Un proyecto cabal
En el discurso con que abri¨® el debate sobre el momento pol¨ªtico de la comunidad aut¨®noma, P¨¦rez Touri?o ha logrado perfilar un proyecto cabal para Galicia. Me pareci¨® verlo en el conjunto de propuestas que, desde una visi¨®n funcional del territorio y de las consecuencias de las actividades productivas sobre ¨¦l, sustentan, a mi modo de ver, un verdadero programa de reformas favorables a la modernizaci¨®n del pa¨ªs.
Sucede eso, por ejemplo, con las iniciativas sobre planificaci¨®n, ordenaci¨®n y reequilibrio territorial, con sus dimensiones productivas, habitacionales y de flujo. Culminar el programa de infraestructuras, facilitar el empleo de transportes p¨²blicos, no s¨®lo en los grandes centros urbanos sino tambi¨¦n en la Galicia interior y rural, someter a control la presi¨®n urbanista sobre la franja litoral, ampliar tan considerablemente la dotaci¨®n de suelo industrial y concretar el proceso de configuraci¨®n de las grandes ¨¢reas metropolitanas, todo eso, completa, un bloque de reformas modernizadoras muy s¨®lido. Su ejecuci¨®n garantizar¨¢, como tambi¨¦n se?al¨® el presidente Touri?o, la quiebra definitiva del aislamiento perif¨¦rico de Galicia. Yo as¨ª lo creo.
Cierto que a la Xunta se le pueden pedir garant¨ªas acerca de la viabilidad de esas propuestas y, sobre todo, sobre su ejecuci¨®n en los tiempos que se comprometen. Es sabido que esta suele ser, en Galicia m¨¢s que en otros lugares, una cuesti¨®n que suscita mucha discusi¨®n. Pero Touri?o puede ampararse, para pedir confianza, en el alto nivel de ejecuci¨®n que el Gobierno aut¨®nomo puede lucir respecto de los proyectos y compromisos adquiridos, hace poco m¨¢s de dos a?os, en su discurso de investidura. El mismo gust¨® de referirse al "verdadero dec¨¢logo del cambio" cuando relat¨® sus logros en materia de acuerdos sociales, con las organizaciones sindicales y las patronales, en el llamado pacto local, en la generaci¨®n y mejora de la calidad del empleo, el considerable aumento de las inversiones p¨²blicas en los sistemas educativo y sanitario, en asuntos relacionados con la defensa del medio ambiente y la promoci¨®n del desarrollo sostenible o, por fin, la implementaci¨®n de pol¨ªticas a favor de los grupos sociales menos favorecidos, adem¨¢s, claro, de las cuestiones estrella del debate pol¨ªtico gallego de los ¨²ltimos meses: el nivel de ejecuci¨®n de las infraestructuras, tanto competencia estatal como auton¨®mica, o el logro de que la Administraci¨®n central sostenga el compromiso de destinar a Galicia el 8% de la dotaci¨®n presupuestaria para inversi¨®n en ¨¦ste y en los pr¨®ximos a?os.
Creciendo Galicia, como viene haci¨¦ndolo, con unas tasas superiores a aquellas a las que crece la econom¨ªa que m¨¢s lo hace en Europa, que es Espa?a, esas nuevas propuestas pueden servir para sostener esa din¨¢mica durante unos cuantos a?os m¨¢s, acelerando el ritmo de convergencia econ¨®mica y social con Espa?a y Europa, lo que pronto habr¨ªa de dejarse ver tambi¨¦n en t¨¦rminos de renta por habitante. Podr¨ªamos estar hablando de otra Galicia.
A m¨ª, pues, me gust¨® el primer discurso del presidente de la Xunta. Pero no tanto el resto del debate de la primera jornada parlamentaria. Empezando por el tenor de la primera intervenci¨®n en ¨¦l de Anxo Quintana, que aun hoy no sabr¨ªa decir si era una segunda intervenci¨®n del Gobierno, que no ser¨ªa procedente, o la del portavoz del BNG, que era lo que el orador dijo que quer¨ªa ser pero no fue. No es una buena pr¨¢ctica esa de hacer recaer en una misma persona funciones tan diferentes como la de hablar en nombre de un grupo parlamentario o de un Gobierno, aunque ambas se produzcan en la misma sede parlamentaria y ese grupo parlamentario sea uno de los que sostienen al Gobierno. Lo m¨¢s f¨¢cil es que suceda lo que le sucedi¨® a Quintana, que comprometi¨® decisiones en nombre del Gobierno cuando dec¨ªa haberse subido a la tribuna no como vicepresidente, sino como portavoz del BNG. El Parlamento tiene derecho a exigir que sea ejerzan m¨¢s pulcramente las funciones de cada cual.
El resto, rifirrafe. Es decir, nada especialmente interesante. A no ser, quiz¨¢, la agilidad con que N¨²?ez Feijoo sac¨® punta a las inmadureces del bipartito.
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