Aguas turbulentas
Sostiene la autora que el tel¨®n de fondo electoral y la existencia de ETA contaminan cualquier propuesta y posterior debate.
La dimisi¨®n de Josu Jon Imaz y el desaf¨ªo de Ibarretxe al Estado, hacen correr r¨ªos de tinta cargados de una corta visi¨®n electoralista que estereotipa las reflexiones. El tel¨®n de fondo electoral y la fat¨ªdica existencia de ETA, contaminan cualquier propuesta y posterior debate. Faltan posiciones de fondo, sosegadas aunque apasionantes, concretas pero lo suficientemente abstractas como para remontar vuelo m¨¢s all¨¢ de cualquier coyuntura inmediata. Es preciso hablar con independencia de intereses propios y de sigla, aunque las palabras que se digan no satisfagan del todo a nadie de quienes quieran salir a hombros del ruedo en la pr¨®xima tarde electoral y levanten las iras de quienes entienden la c¨®lera como ¨²nica dial¨¦ctica.
El paso de Imaz ha sido una gran aportaci¨®n para comprender que pueda haber un nacionalismo moderno
Ibarretxe es hoy 'lehendakari', pero en este asunto, al igual que otros presidentes, se comporta como candidato
La sensibilidad de Ibarretxe para contar con la opini¨®n de la ciudadan¨ªa vasca, no se corresponde con su intolerancia ante consultas democr¨¢ticas municipales como la que hubo en Zornotza dirimiendo la negativa ciudadana a la instalaci¨®n de una central t¨¦rmica. Lo cual, ya nos hace dudar de que lo que aut¨¦nticamente busca Ibarretxe, sea dar la palabra a la ciudadan¨ªa. Con respecto a lo que para ¨¦l es la aut¨¦ntica consulta, es decir, con respecto a su desaf¨ªo pol¨ªtico, dijo primero Ibarretxe que s¨®lo habr¨ªa consulta en ausencia de violencia; luego, que la habr¨ªa con ETA o sin ella, y ahora llega el anuncio, llueva o salga el sol, de que habr¨¢ consulta con fecha fija. ?A qu¨¦ responden estos cambios? Al camaleonismo al que nos tienen acostumbrados buen n¨²mero de pol¨ªticos, a la b¨²squeda, acertada o no, de la hegemon¨ªa electoral. Si en un momento determinado todo apuntaba hacia unas negociaciones que pudieran llevar al final de ETA, en el juego electoral pod¨ªa contemplarse el escenario de no violencia como el adecuado para "la" consulta; si en otro momento dado las negociaciones fracasan y ETA sigue actuando, no es cuesti¨®n, al parecer, para Ibarretxe de perder oportunidades electorales. La pugna por el voto abertzale existe con o sin ETA. Ibarretxe hoy es lehendakari, pero en este asunto, al igual que otros presidentes, se comporta como candidato.
Pero la cuesti¨®n tiene m¨¢s calado. Al margen de las elecciones, y de la diferente posici¨®n con respecto a la actividad de ETA, en la pugna por la supremac¨ªa del voto abertzale, el plan Ibarretxe, Batasuna y, en general el mundo abertzale, buscan el mismo ¨¢ngulo: patriotismo, frentismo con su correspondiente riesgo de fractura social, exclusi¨®n de "la otra mitad" de vascas y vascos en "la soluci¨®n al conflicto", y, por supuesto, como ingrediente principal, victimismo frente al Estado. Hasta hace casi nada, cualquiera hubiera podido pensar que tal visi¨®n era consustancial al propio nacionalismo vasco, parte de su esencia. Sin embargo, el paso de Josu Jon Imaz por la presidencia del PNV, ha sido una gran aportaci¨®n para comprender que quiz¨¢s pueda haber un nacionalismo moderno menos excluyente. Dejo para otro momento este interesante y dif¨ªcil debate. Pero me quedo con dos cuestiones: una, que en el PNV hay posiciones m¨¢s democr¨¢ticas, como las de Josu Jon Imaz que, a pesar de ser el evidente perdedor del momento, no habr¨¢ estado s¨®lo; otra, que el PNV como tal, no est¨¢ hoy a la altura de los cambios que propon¨ªa Imaz. Si la propuesta de Ibarretxe ha ganado, ser¨¢ porque est¨¢ m¨¢s cerca del nivel del PNV de hoy.
Y m¨¢s: la propuesta Ibarretxe cabe, porque desde los poderes centrales no se ha abordado en profundidad la especificidad social y pol¨ªtica vasca. El reiterado "derecho a decidir" del mundo nacionalista, anclado en un lenguaje e ideario esencialista, que conlleva una distinci¨®n entre los "vascos-vascos" y los menos vascos si no tienen necesidad de decidir autodeterminarse, tiene su soporte en otra suerte de nacionalismo espa?olista y en una rigidez "constitucionalista", que lejos de abrirse al debate, los cierra con esquem¨¢ticos y dogm¨¢ticos constitucionales portazos. No voy a perder espacio ni tiempo comentando las obsesivas y autoritarias posiciones del PP. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de siglas concretas, la negativa sistem¨¢tica de los diferentes partidos que se alternan en el Gobierno espa?ol a abordar algunas cuestiones espec¨ªficas del autogobierno vasco y de la situaci¨®n del vasquismo en Navarra, y la cerraz¨®n a una reforma constitucional que tenga m¨¢s en cuenta la realidad plurinacional del conjunto de Espa?a, adem¨¢s de ser en s¨ª misma un d¨¦ficit antipluralista, alimenta el victimismo nacionalista.
