Correa vence
El presidente ecuatoriano ha obtenido, seg¨²n vaticinan las proyecciones electorales, un mandato muy holgado para disolver el Congreso y formar una Asamblea Constituyente a su medida que reescriba en un m¨¢ximo de ocho meses la ley fundamental del pa¨ªs andino, decimonovena en menos de dos siglos.
Rafael Correa hab¨ªa hecho de la consulta del domingo la piedra angular de su proyecto para llevar a Ecuador, un pa¨ªs pobre e inestable, hacia un denominado socialismo del siglo XXI, un caj¨®n lo suficientemente propagand¨ªstico, amplio y vac¨ªo como para alojar casi cualquier experimento pol¨ªtico.
Al igual que en los casos de Venezuela y Bolivia, con cuyos dirigentes Correa proclama su especial sinton¨ªa, la Constituyente servir¨¢ al presidente ecuatoriano para desembarazarse de un Parlamento insuficientemente d¨®cil, acentuar su control legislativo e impulsar un mayor control estatal sobre la econom¨ªa. Hugo Ch¨¢vez deriva su monopolio del poder de la Asamblea Constituyente de 1999, y Evo Morales pretende lo mismo, con resultados m¨¢s que dudosos por el momento, debido a una oposici¨®n organizada. Correa, un economista izquierdista de verbo incendiario y formado en Estados Unidos, lleg¨® al poder en enero pasado con la promesa de acabar con el predominio de los partidos tradicionales y la inestabilidad que ha devastado Ecuador y forzado un desfile de presidentes que no han acabado su mandato, expulsados por la ira popular o por las conspiraciones pol¨ªticas. La cuesti¨®n es si, adem¨¢s de un populismo que le proporciona dividendos, hay algo m¨¢s consistente detr¨¢s del carism¨¢tico l¨ªder ecuatoriano, acostumbrado a las poses radicales pero con cort¨ªsima experiencia de gobierno.
Ecuador necesita profundos cambios para salir del pelot¨®n de cola latinoamericano en que est¨¢ instalado. Sus cr¨®nicos vaivenes pol¨ªticos y econ¨®micos, consecuencia de un despilfarro y una corrupci¨®n tambi¨¦n cr¨®nicos, han forzado el ¨¦xodo de m¨¢s de un mill¨®n de ecuatorianos en los ¨²ltimos a?os, muchos de ellos con rumbo a Espa?a. Pero dista de ser claro que la f¨®rmula para dar una vida digna a los ciudadanos o solucionar los agobiantes problemas de empleo, sanidad o educaci¨®n del pa¨ªs andino sea la de derogar una Constituci¨®n con menos de diez a?os de vida. En un pa¨ªs sin contrapesos institucionales dignos de tal nombre, la Constituyente en manos de Correa significa Ecuador en manos de Correa. Y los antecedentes democr¨¢ticos del joven presidente, con su bendici¨®n hace unos meses para que fueran expulsados del Congreso 57 parlamentarios opositores, no son precisamente alentadores.
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