Pensar la m¨²sica
L a m¨²sica ha sido objeto permanente de pensamiento desde Pit¨¢goras y Plat¨®n, pero no fue hasta la aparici¨®n del movimiento Rom¨¢ntico, a finales del siglo XVIII, que se convirti¨® en fecunda materia de especulaci¨®n como nunca antes se hab¨ªa conocido. Pensar la m¨²sica ha sido desde entonces ejercicio recurrente de fil¨®sofos, pensadores y de los propios m¨²sicos, cuyos escritos frecuentemente han precedido a sus partituras. Para el fil¨®sofo Eugenio Tr¨ªas, que acaba de publicar El canto de las sirenas (Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores), y para el m¨²sico, ensayista y poeta Ram¨®n Andr¨¦s, que a finales de noviembre publicar¨¢ El mundo en el o¨ªdo (Acantilado), la m¨²sica es tema inagotable de reflexi¨®n.
"El gran m¨¦rito de la m¨²sica del siglo XX ha sido el hallazgo de nuevos horizontes del timbre"
"La gente tiene necesidad de que la m¨²sica les penetre. Y la m¨²sica tiene esa capacidad, ese poder"
"La m¨²sica de gran consumo ha quedado atrapada en las modas y la culta ha quedado relegada"
PREGUNTA. San Agust¨ªn se preguntaba en el siglo IV qu¨¦ era la m¨²sica. ?Qu¨¦ es en su opini¨®n?
EUGENIO TR?AS. Existe una definici¨®n t¨®pica que dice que la m¨²sica es el arte de organizar los sonidos que provoca emociones en quien la escucha. Pero yo rompo una lanza tambi¨¦n por la inteligencia. La m¨²sica tiene valor de conocimiento. A m¨ª me permite conocer de una manera distinta de como conozco a trav¨¦s de la literatura o la filosof¨ªa.
RAM?N ANDR?S. Estoy de acuerdo. La m¨²sica debe ser una forma de conocimiento.
P. Una forma de conocimiento no siempre valorado.
R. A. Cierto. Un cuadro de Joan Mir¨® se pagar¨¢ siempre much¨ªsimo m¨¢s que el Quinteto de viento de Arnold Sch?nberg, por ejemplo. La m¨²sica es un arte que ha participado de la sociedad, ha sido aceptado, pero no es valorado porque, aunque tiene presencia, es inmaterial, y porque es inaprensible, no vale nada.
E. T. Pero s¨ª tiene un valor espiritual. Llevo a?os reivindicando la noci¨®n de espiritual y por muchas cr¨ªticas que reciba creo que es muy importante. Soy una persona de una cierta religiosidad y es la m¨²sica la que me la suscita, no las otras artes. Me comunica con una cierta trascendencia. Luego, tambi¨¦n los poderes terrenales intentan organizar ah¨ª su iglesia, pero la m¨²sica responde y la humanidad desde que existe ha estado acompa?ada con esta inquietud.
R. A. Y no hay que olvidar su poder terap¨¦utico. Desde los pitag¨®ricos, pero tambi¨¦n en la India, en las culturas africanas, los chamanes siberianos
..., desde tiempos inmemoriales se ha curado con m¨²sica. Es verdad que algunos tomaban plantas alucin¨®genas, pero entraban en trance tambi¨¦n por el sonido, porque el sonido es energ¨ªa, y eso se ha olvidado.
E. T. Yo he sufrido una grave enfermedad no hace mucho tiempo y reconozco que a m¨ª la m¨²sica me fue muy bien. Ha sido absolutamente curativo para m¨ª tener cerca a un compositor. Evidentemente buscaba compositores que no fueran muy elegiacos, ni melanc¨®licos.
P. Estos valores de la m¨²sica, ?no han pasado a un segundo plano en nuestra cultura, la occidental, eminentemente visual?
