'Barcelona-regi¨®n': capital sostenible y de equidad
La necesidad de dar car¨¢cter institucional al ¨¢rea metropolitana de Barcelona est¨¢ de nuevo sobre la mesa, y se debe abordar a partir de la definici¨®n estrat¨¦gica de su verdadero alcance territorial y funcional, suficientemente amplio y territorialmente equilibrado para asumir una capitalidad del pa¨ªs capaz de interactuar con los diferentes ¨¢mbitos en que debe ejercer su influencia: Espa?a, la Eurorregi¨®n, el Arco Mediterr¨¢neo y Europa.
La antigua ¨¢rea metropolitana se ha quedado peque?a; hoy debemos hablar de la regi¨®n metropolitana de Barcelona, formada no s¨®lo por la ciudad central y su continuo urbano, sino por el conjunto de municipios que integran la primera y la segunda coronas metropolitanas, tanto en la franja costera -del Maresme al Garraf- como en los corredores interiores del Vall¨¨s y el Baix Llobregat. Desde este punto de vista territorial, se debe poner en valor la singularidad de esta regi¨®n como red de ciudades maduras, organizadas con una jerarqu¨ªa de centralidades distribuidas que articulan un conjunto de sistemas urbanos din¨¢micos, con elementos de singularidad y personalidad propia, compatibles con la cooperaci¨®n y la integraci¨®n en un entorno m¨¢s amplio. Hay que potenciar todo aquello que nos confirme como una de las regiones metropolitanas con m¨¢s personalidad y posibilidades econ¨®micas, sociales y ambientales de Europa.
La regi¨®n metropolitana pasa por descentralizar los centros de creaci¨®n y divulgaci¨®n
Ser¨ªa err¨®neo considerar la segunda corona metropolitana como un conjunto de ¨¢reas suburbiales y dispersas destinadas a ser contenedores de actividades no deseables en la ciudad central, o como obst¨¢culos que interfirieran la accesibilidad desde la capital hacia el territorio. Estos municipios, sus habitantes y sus pol¨ªgonos de actividad necesitan las mismas dotaciones de servicios y equipamientos, de accesibilidad y de calidad urbana que los de la ciudad central, en especial sistemas de movilidad y transporte p¨²blico en red.
La planificaci¨®n estrat¨¦gica metropolitana debe integrar tambi¨¦n los sistemas naturales, dando prioridad a los recursos que representan los r¨ªos, los acu¨ªferos, los espacios del delta, la costa, los bosques, los espacios agrarios y de inter¨¦s natural y los corredores de conectividad biol¨®gica. Los sistemas naturales son proveedores de servicios ambientales que tienen no s¨®lo valor ecol¨®gico, sino tambi¨¦n econ¨®mico y cultural, por lo que deben tratarse como infraestructuras b¨¢sicas del territorio y no como obst¨¢culos que se debe remover; en caso contrario, se pondr¨ªa en peligro la garant¨ªa de provisi¨®n de servicios y suministros estrat¨¦gicos insustituibles: agua, calidad del aire, alimentos frescos, paisaje, ocio...
Esta apuesta por la integraci¨®n no significa poner l¨ªmites al desarrollo, sino aplicar, con todas sus consecuencias, el principio de que los espacios urbanos y el territorio donde se asienta el conjunto metropolitano son un recurso limitado pero con capacidad de regeneraci¨®n, a partir de procesos ordenados de transformaci¨®n o reforma. Un modelo metropolitano sostenible y equilibrado para el siglo XXI es el que supera la desfasada identificaci¨®n del desarrollo con crecimientos f¨ªsicos y demogr¨¢ficos ilimitados.
Pero, adem¨¢s, la regi¨®n metropolitana de Barcelona es un espacio de cultura en el que confluyen no s¨®lo equipamientos y servicios formativos, sino tambi¨¦n un rico patrimonio hist¨®rico, arquitect¨®nico, art¨ªstico y paisaj¨ªstico. Esto nos exige apostar por la descentralizaci¨®n efectiva de los centros emblem¨¢ticos de creaci¨®n y divulgaci¨®n; integrar de forma din¨¢mica los elementos representativos del patrimonio hist¨®rico y arquitect¨®nico en las nuevas funciones urbanas y hacer del paisaje y de los espacios naturalizados factores que ordenen las dem¨¢s intervenciones arquitecturales y de infraestructuras.
Es falso el dilema entre preservaci¨®n de los valores patrimoniales o generaci¨®n de nuevos proyectos. El espacio metropolitano es suficientemente amplio y abierto cultural y socialmente para admitir un constante proceso de renovaci¨®n, de generaci¨®n de nuevas im¨¢genes y de acumulaci¨®n de propuestas innovadoras. Lo que debe quedar claro es que la cultura y la innovaci¨®n no pueden ser nunca el maquillaje de operaciones especulativas, y que la renovaci¨®n urbana no consiste en banalizar o arrasar las aportaciones sucesivas que han configurado nuestra historia social, econ¨®mica y cultural. El respeto y la integraci¨®n de la memoria hist¨®rica son fundamentales para generar nuevas ideas.
Por ¨²ltimo, la ciudad -tambi¨¦n la metropolitana- no puede ser s¨®lo un ¨¢mbito de oportunidades donde moverse f¨ªsica y socialmente, sino tambi¨¦n y sobre todo un ¨¢mbito de equidad; es decir, el espacio donde la competitividad se fundamenta en la posibilidad real de sus ciudadanos de progresar personalmente a partir del acceso a la formaci¨®n, la ocupaci¨®n, la vivienda, la cultura, la salud y los otros servicios vinculados a la calidad de vida, sin olvidar la calidad del empleo, desde la diversidad de opciones personales y sobre unos valores b¨¢sicos de convivencia compartidos. S¨®lo as¨ª podremos hablar de una regi¨®n metropolitana sostenible, equilibrada territorial y socialmente equitativa.
Salvador Mil¨¤ es diputado de ICV-EUiA en el Parlament de Catalunya.
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