El velo no es el velo
La Generalitat, o Gobierno aut¨®nomo de Catalu?a, ha obligado a un colegio p¨²blico de Gerona a admitir a Shaima, una ni?a marroqu¨ª de ocho a?os, que desde hac¨ªa una semana faltaba a clases porque las autoridades del plantel le hab¨ªan prohibido el ingreso mientras llevara el hiyab o velo isl¨¢mico. El director fund¨® la prohibici¨®n en el reglamento del colegio, que rechaza en el atuendo de los alumnos "cualquier elemento que pueda causar discriminaci¨®n". Por su parte, la Generalitat considera que "el derecho a la escolarizaci¨®n" debe prevalecer sobre las normas internas de los centros educativos.
A diferencia de lo que ocurre en pa¨ªses como Francia o el Reino Unido, donde hay leyes sobre el uso del velo isl¨¢mico en las escuelas p¨²blicas, en Espa?a no existe legislaci¨®n al respecto y hasta ahora el permiso o la prohibici¨®n de llevarlo estaba librado al criterio de los propios centros de ense?anza. Lo ocurrido con la ni?a marroqu¨ª establece un precedente que, de prevalecer y extenderse, abrir¨ªa las puertas de la instrucci¨®n p¨²blica al llamado multiculturalismo o comunitarismo. A mi juicio, semejante perspectiva es sumamente riesgosa para el futuro de la cultura de la libertad en Espa?a.
A primera vista, semejante afirmaci¨®n parecer¨¢ a algunos exagerada o apocal¨ªptica. ?Qu¨¦ puede tener de malo que una pobre criatura, acostumbrada por la religi¨®n y las costumbres de su familia a tocarse con el hiyab lo siga haciendo en las aulas escolares? ?No ser¨ªa una crueldad obligarla a destocarse y lucir los cabellos a sabiendas de que, para sus creencias y usos comunitarios, tal cosa ser¨ªa tan traum¨¢tico como para las ni?as cristianas exigirles mostrar el busto o las nalgas? De all¨ª a considerar que prohibir el velo isl¨¢mico a las ni?as en los colegios p¨²blicos es prejuicio antimusulm¨¢n o etnocentrismo colonialista y racista hay s¨®lo un paso cortito.
Sin embargo, no es tan sencillo. El velo isl¨¢mico no es un simple velo que una ni?a de ocho a?os decide libremente ponerse en la cabeza porque le gusta o le es m¨¢s c¨®modo tener los cabellos ocultos que expuestos. Es el s¨ªmbolo de una religi¨®n donde la discriminaci¨®n de la mujer es todav¨ªa, por desgracia, m¨¢s fuerte que en ninguna otra -en todas ellas, aun las m¨¢s avanzadas, se discrimina a¨²n a las mujeres-, una tara tradicional de la humanidad de la que la cultura democr¨¢tica ha conseguido librarnos en gran parte, aunque no del todo, gracias a un largo proceso de luchas pol¨ªticas, ideol¨®gicas e institucionales que fueron cambiando la mentalidad, las costumbres y dictando leyes destinadas a frenarla. Una de esas grandes conquistas es el laicismo, uno de los pilares sobre los que se asienta la democracia. El Estado laico no est¨¢ contra la religi¨®n. Por el contrario, garantiza el derecho de todos los ciudadanos de creer y practicar su religi¨®n sin interferencias, siempre y cuando esas pr¨¢cticas no infrinjan las leyes que garantizan la libertad, la igualdad y dem¨¢s derechos humanos que son la raz¨®n de ser del Estado de Derecho.
Los colegios p¨²blicos de un Estado laico no pueden ser confesionales, porque si lo fueran y privilegiaran a una religi¨®n sobre otras, o sobre los no creyentes, ejercer¨ªan una discriminaci¨®n inaceptable en una sociedad de veras libre. En ¨¦sta la religi¨®n no desaparece, se confina en el ¨¢mbito privado, fuera de las escuelas y las instituciones p¨²blicas. Los creyentes pueden constituir escuelas privadas de car¨¢cter confesional, desde luego, o impartir en las iglesias o en el seno de las familias todas las doctrinas y creencias en las que quieren educar a sus hijos. Pero la religi¨®n no puede invadir el dominio p¨²blico sin que principios b¨¢sicos de la cultura democr¨¢tica, sobre todo la igualdad y la libertad de los ciudadanos, se resquebrajen y se establezcan privilegios y jerarqu¨ªas abusivas.
El velo isl¨¢mico en las escuelas p¨²blicas es una cabecera de playa con la que los enemigos del laicismo, de la igualdad entre el hombre y la mujer, de la libertad religiosa y de los derechos humanos, pretenden alcanzar unos espacios de verdadera extraterritorialidad legal y moral en el seno de las democracias, algo que, si ¨¦stas lo admiten, podr¨ªa conducirlas al suicidio. Porque con el mismo argumento con que se pretende que el hiyab sea admitido en las escuelas se puede exigir, tambi¨¦n, como han hecho y conseguido los islamistas en algunas ciudades de Europa, que haya piscinas municipales separadas para hombres y para mujeres pues para las hembras musulmanas resulta imp¨²dico compartirlas con los varones. Y, si se trata de respetar todas las culturas y las costum-
bres ?por qu¨¦ la democracia no admitir¨ªa tambi¨¦n los matrimonios negociados por los padres y, en ¨²ltima instancia, hasta la ablaci¨®n del cl¨ªtoris de las ni?as que practican tantos millones de creyentes en el ?frica y otros lugares del mundo?
