Ungers
Nos ha llegado la mala noticia de la muerte del arquitecto Oswald Mathias Ungers, reconocido a la vez como un maestro incuestionable dentro de los avatares de la arquitectura contempor¨¢nea y como una referencia ins¨®lita y quiz¨¢ marginal dentro de las modas de las ¨²ltimas generaciones. Casi podemos decir que se hab¨ªa quedado solo defendiendo algunas de las matrices originales del Movimiento Moderno, a pesar de que su obra ha estado siempre presente en las controversias sobre la teatralidad excesiva de la arquitectura y la necesidad de mantener la austeridad y la pureza compositiva, la radicalidad geom¨¦trica, la coherencia formal y funcional, la simplificaci¨®n tipol¨®gica, la abstracci¨®n discreta, tal como hab¨ªa ense?ado Leon Battista Alberti. Toda su obra -"el edificio purificado por la geometr¨ªa"- se puede interpretar como un apasionado manifiesto de esos principios program¨¢ticos y es pr¨¢cticamente imposible juzgarla sin tenerlos en cuenta. Muchos arquitectos j¨®venes consideran a Ungers simplemente como un acontecimiento que ya no est¨¢ a la moda. Y llevan raz¨®n en alg¨²n aspecto: est¨¢ fuera, muy fuera de las modas actuales porque se ha esforzado en mantenerse contra la deformaci¨®n de la teatralidad banal. El Museo de Arquitectura y el conjunto monumental de la Feria de Francfort, la ¨²ltima ampliaci¨®n de la Feria de Berl¨ªn, la casa que construy¨® como residencia propia en Colonia, pero sobre todo sus abundantes proyectos relacionados con entornos urbanos comprometidos, son ejemplos de c¨®mo unos principios metodol¨®gicos y una fortaleza moral logran neutralizar incluso los intentos expresivos, las posibles veleidades de la forma. As¨ª, su estilo formal, su lenguaje, est¨¢ voluntariamente reducido a muy pocas palabras y muy pocos sintagmas: la caja rectangular, la composici¨®n basada en la autonom¨ªa de la ventana dentro del plano murario, las distintas formas cupulares en sucesi¨®n de rect¨¢ngulos, el protagonismo gr¨¢fico del cuadrado y las divisiones en cruz, etc¨¦tera. Con estos simples instrumentos estil¨ªsticos -m¨¢s complejos de lo que pueda deducirse de su simple enumeraci¨®n- ha podido proyectar obras con diverso y hasta contradictorio contenido art¨ªstico. Y ese repertorio tan escueto ha tenido una evidente influencia en diversos episodios de la arquitectura contempor¨¢nea, en la b¨²squeda de expresiones nuevas, ligadas, no obstante, a las afirmaciones pioneras del racionalismo, pero tambi¨¦n a las tradiciones compositivas y metodol¨®gicas de la gran arquitectura, que, seg¨²n Ungers, debe ser "la expresi¨®n de la universalidad espacial". Esa arquitectura que -como dec¨ªa Semper y como recuerda reiteradamente Ungers- s¨®lo puede atender a dos tipos normativos fundamentales: la tienda y la cueva. Es decir, el Parten¨®n y el Pante¨®n, para resumirlo en dos monumentos incuestionables, dos esquemas, aunque nunca modelos directos.
Seguramente la poca aceptaci¨®n de la obra de Ungers en la cultura y en la propaganda medi¨¢tica se debe a que la sobriedad estil¨ªstica exigida por el manifiesto program¨¢tico y conceptual previamente impuesto no daba margen a descripciones aparentemente imaginativas, a invenciones creativas. Cada nueva obra de Ungers se parec¨ªa en alg¨²n aspecto a las anteriores y todo el mundo pod¨ªa ya presuponer el ritmo de cuadrados, la volumetr¨ªa rectangular, la repetici¨®n infinita del m¨®dulo. Y ha sido a veces dif¨ªcil e intrincado descubrir las sucesivas sutilezas del dise?o o incluso la presencia de un gusto personal. La obra de Ungers quiz¨¢s no tiene ni gusto ni car¨¢cter, ni subraya s¨ªmbolos o contenidos porque intenta -a veces con atisbos de ingenuidad- ser esencial. No es ¨¦ste el momento de desmenuzar las caracter¨ªsticas de su estilo y su influencia en otros movimientos. Pero no parece equivocado recordar c¨®mo ha influido en ciertos gestos formales de algunas derivaciones de la Tendenza, de la pl¨¦yade de los pretendidos minimalistas o de los grupos centroeuropeos que se esfuerzan en el protagonismo expresivo del volumen s¨®lido por encima del detalle ornamental del dise?o.
Ahora, con su desaparici¨®n, es posible que su legado se vaya interpretando de manera m¨¢s ¨²til. Es decir, introduci¨¦ndolo en el debate cr¨ªtico que ya se ha iniciado contra la valoraci¨®n teatral y la justificaci¨®n del bricolaje fragmentario -la referencia es del propio Ungers- en la arquitectura monumental m¨¢s reciente. As¨ª como hace unos a?os algunos elementos sint¨¢cticos de sus obras influenciaron distintas corrientes europeas que intermediaban entre el posmoderno y el neo-racionalismo, quiz¨¢ ahora apreciaremos mejor la actualidad de sus principios morales y program¨¢ticos. La importancia de Ungers se focaliza mejor en estos principios que en sus consecuencias estil¨ªsticas.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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