Uno y otro nacionalismo, el perif¨¦rico y el central, se afanan por la supremac¨ªa entre ellos en los correspondientes espacios en que operan, ajenos a la necesidad de establecer relaciones m¨¢s complejas e integradoras. Relaciones que, ante todo, traten de integrar todas las sensibilidades identitarias y busquen y encuentren acomodo en cualquier territorio para quienes se identifican con el nacionalismo que gobierna y para quienes no lo hacen. Por supuesto que es muy dif¨ªcil y probablemente imposible buscar un punto de encuentro plenamente satisfactorio. Pero cualquier soluci¨®n pasa por intentarlo. Y cualquier intento pasa por un reconocimiento rec¨ªproco de la otra sensibilidad. En el Pa¨ªs Vasco, el nacionalismo gobernante debe reconocer a las ciudadanas y ciudadanos vascos-espa?oles, tanta titularidad vasca como a quienes comparten el soberanismo abertzale, no s¨®lo con algunas palabras, sino tambi¨¦n en sus planes, pol¨ªticas y proyectos. En Navarra, el vasquismo debe reconocer sin titubeos la realidad pol¨ªtica de Navarra como comunidad pol¨ªtica diferenciada, y a su vez ese mismo vasquismo ha de ser reconocido por el navarrismo espa?ol en su pol¨ªtica gubernamental. En Espa?a, a las sensibilidades identitarias representadas por los nacionalismos perif¨¦ricos, ha de busc¨¢rseles encaje constitucional. Para todo ello, en cada territorio, habr¨¢ que forjar un pacto de convivencia que es incluso previo a cualquier planteamiento pol¨ªtico, muy anterior a cualquier plan Ibarretxe o a cualquier manifestaci¨®n navarrista en b¨²squeda de fragmentaci¨®n social. La b¨²squeda de perfiles culturales fronterizos, que act¨²en de integradores sociales, el principio de reciprocidad que permita el reconocimiento de la legitimidad de las diferencias y su respeto por todas las partes, puede contribuir a trazar el camino en la b¨²squeda de unos fundamentos comunes que sirvan de sost¨¦n a la convivencia. Un camino que tendr¨¢ despu¨¦s que aterrizar en pactos que regulen acuerdos y diferencias y al que deber¨ªan sumarse con lealtad las representaciones pol¨ªticas de las diversas sensibilidades.
Hoy por hoy nos falta una cosa y nos sobra otra para emprender con ¨¦xito el camino trazado. Nos faltan pol¨ªticos con apoyo en los grandes partidos nacionalistas vascos y espa?oles, que puedan liderar ese proceso y se atrevan a abrir procesos cr¨ªticos y autocr¨ªticos en sus propias organizaciones, procesos que puedan conducir a los complejos pactos dibujados en el p¨¢rrafo anterior. Josu Jon Imaz lo intent¨® sin ¨¦xito en el PNV. A su vez, Zapatero hubo un tiempo en que parec¨ªa iniciar un t¨ªmido acercamiento a posiciones m¨¢s abiertas. Por distintas cuestiones, ninguno de los dos est¨¢ conduciendo a su partido en esa direcci¨®n en el momento presente. Pero, en positivo, podemos decir que han sido aproximaciones que no hab¨ªan tenido lugar en los a?os anteriores. Nuevos escenarios pueden favorecer que reflorezcan.
Lo que nos sobra, es evidente. Adem¨¢s de la rigidez, los dogmatismos y esencialismos desde cualquier ¨¢ngulo, nos sobra ETA. Y el panorama no da para optimismos al respecto. La revisi¨®n autocr¨ªtica del abertzalismo en general y de la izquierda vasquista y abertzale en particular, y un claro compromiso de solidaridad con las v¨ªctimas, contribuir¨ªa a clarificar d¨®nde est¨¢ cada cual y a que ETA sepa con claridad que nadie quiere su pretendido tutelaje a cambio de nada. La injustificada existencia de ETA conlleva dolor, sufrimiento, terror. Pero tambi¨¦n es un estorbo pol¨ªticamente hablando, que mediatiza cualquier debate, cualquier acuerdo, cualquier reflexi¨®n y, por supuesto, cualquier consulta al estilo Ibarretxe. Esto no quiere decir que si ETA desapareciese, el camino a trazar para atemperar la situaci¨®n pol¨ªtica vasca ser¨ªa f¨¢cil. Me remito a lo ya dicho al respecto, pero s¨ª quiere decir que con ETA actuando todo es m¨¢s dif¨ªcil y envenenado. Si le a?adimos que la propuesta de la que hablamos puede dar alas a los supuestos argumentos pol¨ªticos esgrimidos por ETA para atentar, el veneno aumenta.
Todo ello es indispensable tenerlo en cuenta, para poner un grano de cordura en las aguas turbulentas de nuestra pol¨ªtica.
Milagros Rubio. Miembro de Batzarre y concejala de NABAI en el Ayuntamiento de Tudela.
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