Primero y principal
Unos ochenta a?os despu¨¦s de la muerte de March, Juan Bosc¨¢n escribi¨® que de los trovadores provenzales "salieron muchos autores excelentes catalanes, de los cuales el m¨¢s excelente es Os¨ªas March, en loor del cual, si yo ahora me metiese un poco, no podr¨ªa tan presto volver a lo que ahora traigo entre las manos". No es f¨¢cil, en efecto, hacer justicia en breve espacio a los extraordinarios m¨¦ritos de quien ha sido definido -en opini¨®n tan autorizada como la de Costanzo Di Girolamo- como el mejor poeta europeo del siglo XV. Dicho del mismo siglo de Fran?ois Villon y de Jorge Manrique puede parecer una exageraci¨®n, pero no lo es en absoluto, porque March, ya muy apreciado en vida (el marqu¨¦s de Santillana lo ten¨ªa por "gran trovador e home de asaz elevado esp¨ªritu"), mereci¨® pronto la condici¨®n de cl¨¢sico y fue, despu¨¦s de Petrarca, el autor m¨¢s imitado por los poetas espa?oles del Renacimiento, con Garcilaso a la cabeza.
1POESIES
Ausi¨¤s March
La primera edici¨®n en catal¨¢n es la barcelonesa de 1543. En 1539, ya se hab¨ªa publicado una en castellano en Valencia. Una selecci¨®n de su obra se encuentra en 'P¨¢ginas del Cancionero' (Pre-Textos, 2005). En catal¨¢n, poes¨ªas completas en las editoriales Quaderns Crema y Barcino. Ausi¨¤s March naci¨® en Gand¨ªa alrededor de 1397 y muri¨® el 3 de marzo de 1459 en Valencia. En 1437 se cas¨® con Isabel Martorell, hermana del autor de 'Tirant', fallecida dos a?os despu¨¦s. Es el primer autor que us¨® el catal¨¢n como lengua po¨¦tica.
La biograf¨ªa del poeta, que Josep Piera ha novelado con fiel sensibilidad, es la propia de un se?or feudal: servicios a su rey, campa?as militares, expediciones mar¨ªtimas, hijos bastardos, y tambi¨¦n pleitos, desaf¨ªos y venganzas. Cuando decidi¨® retirarse a Gand¨ªa a cuidar sus posesiones y a escribir versos, la prosa literaria en catal¨¢n ten¨ªa casi doscientos a?os de historia, pero la lengua de la poes¨ªa segu¨ªa siendo el occitano. Podr¨ªa decirse que el ¨²ltimo de los trovadores fue otro valenciano, su amigo Jordi de Sant Jordi; sin embargo, la importancia de Ausi¨¤s March como primer poeta, cronol¨®gica y cualitativamente, de las letras catalanas no se debe a determinadas o determinantes circunstancias hist¨®ricas, sino a algo mucho m¨¢s elemental y menos l¨®gico: la caprichosa incongruencia del genio.
No es que March pretendiese hacer algo distinto de lo que hicieron los trovadores: segu¨ªa hablando del amor con apego a las convenciones gen¨¦ricas y a las exigencias formales (entre ellas la adoraci¨®n de alguna dama con su correspondiente senhal), pero su voz es siempre perturbadora e inconfundible, por m¨¢s amortiguada que quede en las traducciones (por ejemplo en la m¨ªa, P¨¢ginas del Cancionero, Pre-Textos, Valencia, 2004): "Quien no est¨¦ triste, quien no lo haya estado / nunca, que no se ocupe de mis versos; / y aquel a quien los males atormenten / no busque oscuridad para estar triste: / lea mis turbad¨ªsimos escritos, / hijos sin arte de un desatinado, / y la raz¨®n que a tal dolor me empuja / la sabe Amor, que ha sido su causante".