R. A. Existe una p¨¦rdida de identidad cultural, espiritual, del o¨ªdo frente a la imagen. Los grandes compositores medievales y renacentistas sab¨ªan que el sonido era algo que se mov¨ªa, que ten¨ªa una entidad propia. Pero cuando se encerr¨® el sonido en esa caja que es una sala de conciertos, donde la m¨²sica debe tener una personalidad como discurso pero no como sonoridad, fue donde el o¨ªdo se perdi¨®, se entumeci¨® y ensordeci¨®. La gran aportaci¨®n de la m¨²sica contempor¨¢nea ha sido darse cuenta de que el sonido tiene mucha importancia, de que la espacialidad de la m¨²sica no tiene por qu¨¦ discurrir en un tiempo cronol¨®gico. La m¨²sica contempor¨¢nea viaja por zonas del individuo que no eran conocidas. Era necesario limpiar el o¨ªdo, pensar que la m¨²sica no siempre tiene que producirse en una duraci¨®n determinada, que no es una ret¨®rica ni una morfolog¨ªa del lenguaje hablado y que no tiene por qu¨¦ tener necesariamente una deuda tan importante con el melodrama.
E. T. M¨¢s que el cuestionamiento de la tonalidad, que siempre se pone en un primer plano, el gran m¨¦rito de la m¨²sica del siglo XX ha sido el hallazgo de nuevos horizontes del timbre. El descubrimiento del acorde t¨ªmbrico, incluso usos nuevos de los instrumentos.
R. A. Hay que recuperar la importancia que ten¨ªa el sonido, el o¨ªdo, en el principio de los tiempos.
P. ?C¨®mo puede hacerse esa recuperaci¨®n si la m¨²sica del siglo XX, la que llamamos m¨²sica contempor¨¢nea, es precisamente la que parece estar m¨¢s alejada del oyente?
E. T. Eso sucede porque el oyente est¨¢ acostumbrado a unos c¨®digos y ya tiene una horma auditiva. La m¨²sica del siglo XX es producto de una reacci¨®n, del cansancio, del hartazgo de toda esa m¨²sica que durante los ¨²ltimos siglos de nuestra cultura se ha llenado de autobiograf¨ªa hasta llegar a la asfixia. Escuchar la m¨²sica contempor¨¢nea requiere en ocasiones del esfuerzo del oyente. No se te entrega f¨¢cilmente, pero las mejores seducciones no son las que se entregan de inmediato, hay que conquistarlas.
R. A. En el siglo XX la m¨²sica entr¨® en una fase de una enorme audacia, por ejemplo el cuestionamiento de la tonalidad, la entrada en otras formas de entendimiento del concepto mismo de la materia sonora, la especificaci¨®n de todos los par¨¢metros musicales, la labor en este sentido interesant¨ªsima de todos los serialistas, de las escuelas de la segunda posguerra. Pero tambi¨¦n creo que lo que ha dado dramatismo a la historia de la m¨²sica es que se ha exacerbado la fuerza, el control del poder p¨²blico, econ¨®mico sobre todo; del capitalismo, en definitiva.
P. ?Al negocio de la m¨²sica?
E. T. S¨ª, a unos niveles muy rudos y con m¨²sicas muy rudimentarias. Pero en este mundo nuestro desquiciado, entend¨¢monos, el capitalismo, esos espect¨¢culos en grandes explanadas con cosas horrendas tambi¨¦n tienen elementos aut¨¦nticos. Porque la gente tiene necesidad de que la m¨²sica les penetre. Y la m¨²sica tiene esa capacidad, ese poder.
R. A. Es muy bonito esto que dices. Hay autores que cre¨ªan que la m¨²sica penetraba por los poros del cuerpo.
E. T. El mismo Plat¨®n pensaba que entraba en el h¨ªgado.
R. A. En el h¨ªgado, f¨ªjate, esto es bonito pensarlo.
P. La m¨²sica parece haberse disociado en el siglo XX del resto de las artes. ?A qu¨¦ se debe?
R. A. En la m¨²sica del siglo XX los argumentales se han vuelto mucho m¨¢s complejos, han cambiado, y ah¨ª es donde encontramos un panorama fascinante con los grandes m¨ªsticos del sonido, los espectralistas, el ¨²ltimo John Cage o Morton Feldman. Todos ellos son l¨ªricos, hacen poes¨ªa. Nos hallamos en un momento muy fascinante y fecundo, de nuevos horizontes en la argumentaci¨®n musical. Ocurre, sin embargo, que mientras en otras artes, como la pintura, la arquitectura, el teatro o la literatura ha habido una especie de integraci¨®n y acomodo natural en las estructuras de la modernidad, incluso en las formas institucionales y de poder econ¨®mico que la constituyen, y llegan al p¨²blico, la m¨²sica topa con los poderes terrenales, que se inclinan por un tipo de m¨²sica, la de la cultura de masas, de una calidad dudosa, aunque de vez en cuando haya destellos y despuntes.
