Una catedral de la lengua
Dec¨ªa Horovitz que si se destruyera el mundo y con ¨¦l todo nuestro patrimonio musical excepto la partitura de una fuga de Bach, s¨®lo con esas notas se podr¨ªa deducir y reinventar toda la historia de la m¨²sica de Occidente. Con Primera hist¨°ria d'Esther pasa algo parecido. No tenemos en toda la literatura teatral catalana otro texto que de una manera tan profunda explique el retrato de una colectividad, esta "petita p¨¤tria" que es Catalu?a y el sentir de su gente. Primera hist¨°ria d'Esther es la reacci¨®n de un poeta frente a un momento hist¨®rico determinado, pero despu¨¦s, como todos los grandes textos de teatro, se convierte en una met¨¢fora de alcance universal aplicable a cualquier pa¨ªs o lugar en el que el teatro sirva para reflejar una situaci¨®n concreta de opresi¨®n y donde sus habitantes reaccionen delante de esta opresi¨®n como el poeta Espriu: con un insobornable amor por su tierra y su gente y sobre todo con un ejercicio militante y constante de la iron¨ªa, ese arma que nos proporciona la inteligencia para poder darle la vuelta a las situaciones m¨¢s dram¨¢ticas y transformarlas en una mueca. Y es en ese segundo aspecto en el que Primera hist¨°ria d'Esther se convierte en un gran texto de teatro po¨¦tico, claro, pero sobre todo pol¨ªtico, es decir, concreto, comprometido con su momento y en el que el autor habla en voz alta con sus conciudadanos. El amor por Catalu?a, por el pa¨ªs propio, por las "petites coses", forma parte desde siempre de nuestra literatura, sobre todo de la poes¨ªa, y Salvador Espriu se a?ade a esta tradici¨®n c¨ªvica y literaria y nos la transmite y la comparte con nosotros, espectadores.
13PRIMERA HIST?RIA D'ESTHER
Salvador Espriu
Aym¨¤ public¨® esta obra teatral en 1948 con el t¨ªtulo de 'Primera hist¨°ria d'Esther: improvisaci¨® per titelles', pieza estrenada en 1957 y que se ha convertido en uno de los textos esenciales del teatro catal¨¢n, editado ahora en Proa. La trayectoria literaria de Salvador Espriu (Santa Coloma de Farners, 1913-Barcelona, 1985) no se ci?e a un g¨¦nero. Tambi¨¦n escribi¨® poes¨ªa y narrativa. Nunca el nombre de un autor catal¨¢n ha sonado de forma tan recurrente como el suyo como candidato al Nobel.
Para testimoniar las alt¨ªsimas dimensiones de este "petit pais" construye una verdadera catedral de la lengua hecha de una filigrana de palabras de una expresividad y de una belleza avasalladoras. Pero el poeta no escribe s¨®lo una declaraci¨®n de amor sino que nos env¨ªa un gesto contundente desde el escenario (y ya desde el subt¨ªtulo: Improvisaci¨®n para marionetas) y nos invita, como invitaba a sus contempor¨¢neos, a usar la risa ir¨®nica como una forma de resistencia: el antivictimismo, la reacci¨®n inteligente frente a la solemnidad y la brutalidad del poder del opresor.
Eso es lo que a¨²n me emociona de la Primera hist¨°ria d'Esther, lo que sent¨ªa, puede que de una manera m¨¢s difusa, cuando la montamos en el Teatre Lliure en 1982, y sobre todo lo que me transmit¨ªa Salvador Espriu en las largas conversaciones que le gustaba mantener cuando ¨ªbamos a visitarlo a su piso de paseo de Gr¨¤cia con Fabi¨¤ Puigserver y Carlota Soldevila, con la que conservaba una entra?able amistad de juventud. A alguien le podr¨ªa parecer extra?o pero lo que b¨¢sicamente hac¨ªamos en aquellas charlas era re¨ªr. Espriu ten¨ªa un fin¨ªsimo sentido del humor y desmontaba cualquier intento de solemnidad y trascendencia, sobre todo si ven¨ªa del poder, en un sarcasmo afilado. ?sa es la actitud c¨ªvica que nos propon¨ªa y nos contin¨²a proponiendo Espriu en Primera hist¨°ria d'Esther. Insisto en este aspecto porque, curiosamente, algunos espriuanos nos han transmitido y ha quedado en el aire una visi¨®n solemne y trascendente sobre todo de su poes¨ªa (puede que el mismo poeta, sin saberlo, no fuera demasiado inocente) y por extensi¨®n del hombre y de su po¨¦tica literaria. Solemnidad y trascendencia, dos palabras, dos sentimientos, estoy seguro, profundamente alejados tanto del hombre como del escritor.
Primera hist¨°ria d'Esther es un texto que despierta recuerdos a mucha gente. A m¨ª me extrae de los cajones de la memoria monta?as de im¨¢genes, de sonidos, de colores, sobre todo, de personas queridas. La montamos en el Lliure, entre veneraci¨®n y risas, y la representamos en el Teatro Romea. Pero eso ya s¨®lo es un momento de la memoria para los que la hicimos y puede que para alg¨²n espectador. De hecho, una an¨¦cdota. El gesto de Espriu, en cambio, contin¨²a vivo en su texto esperando cada vez a los nuevos int¨¦rpretes y a los nuevos o¨ªdos que lo quieran escuchar y emocionarse con ¨¦l.
Llu¨ªs Pasqual
en 1982.
dirig¨® Primera hist¨°ria d'Esther en el Teatre Lliure
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