La gran ventaja de un mundo sin dinero en efectivo
El autor aboga por la desaparici¨®n paulatina de las monedas y billetes en favor del dinero electr¨®nico para terminar con actividades il¨ªcitas y la econom¨ªa sumergida.
Imaginemos un mundo en el que no circulasen ni billetes ni monedas de curso legal. Si as¨ª fuera, desaparecer¨ªa el dinero negro ya que los billetes y monedas son los ¨²nicos medios de pago innominados y, por lo tanto, que no se puede saber quien es su portador. La desaparici¨®n del dinero no nominativo o "al portador" supone, a su vez, que todas las actividades il¨ªcitas que se llevan a cabo en el mundo, que se financian en su gran mayor¨ªa con billetes al portador, perder¨ªan su anonimato y probablemente dejar¨ªan de hacerse.
Me estoy refiriendo, ni m¨¢s ni menos, que al terrorismo, al tr¨¢fico de armas, de drogas, de personas (inmigrantes, hombres, mujeres y ni?os), de ¨®rganos humanos, de animales y plantas, de objetos robados, de objetos copiados o imitados, as¨ª como a la gran y peque?a corrupci¨®n y a la evasi¨®n fiscal. Sin billetes, vivir¨ªamos en un mundo mucho m¨¢s seguro, menos violento y con mayor cohesi¨®n social, ya que desaparecer¨ªa el mayor incentivo que ampara toda la actividad ilegal en el mundo que funciona con su uso.
La mayor parte de los billetes de alta denominaci¨®n acaba en manos de delincuentes
Parece como si el af¨¢n recaudatorio pesase m¨¢s que el de evitar la delincuencia
Sin embargo y parad¨®jicamente, las autoridades pol¨ªticas de todos los pa¨ªses no son capaces de dar este paso tan trascendental para conseguir un mundo m¨¢s seguro y m¨¢s justo, en el que no har¨ªa falta tanta polic¨ªa p¨²blica y privada, en el que se reducir¨ªa dr¨¢sticamente el n¨²mero de guerras, de actos terroristas, de atracos, en el que las drogas s¨®lo podr¨ªan comprarse legalmente y sin violencia sobre personas inocentes. Un mundo en el que casi toda la sociedad saldr¨ªa ganando excepto la minor¨ªa que se dedica a dichas actividades il¨ªcitas.
?Cu¨¢les son las razones para que esto no ocurra cuando adem¨¢s existen alternativas tecnol¨®gicas para realizar peque?os pagos (que son los ¨²nicos que justificar¨ªan el uso de monedas y billetes) que son m¨¢s pr¨¢cticas, r¨¢pidas, limpias, duraderas y eficientes, como son las tarjetas monedero, las tarjetas de d¨¦bito y cr¨¦dito o los tel¨¦fonos m¨®viles, es decir, el "dinero electr¨®nico"?
La primera es que hay algunas personas que, sin ser en absoluto delincuentes o querer evadir los impuestos, prefieren utilizar el efectivo porque quieren preservar su intimidad y temen que el control del Estado sobre los ciudadanos llegue tan absoluto como el que George Orwell ya anticip¨® hace ya muchas d¨¦cadas. Sin embargo, por un lado, los que as¨ª piensan son una minor¨ªa y, en general, no est¨¢n pensando en pagos elevados sino en los gastos corrientes de su vida diaria y, por otro, una cosa es que deba preservarse el inalienable derecho de las personas a su intimidad, a trav¨¦s del estricto cumplimiento de la Ley de protecci¨®n de datos por parte de los intermediarios financieros y otra es incentivar la econom¨ªa sumergida que beneficia a unos pocos a costa de la gran mayor¨ªa.
La segunda, y m¨¢s parad¨®jica todav¨ªa, es la objeci¨®n de las mismas autoridades fiscales de los pa¨ªses, especialmente las de aquellos con monedas reserva, como el d¨®lar o el euro, que circulan globalmente, ya que pueden financiarse de forma mucho m¨¢s barata emitiendo billetes que emitiendo deuda, ya que los billetes son, en realidad, una deuda perpetua, al portador y perecedera que emiten los estados sin tener que pagar ning¨²n inter¨¦s. O, lo que es lo mismo, es un pr¨¦stamo sin inter¨¦s del portador del billete a su emisor (el estado, a trav¨¦s del banco central) ya que si el portador lo devuelve al cabo de varios a?os, porque est¨¢ estropeado, el emisor s¨®lo le paga su valor nominal d¨¢ndole otro igual.
Es decir, los gobiernos reducen tanto m¨¢s el coste de la deuda cuanto mayor sea la emisi¨®n y utilizaci¨®n de dichos billetes que sustituye su emisi¨®n de letras y bonos con inter¨¦s. Esto es lo que se llama en el argot monetario "se?oreaje", que tradicionalmente representaba, cuando el dinero era de un metal precioso (oro o plata), la diferencia entre el coste de producirlo y su valor facial. Hoy, el coste de producir, distribuir y eventualmente retirar un billete es m¨ªnimo y su valor facial es cada vez m¨¢s alto, con lo que el se?oreaje es un ingreso muy importante para las haciendas p¨²blicas.
