"Lo pas¨¦ fatal en la escuela"
F¨¢tima Elidrisi, protagonista de la primera pol¨¦mica por el velo isl¨¢mico, recuerda su experiencia
Han pasado dos a?os desde que F¨¢tima Elidrisi dej¨® el Juan de Herrera, un instituto p¨²blico de San Lorenzo de El Escorial (a unos 50 kil¨®metros al noroeste de Madrid). "Me fue fatal all¨ª. Por la clase de gimnasia. Algunos profesores me dec¨ªan que no pod¨ªa llevar velo. Ten¨ªa muchos problemas, casi como al principio. Llamaban a la directora, pero ella no dec¨ªa nada", declara por tel¨¦fono, en un espa?ol inseguro, desde el rinc¨®n de Andaluc¨ªa donde vive con su familia desde el a?o pasado. Aunque pocos recuerdan su nombre, la escolarizaci¨®n de F¨¢tima, en febrero de 2002, a los cinco meses de su llegada a Espa?a, estuvo precedida por la mayor pol¨¦mica sobre el uso del hiyab -el velo que usan las musulmanas a partir de la pubertad-, que se hab¨ªa escuchado hasta entonces en este pa¨ªs.
"No trato con culturas sino con personas", dice el director de un centro a favor del pa?uelo
Cuando F¨¢tima, que no hab¨ªa cumplido los 14 a?os, fue enviada a la escuela apenas pudo chapurrear algo de espa?ol. Le toc¨® un centro concertado, el Inmaculada Concepci¨®n. Las monjas concepcionistas que lo gestionan se negaron a aceptarla, tocada con su hiyab. Su padre, Al¨ª Elidrisi, rechaz¨® tambi¨¦n el centro cat¨®lico. La pol¨¦mica estaba servida.
Al final, las autoridades optaron por escolarizarla en el instituto p¨²blico Juan de Herrera, pese a que la entonces directora, Delia Dur¨®, era contraria al velo.
El primer d¨ªa de clase de F¨¢tima se convirti¨® en todo un acontecimiento medi¨¢tico. La ni?a entr¨® en el aula con el pa?uelo anudado al cuello, un atuendo que mantuvo en la escuela hasta 2005, cuando dej¨® los estudios.
Apagados los focos que iluminaron brevemente su vida, F¨¢tima pas¨® un a?o trabajando en una tienda de San Lorenzo de El Escorial, de la que no quiere dar m¨¢s datos. "Llevaba mi pa?uelo y no pasaba nada", recuerda ahora, ya con 19 a?os cumplidos, y empe?ada en sacarse el t¨ªtulo de graduado escolar y el carn¨¦ de conducir. De la pol¨¦mica de la ni?a de Girona no sabe absolutamente nada, pero se extra?a de la edad de Shaima. "A los ocho a?os no se lleva el velo. Es muy peque?a, incluso a los 14 se es peque?a". Aunque, reflexiona: "?Qu¨¦ m¨¢s da! No entiendo por qu¨¦ la gente est¨¢ pendiente de estas cosas. Cada uno tendr¨ªa que pensar en lo suyo".
La madre Bel¨¦n, actual directora del Inmaculada Concepci¨®n, elude referirse a aquella pol¨¦mica. "Yo estaba entonces en otra autonom¨ªa". Pero defiende la decisi¨®n de no admitir a F¨¢tima. "Cuando los ni?os se escolarizan en el centro aceptan respetar sus normas, y el uniforme es una de ellas. Nosotras tenemos tambi¨¦n alumnos inmigrantes. No sabr¨ªa decirle cuantos, unos diez, creo, y estamos muy contentas con ellos. Enriquecen nuestra visi¨®n del mundo, que es plural".
En el Juan de Herrera, donde estudi¨® F¨¢tima, todav¨ªa la recuerdan. Su caso sirvi¨® de pauta al reglamento interno que aplica hoy su nuevo director, Ram¨®n V¨¢zquez. "Permitimos a las chicas musulmanas que vengan con el pa?uelo, pero no dejamos que los alumnos lleven gorras. Yo no trato con culturas, sino con personas. Y las chicas musulmanas no son libres para quitarse el pa?uelo". En el instituto, uno de cada cuatro alumnos es inmigrante, aunque los musulmanes son apenas una treintena, de ellos 12 chicas, "de las que s¨®lo tres o cuatro llevan pa?uelo", dice V¨¢zquez. No le cabe duda de que el suyo es un centro "liberal". Pero, este director aplaudir¨ªa la llegada de una norma superior a la que atenerse en caso de conflicto. Mientras llega, el muestrario de soluciones caseras que cada centro da al problema de los atuendos es variado e imaginativo.