El amor en March ya no es s¨®lo un tema literario, porque alcanza grados diversos de preocupaci¨®n filos¨®fica o doctrinal y, sobre todo, se presenta como el resultado de la experiencia de un hombre concreto, tan concreto que se identifica inequ¨ªvocamente: "Jo s¨®c aquell que es diu Ausi¨¤s March". Un hombre que confiesa sus angustias y expone sus dolores, pero no desde el punto de vista de simple sinceridad biogr¨¢fica, sino de consciente autenticidad expresiva, que es lo que exige el arte de la poes¨ªa: "Yo soy aquel que en tiempo de tormenta, / cuando las gentes huelgan junto al fuego, / pudiendo compartir sus diversiones, / descalzo y sin cubrir voy por la nieve". El tormento del amor y la contradictoria esperanza de la muerte tienen su efecto y dejan su huella en la carne del hombre: en el impulso sexual del var¨®n pujante, en el malestar del enamorado melanc¨®lico, en la decrepitud del viejo achacoso. Y en el aire revuelto de March planea siempre el buitre de la imposible satisfacci¨®n del deseo, entre otras razones por la dificultad de alcanzar el ideal del amor mixto, mezcla de apetito brutal y de anhelo espiritual: "La carne quiere carne, y no hay remedio. / ... / Los placeres del cuerpo ya he perdido / y no logro alcanzar los del esp¨ªritu, / y apenas siento el animal deleite".
La antigua divisi¨®n tem¨¢tica de su obra en cantos de amor, cantos morales y cantos de muerte aten¨²a la evidente unidad discursiva del conjunto (ciento veintiocho poemas que suman unos diez mil versos) y tal vez acent¨²a inadecuadamente la singularidad del Canto espiritual, obra maestra de la poes¨ªa penitencial, pieza deshilvanada y compulsiva como otras del autor y como corresponde a un perplejo que pide ayuda a Dios porque no est¨¢ muy seguro de su devoci¨®n: "Dame, Se?or, el fuego de la fe / para inflamar la parte que me enfr¨ªa". Y es que la unidad y la grandeza de March residen sobre todo en lo que podemos llamar una actitud de expresi¨®n, en un lenguaje rico en elipsis y en anacolutos que puede desesperar a los traductores y exasperar a los gram¨¢ticos, pero que no deja de asombrarnos por su fuerza descarnada. Unas veces es complejo y conceptuoso, otras inc¨®modamente expl¨ªcito, y a menudo se adorna con efectivas comparaciones tomadas de la vida cotidiana: el vizca¨ªno que enferma en Alemania y no sabe expresarse en la lengua del lugar; la madre que da veneno a su hijo para no contrariarlo; el joven servidor que busca las caricias de su amo; el mar que hierve como una cazuela en el horno; el m¨¦dico que yerra en el diagn¨®stico; el bailar¨ªn que trastabilla... Son detalles y personajes de un mundo figurado para dar forma y salida a un alma en permanente ebullici¨®n.
Ausi¨¤s March es un poeta moderno porque intuy¨® y nos muestra que la poes¨ªa consiste en algo m¨¢s que en disponer "bellas palabras calificativas / para expresar amor ilimitado" (por decirlo con ?ngel Gonz¨¢lez, que tambi¨¦n lo sabe) y porque su obra ha seguido siendo f¨¦rtil para otros grandes poetas valencianos, en catal¨¢n o en castellano, de las ¨²ltimas d¨¦cadas. El lector de hoy que est¨¦ buscando al poeta m¨¢s alto y m¨¢s profundo de las letras catalanas y quiera comprender, por encima de las fronteras de la lengua, la esencia y las consecuencias de la creaci¨®n po¨¦tica, debe empezar simplemente por el principio: es decir, por Ausi¨¤s March.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mic¨® es traductor de Ariosto y Ausi¨¤s March al castellano. Las cubiertas de las obras escogidas han sido facilitadas por la Biblioteca de Catalu?a.
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