Los 'todoterrenos' del terror
Castellari y Deodato, artesanos del cine de g¨¦neros y subg¨¦neros, repasan sus carreras
Han sido artesanos todoterreno en el f¨¦rtil universo del cine de g¨¦neros y subg¨¦neros. Nutrieron, con m¨¢s atrevimiento que presupuesto, un sinn¨²mero de programas dobles en cines de barrio de toda Europa y, tambi¨¦n, en esas salas grindhouse de Norteam¨¦rica que hoy reivindican j¨®venes cineastas como Quentin Tarantino y Robert Rodr¨ªguez. Firmaron spaghetti westerns, pel¨ªculas de can¨ªbales y cl¨¢sicos del poliziotteschi. Son Ruggero Deodato y Enzo G. Castellari, dos nombres invocados con reverencia por todo aficionado a la serie B, y el destino ha vuelto a unirles en el marco de la 40? edici¨®n del Festival de Sitges. "Cuando hac¨ªamos westerns y pel¨ªculas policiacas en Italia, inventamos una nueva manera de contar una mitolog¨ªa puramente americana, pero con m¨¢s humor y m¨¢s violencia", afirma Castellari.
"Inventamos una nueva manera de contar una mitolog¨ªa puramente americana", afirma Castellari
Hijo del tambi¨¦n director -y campe¨®n europeo de boxeo- Marino Girolami, Castellari ha recibido en Sitges un homenaje al conjunto de su carrera con la proyecci¨®n de 1990. Los guerreros del Bronx (1982). "El Bronx es casi mi barrio, porque rod¨¦ dos pel¨ªculas all¨ª cuando dec¨ªan que era una de las zonas m¨¢s peligrosas de Nueva York", recuerda el cineasta, "emple¨¦ como extras a los puertorrique?os que se acercaban al rodaje e hice muy buenas migas con los boxeadores de un gimnasio cercano. Me entend¨ªa muy bien con ellos porque los guantes de boxeo hab¨ªan sido mis primeros juguetes".
Castellari, que ha estado cerca de un a?o impartiendo clases de Direcci¨®n en la Ciudad de la Luz, est¨¢ especialmente dolido por el conflicto pol¨ªtico que ha desembocado en la rescisi¨®n del contrato con la Nueva Universidad del Cine y de la Televisi¨®n del Mediterr¨¢neo (NUCT), con sede central en Cinecitt¨¤, que gestionaba el Centro de Estudios del complejo alicantino: "Es terrible que la pol¨ªtica permita que una escuela tan maravillosa est¨¦ manejada por gente que odia el cine. El equipo del actual gestor, Jos¨¦ Mar¨ªa Rodr¨ªguez Galant, vaci¨® todo mi despacho. Incluso se llevaron la r¨¦plica de una Colt que yo guardaba para rodar algo de western".
Autor de la muy controvertida Holocausto can¨ªbal (1980), Ruggero Deodato protagoniz¨® en su d¨ªa un rocambolesco episodio en la historia universal del esc¨¢ndalo, al tener que demostrar que su pel¨ªcula no era una snuff movie: "Me llevaron a los tribunales, acusado de haber matado a los animales y a los actores que aparec¨ªan en Holocausto can¨ªbal. Les dije que a los actores no los hab¨ªa matado. Matamos un mono, un rat¨®n, una tortuga y un cochinillo: los tres primeros los mataron los indios amaz¨®nicos que aparec¨ªan en la parte documental de la pel¨ªcula para com¨¦rselos y el cochinillo fue mi regalo al equipo, que estaba harto de una dieta integrada exclusivamente por pescados del Amazonas. Hab¨ªa hecho firmar un contrato a los actores, seg¨²n el cual no iban a trabajar en otra pel¨ªcula durante un a?o, para poder jugar con la idea de que lo mostrado era real. Tuve que llamar a uno de ellos, Luca Barbareschi, y decirle: ?L¨¢zaro, lev¨¢ntate! ?Demuestra que est¨¢s vivo! Me condenaron s¨®lo por el tema de los animales, recuperando una ley de la ¨¦poca fascista que prohib¨ªa las corridas de toros: fueron cuatro meses de condicional y una multa de pocas liras".
Como miembro del jurado internacional, Deodato tendr¨¢ que juzgar en Sitges el remake japon¨¦s -Sukiyaki Western Django, de Takeshi Miike- de un cl¨¢sico del spaghetti que ¨¦l contribuy¨® a forjar: el m¨ªtico Django (1966), de Sergio Corbucci, en el que ejerci¨® de ayudante de direcci¨®n. "Rodamos buena parte de la pel¨ªcula en un decorado muy estropeado en Roma", recuerda Deodato, "llov¨ªa tanto que todo se llenaba de fango y los extras eran tan feos que tuvimos que colocarles una capucha roja en la cabeza. Los extras guapos estaban trabajando en otra pel¨ªcula. Al final, esos fueron los detalles que apreci¨® la cr¨ªtica y los que distingu¨ªan a Django del resto".
Tambi¨¦n el azar y la improvisaci¨®n hicieron grande un spaghetti western de Castellari, Keoma (1976), que muchos consideran el canto del cisne del g¨¦nero: "Me lleg¨® el gui¨®n definitivo el segundo d¨ªa de rodaje y Franco Nero y yo nos dimos cuenta de que era una mierda. En consecuencia, decidimos improvisar. Cuando un actor me preguntaba lo que iba a hacer en la siguiente escena, le dec¨ªa que no lo sab¨ªa. Si alg¨²n maquinista o alg¨²n extra ten¨ªa una sugerencia, la escuchaba porque ese se?or era, tambi¨¦n, un espectador. Todas mis pel¨ªculas las he hecho para el p¨²blico, porque yo soy p¨²blico".
Tanto Castellari como Deodato son dos figuras reivindicadas con pasi¨®n por Tarantino, cuyo proyecto de pel¨ªcula b¨¦lica -Inglorious bastards- aspira a ser un remake amplificado de Aquel maldito tren blindado (1977), obra del primero. "Le dije a Tarantino que la diferencia entre sus pel¨ªculas y las m¨ªas es que, en las suyas, los impactos de bala provocan surtidores de sangre mucho m¨¢s roja. Y logran que las salpicaduras lleguen mucho m¨¢s lejos. La serie B lleva la B de beautiful", afirma Castellari.
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