"Fue peor de lo que se ha contado"
La riada que inund¨® Valencia hace 50 a?os es percibida a¨²n como una pesadilla
"Creo que hoy d¨ªa se exhibe demasiado bonito el recuerdo de lo que pas¨®", dice, Rosa, una vecina de Valencia, mientras contempla una exposici¨®n que conmemora el desbordamiento del Turia de hace cincuenta a?os. Ella no sufri¨® ruina por el agua ni la madrugada del 13 -cuando empez¨® todo- ni durante la virulenta crecida del d¨ªa 14. Pero observ¨® muchos dramas. "La riada fue mucho peor de lo que se ha contado", estima. La cifra oficial es de 81 fallecidos en Valencia y su provincia. Como otras personas que vivieron esos d¨ªas, a Rosa le parece un n¨²mero "a la baja". "Habr¨¢ muchas historias de muerte que se han pasado por alto. S¨¦ de una pareja que ten¨ªa un taller en la avenida del Puerto, y cuando entr¨® el agua en el local, se subieron a lo alto con su beb¨¦". "Pero se les resbal¨®, y se ahog¨®; as¨ª, sin m¨¢s". "Viv¨ªamos una posguerra eterna, y la riada convirti¨® la miseria en algo tan fuerte que hoy no se podr¨ªa creer", apunta.
"Pienso en las personas que viv¨ªan en el cauce. Hab¨ªa muchos ni?os, ojal¨¢ que no murieran"
Rosa viv¨ªa en la calle del Maestro Gozalbo, donde el desbordamiento se not¨® poco. Su hermana ten¨ªa la casa en la zona de las torres de Serranos, donde s¨ª fue virulento. Ella avis¨® a Rosa, al inicio de la madrugada del domingo 13 al lunes 14 de aquel a?o para decirles que el r¨ªo ten¨ªa muy mala pinta. En el Calendario Meteoro-Fenol¨®gico del a?o 1959, publicado por el Servicio Meteorol¨®gico Nacional, al comentar el tiempo atmosf¨¦rico de octubre del 57, se apuntar¨ªa: "Las precipitaciones que descargaron en la mitad oriental de la Pen¨ªnsula fueron abundant¨ªsimas, super¨¢ndose en Valencia el 600% de las normales". La lluvia mensual del mes de octubre de 1957 recogida en el Observatorio Meteorol¨®gico de Valencia iba a ser de 309,9 litros por metro cuadrado. Valencia registr¨® el m¨¢ximo de precipitaciones ese mes de todos los observatorios peninsulares. El cauce principal no pudo resistir lo que le llegaba de los afluentes, y se desbord¨® con tanta potencia que hay quien a¨²n se asusta al recordar "el ruido de olas gigantes".
"Despu¨¦s de medianoche ya hab¨ªa agua en lo que hoy es la plaza del Ayuntamiento", explica Francisco P¨¦rez Aparisi, en aquel momento fot¨®grafo de prensa, quien capt¨® algunas de las im¨¢genes m¨¢s conocidas de la inacabable jornada. Se cort¨® la luz, desapareci¨® el agua potable. "Hacia las siete o las ocho de la ma?ana, pude fotografiar el puente de Campanar totalmente cubierto por las aguas; divis¨¦ a un hombre solo en el pretil del puente". "Prepar¨¦ la c¨¢mara para hacerle la foto", dice, "y cuando enfoqu¨¦, el hombre no estaba: se lo hab¨ªa llevado el r¨ªo".
"El Turia mat¨® a todos los animales de Campanar", a?ade. Efectivamente, animales de todo tipo se ahogaron -vacas, caballos, cerdos, perros- para sobresalir hinchados, arrastrados por la corriente. Un buen n¨²mero de cad¨¢veres y huesos humanos emergieron de los diferentes cementerios empujados por las trombas l¨ªquidas -en Campanar y los Poblados Mar¨ªtimos, sobre todo- en im¨¢genes que llevaban el terror de lo natural hacia lo sobrenatural. "La gente no lloraba, la recuerdo en silencio", dice, "luchando por subir a las casas m¨¢s altas y sobrevivir". "El mayor espanto era Natzaret", explica el fot¨®grafo, "el barrio era s¨®lo restos flotantes, a m¨ª all¨ª me succion¨® el agua de una cloaca, me salv¨¦ porque la gabardina que vest¨ªa ator¨® el agujero".
