Paralelos
Vaya semanita ¨¦sta. El mi¨¦rcoles pasado se aprob¨® el texto de la llamada ley de la memoria hist¨®rica, que se debatir¨¢ pasado ma?ana en la comisi¨®n constitucional del Congreso. El viernes 12, d¨ªa de la fiesta nacional, antes llamado de la hispanidad o de la raza, se produjo la banderada o el banderazo del PP, esgrimido contra Zapatero para celebrar la "crisis nacional", tal como la defini¨® Aznar. Y ma?ana en La Moncloa el presidente espa?ol recibir¨¢ al lehendakari vasco para que ¨¦ste le presente formalmente su ultim¨¢tum sobre la autodeterminaci¨®n. Una vez m¨¢s, Zapatero se debate entre la espada y la pared, sometido al fuego cruzado de dos nacionalismos viscerales que se excluyen mutuamente. Pero m¨¢s all¨¢ de la quiz¨¢ casual coincidencia de fechas, en el pr¨®ximo encuentro entre Zapatero e Ibarretxe se deja traslucir un cierto paralelo entre sus posiciones respectivas, que les lleva a adoptar como imagen de marca no la figura de s¨®lo ante el peligro ni tampoco la de v¨ªctima inocente, pero s¨ª la equidistante de la tercera v¨ªa.
En el caso de Zapatero, as¨ª ha ocurrido, una vez m¨¢s, con el tortuoso v¨ªa crucis seguido en la tramitaci¨®n parlamentaria de la ley de memoria hist¨®rica. Quiz¨¢s escarmentado por las experiencias previas o prevenido en contra por el veto de sus socios de izquierda, el caso es que nunca hizo intentos serios para comprometer al PP en las negociaciones como primer partido de la oposici¨®n. Pero como tampoco quer¨ªa que la propaganda de la derecha radical lo satanizase como guerracivilista y contrario al esp¨ªritu de la Transici¨®n (que fue lo que finalmente termin¨® por suceder), intent¨® por todos los medios edulcorar la futura ley, a fin de que no tuviera consecuencias jur¨ªdicas que pudieran definirse como rupturistas o revolucionarias. Algo que fue rechazado l¨®gicamente por la izquierda republicana, empe?ada con toda raz¨®n en reparar judicialmente a las v¨ªctimas del franquismo.
De modo que finalmente la ley est¨¢ quedando un poco en agua de borrajas: es un quiero y no puedo que condena pol¨ªticamente pero no anula legalmente las sentencias franquistas. O sea, la tercera v¨ªa, a medio camino entre la derecha vencedora y la izquierda vencida. De ah¨ª que ERC se haya abstenido y el PP haya votado en contra. Es lo mismo que sucedi¨® con la reforma del nuevo Estatuto catal¨¢n: un ejercicio de funambulismo por la cuerda floja con equilibro inestable entre los dos extremos opuestos, para que parezca que se ocupa el centro equidistante o el fiel de la balanza en un juicio salom¨®nico.
Y salvadas todas las distancias que separan ambos casos, que son de signo pol¨ªticamente opuesto pues nada tiene que ver la autodeterminaci¨®n inconstitucional con la reparaci¨®n de los cr¨ªmenes de guerra, lo cierto es que algo parecido est¨¢ ocurriendo con la posici¨®n elegida por Ibarretxe al plantear el ultim¨¢tum de su "consulta popular". Tambi¨¦n ¨¦l afirma ocupar una tercera v¨ªa (el punto medio equidistante o el fiel de la balanza de la justicia) entre el espa?olismo constitucional del PP y el PSE y el independentismo violento de ETA y Batasuna. Una posici¨®n ¨¦sta que adem¨¢s le permite reivindicar como propio el espacio pol¨ªtico del centro moderado, lo que no deja de ser una falacia con evidentes fines electorales. Pero al hacerlo as¨ª, olvida Ibarretxe lo que le record¨® el l¨ªder de su partido Josu Jon Imaz antes de dimitir: el cambio de las reglas de juego s¨®lo puede hacerse por consenso transversal, lo que debe incluir tanto al PSE como al PP.
Pues bien, esta lecci¨®n de Imaz sobre el necesario consenso transversal tambi¨¦n se puede aplicar en paralelo al caso de la ley de la memoria hist¨®rica, entre otros varios an¨¢logos como el de las reformas constitucionales o estatutarias. La equidistancia de la tercera v¨ªa no basta, pues resulta excluyente. Para cambiar leg¨ªtimamente las reglas de juego hay que incluir a todas las formaciones representativas por consenso transversal. Y el PP lo es, pues representa a cerca de nueve millones de espa?oles. Una ley de la memoria que no les incluya carecer¨¢ de suficiente legitimidad pol¨ªtica y no ser¨¢ bien respetada.
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