Promesas a plazo fijo
Con los intereses que ha generado el dinero para pagar las vacaciones a las amas de casa andaluzas -que todav¨ªa est¨¢n esperando disfrutarlas-, la Junta podr¨ªa costear ahora los 600 euros al mes que ha prometido a los j¨®venes que quieran seguir estudiando y carecen de recursos para ello. Con lo que ha sobrado del presupuesto destinado a un ordenador por alumno en los colegios p¨²blicos, se podr¨ªan levantar algunas de las VPO para familias con menos de 3.000 euros al mes. Y con el ahorro de espacio en los hospitales -ya que donde iba a colocarse una ¨²nica cama sigue habiendo dos-, se podr¨ªan incrementar los 2.500 euros del cheque-beb¨¦. Los n¨²meros deber¨ªan cuadrar. S¨®lo se trata de pagar una promesa con el dinero que ha rentado haber incumplido la anterior.
Siempre he querido creer que cuando un pol¨ªtico hace una propuesta en campa?a electoral el coste est¨¢ cuantificado y, si gana, la partida se prev¨¦ en el presupuesto ?O es que no la hacen? No puede ser. Si al final no se ha gastado el dinero previsto, hay que suponer que el coste de la promesa se ha metido en un banco, a plazo fijo y generando intereses. Dado que algunas de ellas se arrastran de d¨¦cadas, el dinero debe de haberse multiplicado, por lo que se podr¨ªa llegar a la conclusi¨®n de que ha sido un buen incumplimiento. Se lo explico. Si en su d¨ªa le hubieran preguntado a usted ,ama de casa, si prefer¨ªa unas vacaciones o una VPO dentro de diez a?os, la respuesta habr¨ªa sido clara: el piso. Imag¨ªnese si se hubiera ido de vacaciones o si a su hijo le hubieran puesto el ordenador en el pupitre que ya se habr¨ªa quedado antiguo; de d¨®nde sacar¨ªan ahora el dinero para prometer el piso.
La democracia espa?ola ha dado un salto cuantitativo. Estamos convirtiendo los programas electorales en un talonario de cheques-descuentos. Aqu¨ª ya no se trata de modificar las pol¨ªticas que hacen posible cambiar las cosas, sino de atender las exigencias de un modelo econ¨®mico insaciable cuyo mantenimiento necesita ser subvencionado. Ha ocurrido con el boom de la construcci¨®n, auspiciado por las propias administraciones y que ha provocado un hecho ins¨®lito: se han levantando m¨¢s pisos que nunca, pero tambi¨¦n hay m¨¢s gente que no puede acceder a ellos. Ahora son las propias administraciones que han participado en la creaci¨®n del problema, las que buscan respuestas para sufragar econ¨®micamente la soluci¨®n. Pero en vez de cambiar el modelo para propiciar pisos m¨¢s baratos, lo ¨²nico que se les ocurre es ofrecer ayudas m¨¢s altas.
Han sido tradicionalmente los partidos de izquierdas los que m¨¢s se han preocupado por remediar y consolidar el Estado del bienestar. De ellos est¨¢n partiendo medidas muy plausibles, pero tambi¨¦n algunas otras desconcertantes y fr¨ªvolas. Una de las mayores carencias de este Estado del bienestar es la de resolver la conciliaci¨®n entre de la vida familiar y laboral. Ya se ha universalizado la ense?anza entre los tres y seis a?os, pero sigue habiendo un serio problema para afrontar la educaci¨®n infantil de 0 a 3 a?os por falta de guarder¨ªas. Los pr¨®ximos Presupuestos del Estado incluir¨¢n una partida de 100 millones de euros para destinar nuevas plazas de guarder¨ªas a qui¨¦nes m¨¢s las necesitan, mientras las ayudas indiscriminadas por nacimiento, el llamado cheque-beb¨¦, supone un monto econ¨®mico 12 veces superior. Lo que resulta un contrasentido mayor que el que pretende resolver.
Al hilo de todo esto, Justo Navarro escribi¨® hace varias semanas que el Estado empieza a tratar a una sola persona como pobre y acaba tratando a todo el mundo como pobre. Entre universalizar la educaci¨®n infantil desde 0 a 3 a?os o dar el famoso cheque-beb¨¦ hay una enorme diferencia, y ha quedado claro que se opta por lo segundo. Pese a ello, el mayor reproche que se me ocurre ante tantas nuevas promesas sociales no es que sean electoralistas, sino que algunas hayan tardado tanto tiempo en llegar y que otras s¨®lo van a servir para incrementar la renta de las promesas a plazo fijo.
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