"Las trapas del alcantarillado saltaban, los v¨¢teres de las plantas bajas echaban agua", apunta Onofre Montesa, entonces con 30 a?os, que en la madrugada del 13 se dedic¨® a observar hipnotizado c¨®mo el nivel del r¨ªo sub¨ªa. "Vi ¨¢rboles con las copas llenas de algo que no distingu¨ªa". "Cuando me fij¨¦ vi que eran ratas". Como las personas, intentaban subir cuanto m¨¢s, mejor.
Y era l¨®gico: en barrios como El Carme o la calle del doctor Ol¨®riz, el agua alcanz¨® cinco metros de altura. Aunque hubo zonas sin problemas, dos tercios de la ciudad quedaron afectados, muchos tramos convertidos en lagos repletos de todo tipo de cosas y de seres sin vida. Se calcula que quedaron destruidas 6.000 casas y 12.000 comercios se vieron con problemas.
L¨®gicamente, de los m¨¢s afectados fueron los edificios antiguos. Emili Gim¨¦nez Orgil¨¦s, entonces con 12 a?os, viv¨ªa con toda su familia en un piso de la calle de Carniceros. "Era el d¨ªa 14, despu¨¦s de las tres de la tarde", evoca ahora, "est¨¢bamos los cinco hermanos, mis padres y mi abuela, y la finca se vino abajo, con todos sus habitantes dentro, incluidos nosotros". Incre¨ªblemente, sobrevivieron. "De nuestro piso, el tercero, se cay¨® la parte que daba a los dormitorios, y por suerte nosotros est¨¢bamos en el comedor". "La escalera de la finca qued¨® en pie, y pudimos usarla para huir". "Hasta no hace tanto", recuerda Emilio, "a¨²n so?aba regularmente con eso".
"Yo pienso mucho en las personas que viv¨ªan en el cauce del r¨ªo", apunta Victoria Soria, una vecina que bajaba a jugar cerca de una zona de chabolas que fue eliminada definitivamente por la crecida del Turia. "Hab¨ªa muchos ni?os, ojal¨¢ que no murieran todos", dice. "En los pueblos con barrancos cerca tambi¨¦n se vio mucho malo", cuenta, a su vez, Conxa L¨¢zaro, que vivi¨® la crecida del 14 de octubre en B¨¦tera. "Dos hermanas gemelas jovencitas que no estaban bien corrieron y se metieron en un cuarto para huir de la tromba de agua", relata. "Las dos murieron. Una mujer corri¨® detr¨¢s de sus vacas para que no se le escaparan". "Apareci¨® muerta con las vacas". Otra gente muri¨® despu¨¦s, a consecuencia de enfermedades provocadas por la cat¨¢strofe. No se les sum¨® a la estad¨ªstica.
Luego, qued¨® el lodo. A veces, hasta dos, tres metros de un barro que los que lo tocaron describen "como alquitr¨¢n", y que pudr¨ªa hasta la ropa. "Ten¨ªa un olor que mareaba", dice Carmelo Mart¨ª, que fue voluntario para quitar el fango. Carlos Rodr¨ªguez, que tambi¨¦n quit¨® barro junto al Ej¨¦rcito -el cuerpo encargado de esa tarea- recuerda que, "aparte del impacto, hubo mucha excitaci¨®n: de golpe, dejabas de ser ni?o y te hac¨ªas hombre". "Era un paisaje como de guerra y de refugiados", dibuja. Algo que tard¨® demasiado en dejar de ser as¨ª.
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