P. ?Se refiere al pop y al rock?
R. A. S¨ª. Del rock y el pop en adelante, que quiz¨¢ tuvieron unos inicios creadores, pero que luego los propios poderes terrenales han devorado. Y est¨¢ tambi¨¦n la m¨²sica de una cierta cultura, pero que no es una cultura innovadora ni avanzada, sino que m¨¢s bien es una cultura de conservaci¨®n pero que despierta todav¨ªa mucho inter¨¦s, como es el caso de la ¨®pera italiana, la de Wagner, los festivales de verano de Salzburgo o Bayreuth, con todo su star system, que es m¨¢s de int¨¦rpretes y directores de orquesta que de compositores. La m¨²sica realmente innovadora, y en Espa?a, donde todo se agrava, m¨¢s, est¨¢ en un estado de bastante desprotecci¨®n. Los buenos compositores no tienen el reconocimiento que necesitan y merecen, ni el apoyo p¨²blico que se requerir¨ªa en ¨¢mbitos donde deber¨ªa regir la excepci¨®n cultural. La m¨²sica no ha logrado todav¨ªa la integraci¨®n que tienen las otras artes. Ha quedado arrinconada. En parte por la propia tendencia que tienen los m¨²sicos a una cierta autoprotecci¨®n l¨®gica y porque la musicolog¨ªa ha sido a veces muy herm¨¦tica, pero tambi¨¦n porque como es un mundo dif¨ªcil muchos pensadores y gente de la cultura tienen miedo a penetrar en este terreno.
E. T. Hay conceptos que se manejan mal, por ejemplo, los de minor¨ªa o elitismo. Lo negativo es una cierta cultura de masas dictatorial, que marca desp¨®ticamente las directrices de la sensibilidad, el pensamiento y el gusto.
P. ?La cultura que marca las modas y tendencias musicales?
E. T. Exacto. El ¨ªndice de audiencia como ¨²nico referente.
R. A. Al precio que sea.
E. T. La m¨²sica de gran consumo ha quedado atrapada en estas modas. No quiere decir esto que la m¨²sica que nos interesa, la m¨²sica culta, haya perecido, pero s¨ª que ha quedado seriamente relegada, aunque ahora yo tambi¨¦n creo que el futuro est¨¢ en ella.
R. A. Hombre, el futuro siempre ha estado en esta m¨²sica que es minoritaria.
P. ?La cl¨¢sica siempre ha sido una m¨²sica minoritaria?
R. A. Hay un dato objetivo. En su momento de decadencia, Mozart, que ya estaba enfermo, organizaba ¨¦l las audiciones de sus propios conciertos para piano. Los escrib¨ªa, vend¨ªa las entradas y los tocaba. Est¨¢ documentado que la vez que m¨¢s entradas vendi¨® fueron 174. Ah¨ª qued¨® un concierto de Mozart. Por tanto, la m¨²sica culta nunca ha sido popular, siempre se ha movido en estas 174 entradas de Mozart. El caso de Verdi, que es otra historia, est¨¢ ligado a movimientos sociales y es puntual.
E. T. Este caso coincide con un momento espectacular de Italia, el resorgimento y la lucha contra los austr¨ªacos y el Vaticano. Y cantan el Nabuco, que tiene una funci¨®n subversiva, y se convierte en un himno nacional, aupando de paso tambi¨¦n a Verdi. Pero es un caso muy puntual, en el siglo XX es dif¨ªcil encontrar algo similar.