El multiculturalismo parte de un supuesto falso, que hay que rechazar sin equ¨ªvocos: que todas las culturas, por el simple hecho de existir, son equivalentes y respetables. No es verdad. Hay algunas culturas m¨¢s evolucionadas y modernas que otras, y aunque es verdad que aun en las culturas m¨¢s primitivas existen pr¨¢cticas, usos y creencias que han enriquecido la experiencia humana y ense?anzas que las otras pueden aprovechar, tambi¨¦n lo es que en muchas culturas sobreviven prejuicios y conductas b¨¢rbaras, discriminatorias y hasta criminales que ninguna democracia puede admitir en su seno sin negarse a s¨ª misma y retroceder en el largo camino de la civilizaci¨®n que lleva andado.
Francia, donde el tema del velo isl¨¢mico es objeto de viejos e intensos debates, lo ha entendido as¨ª y ha dado un buen ejemplo al resto de los pa¨ªses democr¨¢ticos prohibiendo por ley, desde 2004, "el uso de elementos ostentatorios de car¨¢cter religioso en las escuelas e institutos p¨²blicos del pa¨ªs". Al principio, esta medida fue considerada por algunos supuestos "progresistas" como reaccionaria y sustentada en un prejuicio contra los inmigrantes de origen musulm¨¢n. No lo era. Por el contrario, su raz¨®n profunda es dar la oportunidad a todos, extranjeros y nacionales, de cualquier raza, cultura o religi¨®n, de trabajar y vivir en Francia en un ambiente de legalidad y libertad que les permita seguir practicando todas sus creencias y costumbres que sean compatibles con las leyes vigentes. Y, desde luego, renunciando a las que no lo sean, como hicieron las iglesias cristianas en el pasado, cuando tuvieron que acomodarse a las sociedades abiertas. Si se considera que la democracia ha significado un extraordinario avance sobre los reg¨ªmenes desp¨®ticos y absolutistas de anta?o, es dif¨ªcil entender que ella pueda ser s¨®lo v¨¢lida para los dem¨®cratas y que los pa¨ªses democr¨¢ticos, en nombre de la falacia de la equivalencia absoluta de las culturas, admitan en su seno enclaves antidemocr¨¢ticos o pr¨¢cticas re?idas con los principios b¨¢sicos de la igualdad y la libertad.
Quienes defienden el multiculturalismo y el comunitarismo tienen una idea est¨¢tica y esencialista de las culturas que la historia desmiente. Ellas tambi¨¦n evolucionan, de acuerdo al avance de la ciencia y los intercambios que son cada vez m¨¢s frecuentes en el mundo moderno de ideas y conocimientos que, poco a poco, van transformando convicciones, pr¨¢cticas, creencias, supersticiones, valores y prejuicios. Un musulm¨¢n moderno de, digamos, el L¨ªbano o El Cairo tiene muy poco que ver con los musulmanes fundamentalistas de Darfur que arrasan aldeas y queman a familias enteras por ser paganas y ponerlos dentro de la misma etiqueta cultural es tan absurdo como considerar id¨¦nticos, por ser cristianos, a los cat¨®licos generalmente tolerantes y democr¨¢ticos de las sociedades abiertas de nuestros d¨ªas con los inquisidores o los cruzados medievales que torturaban y asesinaban en nombre de la cruz. Si los pa¨ªses democr¨¢ticos quieren ayudar de alg¨²n modo a que la religi¨®n musulmana experimente el mismo proceso de secularizaci¨®n que ha permitido a la Iglesia Cat¨®lica adaptarse a la cultura democr¨¢tica, lo peor que podr¨ªan hacer es renunciar a logros tan importantes como el laicismo y la igualdad para no parecer etnocentristas y prejuiciosos. No hay etnocentrismo alguno, sino universalismo y pluralismo estrictos, en no hacer concesiones en la defensa de los derechos humanos y de la libertad.
El sistema franc¨¦s me parece m¨¢s claro y m¨¢s eficaz que el adoptado por el Reino Unido, donde el Estado ha transferido a los colegios e institutos de ense?anza la decisi¨®n de autorizar o prohibir el uso del velo isl¨¢mico en las aulas. Pero esta potestad s¨®lo vale en lo que concierne a los estudiantes. En cambio, las maestras est¨¢n prohibidas de dar clases veladas, seg¨²n una decisi¨®n del Poder Judicial del a?o pasado, luego de que una profesora se presentara en el aula brit¨¢nica embutida en un niqab, especie de carpa vestuario que cubre el cuerpo femenino de pies a cabeza. ?No es absurdo que se proh¨ªba a las maestras lo que se permite a las alumnas o viceversa?
En las fotos de la prensa de esta ma?ana, Shaima, la ni?a marroqu¨ª de ocho a?os, sonr¨ªe feliz con sus grandes ojos porque podr¨¢ ir al colegio portando el velo que, seg¨²n le ense?¨® su abuelita, deben llevar siempre las buenas creyentes. ?Seguir¨¢ siendo tan feliz ahora convertida en la excepci¨®n a la regla en su colegio? Yo creo que las buenas almas de la Generalitat catalana la han condenado a la infelicidad.
? Mario Vargas Llosa, 2007. ? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Diario EL PA?S, SL, 2007.
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