Espa?a, 1936-2007
Es Jerez de los Caballeros una hermosa poblaci¨®n de la provincia de Badajoz. All¨ª naci¨® mi abuela y muri¨® mi abuelo. El 21 de septiembre de 1936 no hubo guerra, s¨®lo una rueda interminable de fusilamientos. Y cabezas de mujeres rapadas. Y expolio de propiedades de los vencidos. Y miedo, mucho miedo. Ning¨²n jerezano de derechas fue asesinado antes de la conquista. Fueron encarcelados por la autoridad republicana y eso les salv¨®.
El 21 de septiembre de 2006 era yo quien entraba en Jerez de los Caballeros. Acud¨ª al homenaje de los republicanos fusilados. Y a buscar a mi abuelo. O¨ª historias inimaginables. Hice amigos. Entre ¨¦stos, una mujer a quien la violencia le hab¨ªa arrebatado dos hermanos, Jos¨¦ y Francisco. A Francisco le enterr¨® en el pueblo tras recoger su cuerpo del cementerio de Bermeo (Vizcaya), donde fue cristianamente sepultado tras morir en el Pa¨ªs Vasco, combatiendo en las filas del ej¨¦rcito de Franco. Era cat¨®lico. Como la madre de mi amiga, ferviente, celosa cumplidora de sus deberes para con su Iglesia. Tan devota que hizo prometer a su hija antes de morir que en cuanto "se pudiera" enterrar¨ªa a su otro hijo, Jos¨¦, como a un aut¨¦ntico cristiano. Jos¨¦ fue fusilado por falangistas el 3 de octubre de 1936, contra las paredes del cementerio. La ¨²nica acusaci¨®n que conocieron fue, a?os despu¨¦s, bajo secreto de confesi¨®n, que hab¨ªa re¨ªdo ante el paso de los presos de derechas cuando eran llevados a trabajar. Ten¨ªa 23 a?os. Lo enterraron en una fosa com¨²n exhumada en el cementerio de Jerez de los Caballeros en 1981. Mi amiga decidi¨® que no pod¨ªa dejar all¨ª a sus otros conciudadanos. En ese momento, 65. Hay en el cementerio de Jerez de los Caballeros un mausoleo en cuya l¨¢pida blanca grabaron: "Holocausto. 1936-1939". Y la paloma de la paz de Picasso. Mi amiga me cont¨® que no se atrevieron a poner los nombres de los republicanos por "no abrir viejas heridas".
A?os m¨¢s tarde, antes de fallecer la madre de mi amiga, recibieron una sorprendente visita. Eran dos sacerdotes que ven¨ªan a ofrecer la posibilidad de emprender el proceso para proclamar m¨¢rtir a su hijo Francisco, ca¨ªdo por Dios y por Espa?a en el frente del Pa¨ªs Vasco. Me cuenta mi amiga que su madre les dijo a los ministros de su amada Iglesia cat¨®lica que ella conoc¨ªa mejor que nadie a Francisco. Y a su otro hijo Jos¨¦. Y que si bien ambos eran muchachos de buen coraz¨®n y mejores actos, si por su forma de actuar en la vida alguno pod¨ªa ser denominado santo, ¨¦se era su hijo Jos¨¦. Cuenta mi amiga que tras insistir brevemente, los sacerdotes salieron de su casa. Ni el pr¨®ximo 28 de octubre, ni ning¨²n otro d¨ªa, los nombres de Francisco y de Jos¨¦ ser¨¢n mencionados en la plaza de San Pedro de Roma.
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