Al se?oreaje nacional, por la utilizaci¨®n de los billetes dentro del territorio del pa¨ªs, hay que a?adirle el internacional, por su utilizaci¨®n en el resto del mundo. Se calcula que fuera de EEUU circulan unos 400.000 millones de d¨®lares en billetes, es decir, ya m¨¢s que dentro del pa¨ªs. Ante tal historia de ¨¦xito recaudatorio, cuando se cre¨® en euro, se decidi¨® emitir billetes de muy altas denominaciones (de 200 y 500 euros) para poder competir en se?oreaje con los billetes de 100 d¨®lares de EEUU. Y, sin duda fue una decisi¨®n de gran poder recaudatorio, ya que este a?o y por primera vez, la utilizaci¨®n de billetes en euros en los pa¨ªses miembros y en el resto del mundo ha sido ya mayor que la de los billetes en d¨®lares.
El ¨²nico problema, pero que considero muy grave, es que la mayor parte de la emisi¨®n de billetes de muy elevadas denominaciones acaba en manos de delincuentes nacionales e internacionales. Parece como si el af¨¢n recaudatorio de los estados pesase m¨¢s que el de evitar la delincuencia. Algunos funcionarios intentan justificar esta contradicci¨®n diciendo: "como no podemos gravar con impuestos a los delincuentes porque no somos capaces de detectarles, al menos, conseguimos que paguen algo, ya que les colocamos grandes vol¨²menes de deuda perpetua sin tener que pagarles intereses".
Este argumento es falaz ya que, de no existir dichos billetes de altas denominaciones, los delincuentes ser¨ªan detectados m¨¢s f¨¢cilmente, no escapar¨ªan al pago de impuestos y podr¨ªan dejar de realizar dichas actividades delictivas. Es decir, las haciendas p¨²blicas de los pa¨ªses recaudar¨ªan mucho m¨¢s de lo que obtienen hoy por el se?oreaje, al aflorar necesariamente toda la econom¨ªa sumergida que funciona con dinero negro y que, adem¨¢s, compite con ventaja con las empresas que s¨ª pagan sus impuestos y que no explotan a sus trabajadores. M¨¢s todav¨ªa, los Estados tambi¨¦n se ahorrar¨ªan mucho gasto p¨²blico en polic¨ªa y evitar¨ªan la corrupci¨®n de algunos de sus funcionarios y pol¨ªticos.
La tercera raz¨®n es el temor de los bancos centrales a perder el control monetario o a reducir la eficiencia con la que desarrollan su pol¨ªtica monetaria, ya que para ello necesita dos condiciones. Por un lado, que el banco central sea monopolista en la emisi¨®n de dinero en efectivo y en el suministro y retirada de las reservas obligatorias (en efectivo y dep¨®sitos) que, en algunos pa¨ªses, deben de tener todos los bancos depositadas en el banco central o bien de las reservas que, en todos los pa¨ªses, dichos bancos mantienen voluntariamente en el banco central para facilitar sus operaciones de compensaci¨®n y liquidaci¨®n con otros bancos. Por otro, que pueda aplicar un tipo de inter¨¦s variable a sus operaciones de mercado abierto, por las que compra o vende, a los bancos del sistema, los activos financieros (bonos, letras, dep¨®sitos etc.) que considere necesarios para regular su liquidez.
Sus temores son que el dinero electr¨®nico emitido por otros bancos pudiera sustituir el efectivo y los dep¨®sitos en el banco central y que dichas compras y ventas pudiesen hacerse fuera del control del banco central. Sin embargo, los bancos centrales pueden obligar a que todo emisor de dinero electr¨®nico est¨¦ regulado, supervisado e inspeccionado, que de toda la informaci¨®n necesaria a su banco central sobre las transacciones que efect¨²e y que mantenga reservas obligatorias en su banco central.
Con ello, los bancos centrales no perder¨ªan eficacia en su pol¨ªtica monetaria. Tambi¨¦n los bancos centrales generan se?oreaje ya que, con el dinero en efectivo que crean sin inter¨¦s, compran a los bancos activos financieros por los que recibe intereses y podr¨ªan perderlo.
Incluso en el caso de que algunos emisores de dinero electr¨®nico intentasen mantenerse en una situaci¨®n de extraterritorialidad y as¨ª replicar el dinero negro sustituyendo los billetes al portador por dinero electr¨®nico no regulado, ser¨ªa siempre mucho m¨¢s f¨¢cil para la polic¨ªa y la justicia rastrear las transacciones electr¨®nicas entre delincuentes que las actuales transacciones f¨ªsicas con billetes.
Ahora bien, eliminar todo el dinero al portador necesitar¨ªa un acuerdo global de todos los estados y bancos centrales de los casi 200 pa¨ªses que existen en el mundo, lo que no ser¨ªa f¨¢cil pero tampoco imposible, ya que aquellos pocos pa¨ªses y sus bancos centrales que no aceptaran la propuesta, podr¨ªan ser presionados por el resto o ayudados temporalmente para que no se convirtiesen en "estados delincuentes".
Finalmente, este proceso podr¨ªa hacerse de forma gradual a lo largo de una o dos d¨¦cadas, eliminando, en primer lugar, los billetes de elevadas denominaciones para posteriormente ir eliminando los de menor denominaci¨®n hasta dejar s¨®lo las monedas de valor bajo o eliminarlas tambi¨¦n. Este tema de tanta trascendencia acaba de ser tratado por Enrique S¨¢ez en un libro titulado La energ¨ªa oscura del dinero (Netbibto), de lectura obligada ya que incluso trata el caso espa?ol.
Guillermo de la Dehesa es presidente del Centre for Economic Policy Research
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