La cruz de la reforma de El Polvor¨ªn
Pisos mal acabados y vecinos que se sienten enga?ados sellan la rehabilitaci¨®n del barrio
El barrio de El Polvor¨ªn, que se levanta en la falda de la monta?a de Montju?c, acaba de sufrir una transformaci¨®n urban¨ªstica radical. Pero a algunos de sus vecinos les ha quedado en el rostro un poso de amargura. El proyecto de rehabilitaci¨®n integral del barrio, que se inici¨® en 1995, ha terminado con la demolici¨®n progresiva de 500 pisos afectados de aluminosis y la construcci¨®n en los mismos solares de otras tantas viviendas en las que se han realojado los habitantes del barrio.
Estos a?os el proyecto se hab¨ªa venido desarrollando sin conflictos, pero ahora que est¨¢ a punto de finalizar, decenas de vecinos se han lanzado a criticar la gesti¨®n del Instituto Catal¨¢n del Suelo (Incas¨°l), el departamento dependiente de la Generalitat que ha supervisado todo el plan.
"Algunas personas compraron un piso antes de la reforma para especular", dice Rosa
Las nuevas viviendas cuestan a los vecinos entre 30.000 y 40.000 euros, una cantidad irrisoria si se compara con lo que cuesta un piso en el mercado libre. Las condiciones que fij¨® el Incas¨°l para beneficiarse de estas ventajosas condiciones era haber estado empadronado en el barrio antes del 12 de septiembre de 1995 y haber tenido la vivienda como primera residencia. Sin embargo, hay 18 familias que dicen haber vivido toda la vida en El Polvor¨ªn y que deber¨¢n depositar cerca de 120.000 euros, cuatro veces m¨¢s.
"He nacido y he vivido toda la vida en el barrio, pero comet¨ª el error de independizarme de casa de mi madre", cuenta Emilia Gim¨¦nez. Esta mujer sigue viviendo en El Polvor¨ªn, pero al haberse emancipado en 1996, el Incas¨°l la considera "fuera de censo" y deber¨¢ rascarse el bolsillo para comprar su nueva vivienda. No le queda m¨¢s remedio, porque su casa, incluida en la ¨²ltima fase del plan de rehabilitaci¨®n, est¨¢ a punto de ser derribada. "Lo peor no es eso", dice Mar¨ªa Jos¨¦ Antaya, en la misma situaci¨®n. "La Generalitat se niega a financiarnos la compra del piso. Nos mandan a un banco a hipotecarnos y al final nos saldr¨¢ el doble de caro", cuenta.
Miquel Dosta, t¨¦cnico del Incas¨°l que ha supervisado los trabajos en El Polvor¨ªn, asegura que la Generalitat se ha limitado a aplicar la ley y que en estos casos "es necesario hacer una lectura muy estricta del censo para evitar pr¨¢cticas fraudulentas y especulativas". Dosta piensa que esas 18 familias no deber¨ªan sentirse agraviadas: "Esos vecinos no cumpl¨ªan con los requisitos del censo y aun as¨ª les hemos facilitado un piso protegido sin pasar por un sorteo p¨²blico. No entiendo que se molesten. Los que s¨ª tendr¨ªan razones para enfadarse son, por ejemplo, las 55.000 personas que en febrero tuvieron que presentarse a un sorteo de s¨®lo 1.500 viviendas", afirma Dosta.
Desde la asociaci¨®n de vecinos de El Polvor¨ªn aseguran que algunas personas que s¨®lo llevaban viviendo en el barrio dos a?os se han hecho con alguno de los pisos por 30.000 euros. "Se enteraron del plan de rehabilitaci¨®n y se compraron una de las viejas casas para despu¨¦s comprar una de las viviendas nuevas por cuatro duros", dice Rosa. "Eso es imposible", asegura Dosta. "Y si es as¨ª, que lo demuestren", a?ade.
Otro factor que ha soliviantado los ¨¢nimos de los vecinos se refiere al mal acabado de algunos de los pisos ya entregados. Desconchados en las paredes, manchas de cola en el suelo, puertas picadas e instalaciones el¨¦ctricas mal puestas. "Hace seis a?os que me dieron el piso y cada vez que llueve hay humedades en la pared", dice Luis. Muchos vecinos aseguran que, hartos de no obtener respuesta de la Administraci¨®n, han tenido que pagar los arreglos de su bolsillo.
El caso m¨¢s estramb¨®tico lo ha protagonizado Vicenta D¨ªaz, una mujer que lleva tres a?os y medio atrincherada en una de las viviendas de nueva construcci¨®n. Dice que le toc¨® por sorteo, pero que el Incas¨°l la obliga a irse a otro m¨¢s peque?o y "con peores vistas". "No pienso marcharme. Si vienen los Mossos, les tirar¨¦ las bombonas de butano por la ventana", asegura. El caso acab¨® en el juzgado y en junio la mujer recibi¨® una orden de desalojo. Ahora Vicenta tiene tres pisos: el que le asign¨® el Incas¨°l, el que ha okupado y la vieja vivienda en la que viv¨ªa antes, ya que tambi¨¦n se niega a devolver las llaves.
Mientras Vicenta entona el no nos mover¨¢n, su nieta, de s¨®lo tres a?os, demuestra tener bien aprendida la lecci¨®n: "Mi pisito con trastero vale menos que el caf¨¦ de Zapatero", recita la ni?a obediente ante la mirada satisfecha de la abuela.
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