Aniversario del Che
En un decreto expedido el 26 de agosto de este a?o, el presidente Hugo Ch¨¢vez, de Venezuela, cre¨® una Comisi¨®n Presidencial para la Formaci¨®n Ideol¨®gica y Pol¨ªtica y la Transformaci¨®n de la Econom¨ªa Capitalista en un modelo de Econom¨ªa Socialista que tendr¨¢ las siguientes atribuciones: 1. Formular el plan extraordinario Misi¨®n Che Guevara, el cual debe contener como m¨ªnimo: criterios y mecanismos para asegurar su efectiva aplicaci¨®n a nivel nacional; criterios y mecanismos para incentivar la participaci¨®n de la comunidad organizada en la implementaci¨®n del plan. 2. Formular y coordinar los lineamientos que regir¨¢n la aplicaci¨®n del plan entre los diferentes entes, ¨®rganos y organizaciones involucrados, destinado a obtener formaci¨®n, capacitaci¨®n y organizaci¨®n laboral sustentable, apoyo t¨¦cnico, tecnol¨®gico, financiero y log¨ªstico desarrollando la conciencia ¨¦tica y moral como factores determinantes en la formaci¨®n del hombre y la mujer... con prioridad en las comunidades m¨¢s desasistidas. (...) 4. Realizar la evaluaci¨®n y seguimiento al plan extraordinario Misi¨®n Che Guevara...".
En el cuarenta aniversario de la muerte del "Guerrillero Heroico", Ch¨¢vez recurre, mediante una prosa digna del Gosplan, al nombre de alguien que dio la vida por sus ideas para lanzar un programa de renovaci¨®n ideol¨®gica y de creaci¨®n de un "hombre nuevo", sin recordar que todas esas ideas por las que muri¨® fracasaron estrepitosamente. Pero no debe sorprendernos: si el comandante Che Guevara volviera hoy a la zona de Vallegrande, en Bolivia, se extra?ar¨ªa quiz¨¢s por encontrarse en una zona escasamente poblada, en parte por campesinos tan pobres como en 1967, y en parte por... un nutrido n¨²mero de m¨¦dicos cubanos, algunos disfrazados de venezolanos, as¨ª como ¨¦l y su columna guerrillera se disfrazaron de bolivianos. Seguramente hay hoy m¨¢s doctores cubanos en esos parajes que guerrilleros cubanos hace cuarenta a?os. Por una parte, enhorabuena. Por la otra, sin embargo, resulta ir¨®nico que finalmente el sue?o del Che en Bolivia se realice a trav¨¦s de los petrod¨®lares de Hugo Ch¨¢vez, el desempleo de la econom¨ªa isle?a y los kal¨¢shnikovs de Putin. La historia avanza enmascarada, pero no siempre del buen lado.
Habr¨¢ nuevamente en esta nueva conmemoraci¨®n decenal, que se repite como rito cada diez a?os, quienes subrayen la pertinencia de la epopeya guevarista para la Am¨¦rica Latina de hoy. Sigue habiendo pobres, siguen abajo los de abajo y arriba los de arriba, siguen cerrados los caminos del cambio por v¨ªas institucionales, sigue Estados Unidos interviniendo en los asuntos internos de cada naci¨®n de la gran patria de Bol¨ªvar. El presidente Evo Morales, de Bolivia, rendir¨¢ floridos homenajes a quien busc¨®, con un grupo de extranjeros, derrocar por las armas al Gobierno boliviano; aparecer¨¢n en todos los peri¨®dicos y revistas afines al "eje del bien" (La Habana-Managua-Caracas-Quito-La Paz-Teher¨¢n), paneg¨ªricos adulando y alabando a la figura ¨¦pica del m¨¢rtir de La Higuera. Se publicar¨¢n nuevos libros y ensayos cantando viejas loas al Che, y los ni?os en las escuelas cubanas seguir¨¢n gritando "Seremos como el Che", cada ma?ana.
