Estadio
A primera vista podr¨ªa parecer incongruente, por no decir simplemente mal, que el mismo d¨ªa que se debate con pasi¨®n el insignificante tema de las selecciones deportivas auton¨®micas o nacionales, el Bar?a, adalid en esta contienda, anuncie que la gran reforma de su estadio de f¨²tbol la har¨¢ sir Norman Foster, cuyo proyecto prevaleci¨® sobre el de un prestigioso arquitecto catal¨¢n por razones que no suenan consistentes.
Aunque las im¨¢genes del proyecto ganador difundidas hasta ahora s¨®lo permiten apreciar lo anecd¨®tico, la obra m¨¢s parece destinada a ser vista en foto que a ser valorada directamente por un p¨²blico que acudir¨¢ al nuevo estadio preocupado por otra cosa y habituado a tragar por un embudo lo que le quieran dar y a dar vivas o mueras en respuesta a una devoci¨®n o una inquina que ya trae puesta. Con este largo circunloquio vengo a decir que el proyecto de Foster me parece feo. Pero no pretendo hacer cr¨ªtica de arquitectura, sino explicar una elecci¨®n aparentemente contradictoria, como he dicho al principio.
En la presentaci¨®n verbal del proyecto, el ganador dijo haberse inspirado en los potentes efluvios espirituales que emana el Bar?a y que le han afectado incluso a ¨¦l, que anda tan ocupado. Se trata, por supuesto, de un discurso protocolario, de estadista a estadista, pero tras el ruido de la pandereta ret¨®rica hay una elecci¨®n de elogios sintom¨¢tica. M¨¢s ingenuo o m¨¢s p¨²dico, el proyecto finalista parece guiado por criterios arquitect¨®nicos, por lo que perdi¨® ante un creador mucho m¨¢s avezado a trabajar a unos niveles simb¨®licos, por no decir mitol¨®gicos, a los que el Bar?a por fuerza hab¨ªa de rendirse. No es f¨¢cil resumir una entelequia en una imagen, pero aqu¨ª s¨ª que le sobran puntos a sir Norman Foster, cuya firma es tan conocida a escala internacional como la de su cliente, domina el efectismo formal y lo que hace lleva garantizada la publicidad. Y no habr¨¢ entendido nada el que crea que la arquitectura es un lenguaje y no un veh¨ªculo para la transmisi¨®n de otros lenguajes, generalmente figurados, o, en este caso, que el seguidor del Bar?a deber¨ªa sentirse orgulloso de su equipo y de su estadio, en vez de creer que su equipo es un ¨ªdolo y el estadio su peana, por la que pagar¨¢ su peso en oro.
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