Los problemas reales
Ning¨²n espa?ol de bien puede estar en desacuerdo con Mariano Rajoy cuando dice que es necesario centrar la agenda pol¨ªtica en los problemas reales de la gente. Hasta yo, que soy un gallego m¨¢s o menos mediano, estoy de acuerdo. El hecho de tener un abuelo promotor del Estatuto de Autonom¨ªa de Galicia durante la II Rep¨²blica, un padre presidente de Audiencia Provincial y su propia realidad de registrador de la propiedad, hermano de dos registradores de la propiedad, le habr¨¢n dado una experiencia de la vida y una percepci¨®n de lo que es real y primordial, y de lo que no es m¨¢s que es virtual y accesorio, superior sin duda a la que podamos tener cualquiera. Quiz¨¢ por esa diferencia de background, Rajoy apunte como problemas graves asuntos que no logro ver, no ya como graves, sino ni tan siquiera como problemas.
Tal vez porque no tengo una estrecha relaci¨®n con la propiedad, grave me parece que el precio que se paga por vivir en una casa est¨¦ devorando a sus habitantes, o que el 60% de los asalariados espa?oles sea mileurista (y no es que el 40% restante cobre sueldos m¨¢s altos). No ca¨ªa en el problema de las banderas. Las banderas surgieron para que, en el fragor del combate entre masas de individuos que estaban all¨ª obligados y cegados por la desesperaci¨®n, se pudiesen identificar los bandos. Ahora, aunque mantengan un valor simb¨®lico y en muchos casos sentimental, sirven poco m¨¢s que para darle un tono cosmopolita a los hoteles y como icono de los idiomas en las instrucciones multiling¨¹es. Salvo que se conviertan en un problema. Ana Bel¨¦n V¨¢zquez, correligionaria y paisana de Rajoy, denunci¨® en el Congreso como antes en Galicia, en el para¨ªso perdido de don Manuel, hab¨ªa dos banderas y ahora, desde que est¨¢n otros, s¨®lo una, seg¨²n describi¨® a lo Barrio S¨¦samo, con dos banderines -el espa?ol, algo m¨¢s grande, parec¨ªa como desasistido- y con el gesto compungido de aquella joven kuwait¨ª que testific¨® c¨®mo los soldados iraqu¨ªes se hab¨ªan llevado las incubadoras de la maternidad de Kuwait City (y que despu¨¦s se supo que no era una enfermera, sino la hija del embajador en EE UU).
Como dec¨ªa, las banderas tienen un valor simb¨®lico. El que mejor lo entendi¨® fue Fraga, que us¨® tirantes con la bandera nacional cuando pensaba que le conven¨ªa, y puso a ondear en solitario la gallega tanto en la residencia oficial de Montep¨ªo como en la sede de la Xunta en San Caetano cuando lo crey¨® pertinente. S¨ª, se?ora V¨¢zquez, la ?gallega!, en ?solitario?... y, caray, ?Fraga!, como escribir¨ªa Brigdet Jones. Pese a la ley que obliga a poner la rojigualda all¨ª donde haya cualquier otra, ley que data de la ¨¦poca en que amenazaban con volver a armarla los herederos y usufructuarios de los que hab¨ªan impuesto a sangre y fuego la bandera de esos mismos colores a la tricolor de la Rep¨²blica.
Otro excelente apunte sobre los problemas reales que hizo el l¨ªder del PP fue cuando sentenci¨® que el aprendizaje escolar del himno gallego ocupar¨ªa en las mentes infantiles el lugar de conocimientos m¨¢s ¨²tiles como el ingl¨¦s o la inform¨¢tica. Pocos meses antes, el problema en las aulas era la exclusi¨®n de la Religi¨®n, tan ¨²til para imbuir a los ni?os quien ir¨¢ al infierno y quien no. Una noci¨®n que, desde luego, prepara m¨¢s para la vida que preguntarse que dicen los rumorosos en la costa verdescente. Por aquellos mismos d¨ªas, el mismo l¨ªder propuso dotar al himno espa?ol de letra (?que habr¨ªa que aprenderse, o no?). A la propuesta se sumaron, a brazo partido, el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol, esa plataforma de apoyo al deporte modesto, y la SGAE, esa entidad ben¨¦fica del artista consolidado. Aprovechando la m¨ºl¨¦e compositora, un problema tan grave como la imposici¨®n del gallego en la escuela, seg¨²n la etiqueta que han adoptado sin empacho algunos medios, se ha puesto en marcha sin pena ni gloria (ni problemas).
"?Problemas, quiero problemas!", gritaba en los momentos de euforia un productor de televisi¨®n con el que trabaj¨¦. Yo cre¨ªa que esa fijaci¨®n del PP por los problemas obedec¨ªa a esa misma patolog¨ªa, hasta que descubr¨ª que la fuente en la que se inspira el nieto de don Enrique Rajoy Leloup es Ezra Pound: "Gobernar es el arte de crear problemas cuyas soluciones mantengan a la poblaci¨®n en suspense".
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