢s all¨¢ en esta lucha que concierne a todas las mujeres concienciadas. Una vez conseguido el primer paso, tenemos que conseguir el segundo, amigas. Tenemos que terminar con la discriminaci¨®n que supone que algunas mujeres sean nobles y otras no. La declaraci¨®n de los derechos humanos lo dice bien claro. La mujer tiene el derecho a la igualdad. Pero la duquesa de Cabra y una servidora no somos iguales: ella es duquesa y yo no. ?Y por qu¨¦? Por razones familiares. Ella naci¨® en una familia noble y yo en una plebeya. ?No habr¨ªamos de tener ella y yo las mismas oportunidades? Evidentemente. Y no s¨®lo yo. Desde luego, la se?ora china que regenta el comercio de todo a un euro de la esquina de mi castillo (castillo en sentido figurado) se merece los mismos privilegios que la duquesa de Montoro. Ella deber¨ªa tener la oportunidad de vender sus gangas en el palacio de Liria, porque solo as¨ª seremos todos iguales. As¨ª, pues, creo que el pr¨®ximo paso es que los t¨ªtulos nobiliarios sean rotativos entre todos los ciudadanos. O hacemos esto o nos copiamos la idea de la Generalitat a la hora de otorgar las cruces de Sant Jordi. Se las damos a todo el mundo menos a dos o tres.
Claro que ¨¦ste s¨®lo es el segundo paso. El tercer paso es hacer que todos los hijos e hijas de las nuevas familias nobles no sean discriminados por raz¨®n de edad. ?A ver por qu¨¦ los hijos mayores van a tener m¨¢s ventajas que los peque?os! ?Porque llegaron primero? Eso ser¨ªa tanto como decir que los ciudadanos aut¨®ctonos debemos tener m¨¢s privilegios que los ciudadanos inmigrantes s¨®lo porque nosotros est¨¢bamos antes. ?Y por qu¨¦ los hijos leg¨ªtimos van a tener m¨¢s ventajas que los ileg¨ªtimos? De ninguna manera. La soluci¨®n, de nuevo, es sortear. Yo propongo que a partir de ahora los t¨ªtulos se otorguen mediante el sorteo del rasca-rasca o en los bingos. Ser¨ªa un buen entretenimiento para el populacho. Ya lo estoy imaginando. "Han cantado l¨ªnea, la l¨ªnea es correcta, continuamos para t¨ªtulo nobiliario", susurrar¨ªa la locutora.
S¨ª. Ya comprendo que mi propuesta no har¨¢ gracia a los nobles. Ya comprendo que sin duda pensar¨¢n que, con mi democr¨¢tica e igualitaria propuesta, podr¨ªan llegar a ser nobles personas con poco porte o con poco apego al cargo, como Bigote Arrocet y ?ngel Colom. Pero es s¨®lo cuesti¨®n de acostumbrarse. Y en esto, no lo pueden negar, nobles como el conde Lequio o Ernesto de Hannover nos est¨¢n ayudando mucho a perderle el respeto al cargo. Adem¨¢s, si todos pudi¨¦semos ser nobles, acabar¨ªamos con el gamberrismo de los que queman retratos de los Reyes. Ser¨ªa como quemar el retrato de nuestro compa?ero de trabajo.
empar@moliner.info
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