Vuelve el 'botell¨®n'
En realidad no se ha marchado nunca. El botell¨®n ha estado presente durante todo este verano en las inmediaciones de las playas, en los lugares de veraneo y en aquellos espacios donde es posible la concentraci¨®n de j¨®venes. Pero ahora ha vuelto a las ciudades, sobre todo a aquellas en las que la afluencia de mayores de 14 a?os, que tienen la posibilidad de regresar a sus hogares a horas que en otro tiempo no ser¨ªan de recibo, se hace presente.
Miguel, un adolescente, trasnoch¨® por primera vez la semana pasada y regres¨® a su casa hecho unos zorros. No recuerda cuanto bebi¨®, ni si logr¨® divertirse. El caso es que sufri¨® un peque?o accidente al precitarse por un talud y acab¨® empapado en un regato maloliente. Sus padres est¨¢n indignados con el chaval, con sus amigos, con las autoridades, con los hosteleros y con la sociedad.
Lo acontecido a Miguel es un mal menor en comparaci¨®n con noticias como la muerte de dos adolescentes al regreso de un botell¨®n en Sarria, las denuncias de violaciones y abusos sexuales en los botellones de Vigo o los comas et¨ªlicos de Lugo. Los padres se solidarizan con la impotencia de las autoridades a la hora de controlar esta situaci¨®n pero no las excusan. Comprenden a los ciudadanos que protestan por el ruido y el resultado vand¨¢lico en los lugares donde tienen lugar los botellones. Aplauden a los servicios de limpieza. Pero no entienden c¨®mo se produce ese tr¨¢fico de alcohol ni los argumentos de los hosteleros. Tambi¨¦n les cuesta entender esta preferencia de los j¨®venes para divertirse.
En este fen¨®meno, como si de una asignatura multidisciplinar se tratara, intervienen muchas materias transversales. Primero, ?por qu¨¦ la familia consiente o se desentiende de sus responsabilidades educativas, de la vigilancia y control de los hijos? Segundo, ?es cierto que no existen otras alternativas l¨²dicas para esas edades? Los adolescentes aducen que la carest¨ªa de las copas en los establecimientos les obligan a buscarse la vida de este modo y, tambi¨¦n, que no tienen d¨®nde reunirse. Tercero, curiosamente la hosteler¨ªa protesta contra estas pr¨¢cticas porque les restan negocio. Cuarto, las autoridades s¨®lo tienen dos alternativas: prohibir o empujar la situaci¨®n hacia lugares lo menos molestos socialmente posibles, aguardando que, convertido el fen¨®meno en un mal menor, disminuya y desaparezca sin conflictos. Y quinto, est¨¢ claro que es necesaria una pol¨ªtica educativa urgente.
Sin la participaci¨®n de estos cinco factores ( familia, autoridades, hosteleros, educadores y los propios j¨®venes), el botell¨®n acabar¨¢ por convertirse en un fen¨®meno altamente peligroso. . Lo dif¨ªcil ahora es saber qui¨¦n le pone el primer cascabel al gato.
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