Ya es la hora de una pol¨ªtica exterior europea
Si a ¨²ltima hora no se cambia de idea, los jefes de Estado y de Gobierno europeos firmar¨¢n este mes un nuevo acuerdo para fortalecer la maquinaria de la pol¨ªtica exterior de la Uni¨®n Europea, dando m¨¢s competencias al Alto Representante de la UE en esa materia. Esto supone un cambio largo tiempo esperado.
En la actualidad, el presupuesto del Alto Representante es menor que el que destina la Comisi¨®n Europea a la limpieza de las oficinas de Bruselas. Con s¨®lo 500 empleados y ¨²nicamente un pu?ado de representantes en el exterior, un aparato que pretende encarnar la voluntad colectiva de los 27 Gobiernos de la Uni¨®n Europea en materia de pol¨ªtica exterior gasta menos y tiene menos personal que los pa¨ªses africanos m¨¢s peque?os.
Es algo que deber¨ªa cambiar cuando se nombre a un nuevo jefe para la pol¨ªtica exterior de la UE, alguien que supervise sus relaciones exteriores as¨ª como sus pol¨ªticas de defensa y de ayuda fuera de la Uni¨®n. Sin embargo, esta necesaria innovaci¨®n institucional no responder¨¢ a una pregunta m¨¢s fundamental: ?se est¨¢ tomando Europa en serio la consecuci¨®n de una pol¨ªtica exterior coherente y en¨¦rgica?
Con demasiada frecuencia los l¨ªderes europeos esquivan esta cuesti¨®n, comentando como siempre los defectos de la pol¨ªtica exterior estadounidense, cuando deber¨ªan estar desarrollando sus propias estrategias. Una y otra vez -en problemas que van desde Irak a Israel y Palestina, pasando por Afganist¨¢n-, la pol¨ªtica europea se ha definido ¨²nicamente en funci¨®n de lo que hace o deja de hacer Estados Unidos. Sin embargo, el a?o pr¨®ximo, EE UU elige a un nuevo presidente y los europeos ya no podr¨¢n permitirse el lujo de echar la culpa de los males del mundo a la Casa Blanca de George W. Bush.
Esto es positivo, porque Europa tiene mucho que ofrecer. A diferencia de otras grandes potencias de la historia, su poder no se proyecta mediante la amenaza de invadir otros pa¨ªses. Con 500 millones de habitantes, su poblaci¨®n es la tercera en n¨²mero del mundo, despu¨¦s de las de China y la India. Sus 27 Estados miembros generan un cuarto de la producci¨®n econ¨®mica mundial y, en conjunto, son el comprador m¨¢s importante de productos de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo y, con mucho, el principal donante de ayuda.
Todo esto va acompa?ado de un aut¨¦ntico peso geopol¨ªtico. La ampliaci¨®n de la Uni¨®n hacia Europa Oriental fue el mayor proceso de cambio de r¨¦gimen pac¨ªfico registrado en la historia. La creaci¨®n de la Corte Penal Internacional y la firma del Protocolo de Kioto demostraron que Europa pod¨ªa impulsar la creaci¨®n de una gobernanza m¨¢s multilateral. La participaci¨®n europea tuvo un impacto real en el proceso de paz de la provincia indonesia de Aceh y en las recientes elecciones presidenciales celebradas en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo.
Sin embargo, es muy habitual que la introversi¨®n y la divisi¨®n hayan despilfarrado el poder latente de Europa. Incluso en relaci¨®n con el programa nuclear iran¨ª, una satisfactoria trayectoria se ha visto castrada por la incapacidad que ha mostrado una Europa dividida para respaldar a su diplomacia con sanciones implacables. Si los europeos no est¨¢n dispuestos a pagar un precio econ¨®mico, poca credibilidad tendr¨¢n para persuadir a Estados Unidos de que no recurra a los ataques militares.
Frente a Rusia, la UE ha subestimado constantemente su propia fuerza, exagerando la del Kremlin de Vladimir Putin y permitiendo a ese pa¨ªs que se haga cada vez m¨¢s belicoso. Algunos Estados miembros ven en Rusia una amenaza que hay que "contener con suavidad". Otros son partidarios de impulsar un proceso de "integraci¨®n sigilosa" que vincule ese pa¨ªs con las costumbres europeas. Esta confusi¨®n le permite a Rusia centrarse en determinados pa¨ªses miembros, firmando pactos energ¨¦ticos a largo plazo, sin dejar de socavar a la UE en un desconcertante abanico de aspectos que abarcan desde el futuro de Kosovo hasta la proliferaci¨®n nuclear.
A los l¨ªderes europeos les gusta hablar de "multilateralismo eficaz", pero no son muy eficaces cuando se trata de defender sus valores o intereses en instituciones multilaterales como Naciones Unidas. En problemas como los de Kosovo, Darfur e Ir¨¢n, si los pa¨ªses europeos no se unen y no se mantienen firmes, corren el riesgo de que otros m¨¢s h¨¢biles los adelanten, cuando son ellos los que deber¨ªan estar encabezando la carrera. Despu¨¦s de todo, la Uni¨®n cuenta con cinco puestos en el Consejo de Seguridad y sufraga el 40% del presupuesto de la ONU. Sin embargo, cuando se trata de votar cuestiones relativas a los derechos humanos, demasiados pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo se olvidan de ello, aline¨¢ndose con China para oponerse a la UE.
Aunque los principales defectos de la UE son estrat¨¦gicos, la influencia europea en el mundo choca con algunas barreras institucionales. Las prioridades en materia de defensa siguen siendo de ¨ªndole abrumadoramente nacional, y tienen la vista puesta m¨¢s en sus proyectos preferidos que en fomentar el poder europeo. Como le gusta decir a Chris Patten, sabremos si Europa se toma en serio la defensa cuando no tengamos que alquilar aviones de transporte a Ucrania.
Al contrario que en el caso del fallido proyecto de aprobaci¨®n de una Constituci¨®n europea, los l¨ªderes de la UE no pueden achacar su falta de cooperaci¨®n en materia de pol¨ªtica exterior a la hostilidad de la opini¨®n p¨²blica. Seg¨²n una encuesta reciente del German Marshall Fund, el 88% de los encuestados europeos quiere que la UE asuma m¨¢s responsabilidades a la hora de enfrentarse a amenazas mundiales.
Ante la perspectiva de alcanzar un acuerdo sobre el funcionamiento de una nueva pol¨ªtica exterior, ya va siendo hora de que la Uni¨®n forje dicha pol¨ªtica com¨²n y utilice todos los resortes del poder europeo para luchar por sus valores e intereses en el mundo.
*Firman tambi¨¦n este art¨ªculo Mabel van Oranje Mark Leonard. Ahtisaari, Fischer y Van Oranje son copresidentes del European Council for Foreign Relations, un laboratorio de ideas reci¨¦n constituido para fomentar la creaci¨®n de una pol¨ªtica exterior com¨²n de la UE. Leonard es director ejecutivo del ECFR. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo. ? Project Syndicate, 2007
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