Caben muchas matizaciones entre las dos posiciones extremas: liberalismo total, al estilo del Reino Unido, y prohibicionismo total, tan estricto como el que se aplica en Francia, donde todos los s¨ªmbolos religiosos est¨¢n proscritos en la escuela.
Un ejemplo de m¨¢ximo liberalismo es el colegio concertado de las Mercedarias, en el centro de Madrid. Los alumnos llevan uniforme, pero un uniforme laxo, por lo que se ve a la salida del centro: chavales con ch¨¢ndal que se atienen s¨®lo parcialmente a los colores obligatorios -pantal¨®n azul marino y camisa blanca-, con colgantes y piercing; chicas con minifaldas vaqueras. Ninguna con hiyab. "Ser¨¢ porque ellas no quieren pon¨¦rselo, porque nosotras lo aceptamos", dice Olga, que ha sido alumna y profesora del centro y ahora controla la porter¨ªa. ?La llaman hermana o madre, los chicos? "Huy, eso pas¨® a la historia, ahora nos tutean". Olga -pelo blanco y ojos claros- dice que los alumnos vienen casi todos de la zona, un sector degradado del centro de la ciudad. "Tenemos infinidad de hijos de prostitutas. Ellas son bell¨ªsimas personas". Lo del uniforme responde a una petici¨®n de los padres. Las mercedarias no lo impondr¨ªan. "A los musulmanes les preparamos comida especial. Nunca hemos tenido problemas".
Y ¨¦se es un aspecto clave. Porque los reglamentos internos de los centros se basan, muchas veces, en la propia experiencia. En el instituto Benlliure, de Valencia, con m¨¢s de mil alumnos entre los 12 y los 20 a?os, (30% de inmigrantes), se vivi¨® hace a?os una situaci¨®n complicada que oblig¨® a tomar medidas. Lo recuerda el jefe de estudios, Josep Cuenca. "Tuvimos una alumna musulmana en uno de los ciclos superiores, el de Turismo, que usaba el velo. Y era un problema. Porque la envi¨¢bamos a hacer pr¨¢cticas en el aeropuerto, o en la recepci¨®n de un hotel, y las empresas nos la devolv¨ªan, por el velo". El profesor a cargo del curso inform¨® del caso y el claustro decidi¨® que hab¨ªa que prohibir a los alumnos cubrirse la cabeza. "Aqu¨ª no se aceptan ni hiyab, ni gorra, ni capuchas. Es una cuesti¨®n de est¨¦tica", dice Cuenca. Las alumnas musulmanas llevan el velo s¨®lo hasta la puerta.
En el instituto Las Am¨¦ricas, de Parla (a unos 20 kil¨®metros al sureste de Madrid), han optado por una soluci¨®n intermedia. "Las ni?as musulmanas pueden venir con pa?uelo, pero no aceptamos prendas que tapen la cara. Por eso no admitimos que entren en clase con gorras o con gafas de sol", explica ?ngel Humanes, director del centro desde hace siete a?os. Humanes, al frente de un colectivo de 700 alumnos (unos 120 inmigrantes), cree que la f¨®rmula m¨¢gica para evitar problemas es aplicar el sentido com¨²n. "La intransigencia es fatal. Pero tan malo es pasarse como quedarse corto. El de fuera tiene que aceptar las costumbres de aqu¨ª".
Aunque la situaci¨®n dista de ser homog¨¦nea. "En Andaluc¨ªa estamos muy bien. Aqu¨ª no hay problemas con estas cosas del velo", asegura F¨¢tima Elidrisi. Y tampoco en Ceuta, con mayor¨ªa de musulmanes. Juan Luis Ar¨®stegui, que dirige el instituto Puertas del Campo desde hace 22 a?os, lleva d¨¦cadas viendo a las alumnas entrar a clase con su pa?uelo. "Aqu¨ª la naturalidad es absoluta. Ni destaca, ni llama la atenci¨®n. Aunque tampoco son muchas las muchachas que lo llevan". Ar¨®stegui ha detectado un aumento del uso del hiyab en los ¨²ltimos a?os. Pero jam¨¢s lo prohibir¨ªa.
Claro que eso est¨¢ bien cuando todo va como la seda. Pero, ?y cuando surgen los problemas? Ram¨®n V¨¢zquez, del instituto Juan de Herrera, tiene claro que deber¨ªa haber una norma de la Administraci¨®n a la que atenerse. "Si no, nos dejan a los directores a los pies de los caballos".
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