Otra balsa de piedra
Las v¨ªas especiales son peligrosas. Lo saben los alemanes, que dieron con el nombre: Sonderweg, la v¨ªa alemana, que llevaba a alejarse de la democracia y del parlamentarismo europeos y ensimismarse en una construcci¨®n pol¨ªtica propia que condujo a donde todos sabemos. Tambi¨¦n lo conocemos los espa?oles: el aislamiento y la autarqu¨ªa, la democracia org¨¢nica y esa Espa?a unitaria y cat¨®lica que todav¨ªa hoy despierta a?oranzas en algunos. Incluso la excepci¨®n francesa, formateada por el gaullismo, no deja de ser una v¨ªa especial, tambi¨¦n obsoleta, pero compatible con la democracia y la construcci¨®n europea. Ahora tenemos dos casos bien n¨ªtidos de v¨ªas especiales en dos grandes pa¨ªses en distintas fases de desarrollo: Putin ha despegado ya en la Sonderweg granrusa, que quisiera reapropiarse de su vieja ¨¢rea de influencia y aspira a competir con Estados Unidos en la hegemon¨ªa sobre su mundo m¨¢s pr¨®ximo; y Turqu¨ªa se debate entre las fuerzas centr¨ªpetas que la conducen hacia Europa y las centr¨ªfugas que la catapultan hacia otras esferas y alianzas, en direcci¨®n a Mosc¨², Teher¨¢n, o incluso Pek¨ªn.
La luz verde casi un¨¢nime del Parlamento turco para la invasi¨®n militar del Kurdist¨¢n iraqu¨ª es el ¨²ltimo paso de esta deriva que aleja a Ankara de Bruselas y la sit¨²a a tiro de la Alianza de Shanghai, esa organizaci¨®n de cooperaci¨®n econ¨®mica, militar y policial de ¨¢mbito asi¨¢tico que no pregunta por derechos humanos ni por el Estado de derecho, pero cuenta entre miembros y socios observadores a una tercera parte de la humanidad. El paso que ha hecho Erdogan no significa que la invasi¨®n sea inevitable. De momento responde a la indignaci¨®n que ha causado la muerte de quince soldados en manos de los guerrilleros kurdos del PKK y alivia la tensi¨®n dentro de un estamento militar laicista y nacionalista que acumula las afrentas. Los militares turcos quisieran tener manos libres para atacar el problema kurdo, les desagrada el velo que lucen las esposas de los jerarcas del Gobierno y se sienten ofendidos por la iniciativa del congreso norteamericano sobre el genocidio armenio de hace 92 a?os. Esta casta militar anta?o atlantista y proamericana se halla ahora en las ant¨ªpodas de lo que ha sido toda su trayectoria desde hace 50 a?os: "Las relaciones con Estados Unidos nunca ser¨¢n como antes", dice uno de ellos.
El presidente Bush ha captado esta vez la gravedad de la situaci¨®n y ha salido al paso para que quede clara la distinci¨®n entre principios e intereses que sus neocons ahora en retirada han venido negando durante a?os. Claro que hubo unas matanzas en masa de armenios en manos de los J¨®venes Turcos entre 1915 y 1917 durante la I Guerra Mundial. Claro que hubo limpieza ¨¦tnica -v¨¦ase cu¨¢ntos armenios han quedado- y hubo genocidio. Claro que fue un Holocausto premonitorio de lo que se ven¨ªa encima en aquel siglo XX que arrancaba a sangre y fuego. Pero ahora no toca: la integridad de Irak y el apoyo turco a las tropas americanas en el pa¨ªs ¨¢rabe son m¨¢s importantes. Ser¨ªa una irresponsabilidad que el mismo presidente que ha impelido a los europeos a aceptar a Turqu¨ªa ahora no frenara una declaraci¨®n puramente simb¨®lica que disgusta y humilla a sus fr¨¢giles aliados. No hace falta a?adir nuevos agravios a los que ya han recibido los turcos en los ¨²ltimos a?os. Ya lo fue la incorporaci¨®n de Chipre a la UE despu¨¦s de un refer¨¦ndum para unificar la isla en el que quienes se portaron bien y aceptaron el plan de Naciones Unidas fueron los turco-chipriotas y quienes lo rechazaron y no recibieron castigo, al contrario, fueron los greco-chipriotas. Y lo han sido los devaneos europeos en las negociaciones de ingreso y, sobre todo, la cabalgada antiturca de Nicolas Sarkozy, proamericano en todo menos en esto, y vencedor en las elecciones presidenciales con el anuncio del portazo en las narices de Ankara.
Turqu¨ªa est¨¢ rompiendo amarras con Europa y ahora lo est¨¢ haciendo con EE UU. Washington est¨¢ reaccionando sensatamente, por la cuenta que le trae en su desastroso negocio de Irak. Pero en el largo plazo quien m¨¢s se juega en este envite es esa Europa callada o sin voz propia, porque el tablero donde se mueve la pieza turca es el de su inmediato entorno estrat¨¦gico. La UE no debe permitir que esta balsa de piedra todav¨ªa amarrada en nuestros muelles se adentre hacia Asia y desequilibre, como un cayuco ante un golpe de mar, nuestro entero continente.
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