Pero permanecer¨¢n cerrados los archivos cubanos, y sin investigar los archivos de la Presidencia Rusa / Sovi¨¦tica en la Hoover Instituci¨®n de la Universidad de Stanford, California, donde yacen muchas de las claves que explican el tr¨¢gico desenlace boliviano. Seguiremos un rato m¨¢s sin saber si hab¨ªa un plan B para rescatar o reforzar al Che en los Andes; segui-remos sin saber si Alexei Kosyguin le prohibi¨® a Fidel Castro, en julio de 1967, en la misma Sierra Maestra donde transitaron a la gloria el Che y Fidel escasos a?os antes, cualquier injerencia adicional en Bolivia. Y seguiremos sin saber, por ¨²ltimo, si el Che se fue o lo fueron de Cuba, tanto a principios de 1965 como a mediados de 1966.
Pero s¨ª sabemos en cambio por lo menos tres cosas, que no deben ser silenciadas en este nuevo aniversario. Primero, miles de j¨®venes latinoamericanos murieron in¨²tilmente por querer "ser como el Che": con dos excepciones (Nicaragua y El Salvador), todas las tentativas de crear "focos" guerrilleros en los a?os sesenta, setenta y ochenta fueron aniquiladas sin dejar un trazo. El saldo es rojo, no por el triunfo de la revoluci¨®n, sino por la sangre derramada, de unos y otros.
En segundo lugar, esos intentos contribuyeron -unos m¨¢s que otros- en buena medida al surgimiento o a la radicalizaci¨®n de las dictaduras militares o reg¨ªmenes de "seguridad nacional" en muchos pa¨ªses de la regi¨®n. Las guerrillas no produjeron los golpes militares (quiz¨¢s en Uruguay, Per¨² y Argentina s¨ª, por cierto), pero los aceleraron, o provocaron una mayor represi¨®n que la que de cualquier manera se hubiera ejercido, de no haber existido los focos. Correr ese riesgo y pagar ese costo, frente a una posibilidad veros¨ªmil de triunfo, tal vez hubiera tenido sentido; hacerlo ante una retah¨ªla interminable de derrotas, todas ellas previsibles y previstas, resulta criminal.
Y tercero, el legado del Che incluye tambi¨¦n la demora innecesaria e injustificada en el surgimiento de una izquierda democr¨¢tica y moderada, globalizada y moderna, en Am¨¦rica Latina. Tan era posible esa izquierda, que hoy existe: en Chile, en Brasil, en Uruguay, entre otros. Tan era viable, que gobierna, y gobierna bien. Tan pudo haber emergido antes, que a lo lejos se vislumbraban atisbos desde hace un cuarto de siglo. Pero no prosperaron, como hoy siguen sin materializarse, en Venezuela, en Bolivia, en Argentina, en Nicaragua, en Ecuador y en M¨¦xico, entre otros. Por muchas razones, sin duda; pero una de ellas consiste en la fascinaci¨®n que la revoluci¨®n, el socialismo, la lucha armada y el anti-imperialismo a¨²n ejercen sobre amplios territorios de la izquierda latinoamericana. El s¨ªmbolo de todo eso es, justamente, el Che Guevara.
Resulta ser, en el cuarenta aniversario de su muerte, una magn¨ªfica prueba de ¨¢cido: donde lo celebran y recuerdan, prevalece una izquierda anacr¨®nica, autoritaria, nacionalista y estatista. Y donde brillan por su ausencia los festejos y homenajes, impera una izquierda, dentro o fuera del poder, que se ha reconstruido. All¨ª, finalmente, descansa en paz el se?or de las camisetas, con un epitafio que le corresponde: simbolizar una ¨¦poca -el 68- y un movimiento -el de la juventud sesentera- a los que tanto debemos, y no un ideario pol¨ªtico obsoleto, que tantos rechazamos.
Jorge Casta?eda fue secretario de Relaciones Exteriores de M¨¦xico y es profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York.Public¨® La vida en rojo: una biograf¨ªa del Che Guevara, en 1997.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.