P. ?Tiene ideolog¨ªa la m¨²sica?
R. A. La m¨²sica ha estado al servicio de las ideolog¨ªas.
E. T. Le ocurre como a todo. Las cosas buenas atraen a los peores socios. Ha ocurrido con la religi¨®n y con la m¨²sica tambi¨¦n. La m¨²sica, adem¨¢s, tiene que ver con lo m¨¢s irracional, con las matem¨¢ticas y con desatar las m¨¢s bajas pasiones. Y puede servir para una ceremonia de campos de concentraci¨®n y de hornos crematorios o para marchas militares de todo orden.
R. A. La m¨²sica es una excelente transmisora de ideas, de ah¨ª el apoyo que le dio la iglesia. La gran defensa del primer cristianismo se fundament¨® en la m¨²sica, en utilizarla para propagar sus ideas. Y actualmente sirve a los intereses del consumo, a la cultura de masas.
P. ?C¨®mo ven musicalmente Espa?a?
E. T. Tuvo su momento, en la ¨¦poca de las catedrales.
R. A. La gran m¨²sica espa?ola se termin¨® a principios del siglo XVII con Tom¨¢s Luis de Victoria.
E. T. Espa?a se ha mantenido en literatura hasta Francisco de Rojas y Calder¨®n de la Barca, en pintura hasta los disc¨ªpulos de Vel¨¢zquez, Goya ya es un fen¨®meno completamente extempor¨¢neo, pero en filosof¨ªa y en m¨²sica se acaba con Francisco Su¨¢rez y con De Victoria, respectivamente. Y entonces hay que dar, como siempre ocurre en este pa¨ªs traum¨¢tico, un salto mortal hasta los nacionalismos, con Pedrell como maestro de Manuel de Falla, Enrique Granados e Isaac Alb¨¦niz. Y, para dar un mensaje esperanzado, dir¨¦ que actualmente hay una muy buena generaci¨®n joven de compositores que rondan los 70 a?os. Porque, adem¨¢s, el reconocimiento es muy tard¨ªo, y en Espa?a todav¨ªa m¨¢s. Mire, tengo una tesis personal de este pa¨ªs. Sale de una Guerra Civil que divide a la sociedad, y ¨¦sta es una herida que todav¨ªa tenemos. Y se da un pacto t¨¢cito de todos en una sola cosa: salir del hambre. Pero no ha habido ese mismo pacto en la educaci¨®n y la cultura. Ahora, Espa?a es un pa¨ªs enriquecido, pero los niveles culturales son muy bajos. Y la m¨²sica, que no tiene tradici¨®n, se resiente.
Una antigua pasi¨®n
EN LA VIDA de Eugenio Tr¨ªas (Barcelona, 1942) la m¨²sica fue antes que la filosof¨ªa. Y eso que su entorno familiar no fue muy musical, pese a que su madre tocaba el piano, "de rutina", afirma ¨¦l. Hijo mayor de una familia numerosa de las de antes, con las se pod¨ªa formar la alineaci¨®n de un equipo de f¨²tbol sin salir de casa, Eugenio sinti¨® pronto la necesidad de aislarse de su ruidosa tropa de hermanos y a los 11 a?os se encerraba en su habitaci¨®n, donde encontraba la paz a trav¨¦s de la m¨²sica cl¨¢sica que sonaba en la radio. As¨ª conoci¨® a Mozart, Beethoven, Chopin, Schumann..., todos los grandes compositores del diccionario de la m¨²sica desfilaban por el receptor y luego ¨¦l los buscaba en los libros de biblioteca para saber m¨¢s de aquellos nombres, casi siempre alemanes, que tanto le emocionaban. Estudi¨® incluso solfeo y piano para saber m¨¢s, pero a la hora de la verdad dej¨® a ese amor juvenil a un lado y se cas¨® con la filosof¨ªa.
Pero ya se sabe que los amores juveniles siempre dejan huella, y en la obra filos¨®fica de Eugenio Tr¨ªas la m¨²sica ha sido tema recurrente, a veces de forma m¨¢s evidente, como en Drama e identidad (1974), donde realiza un an¨¢lisis comparativo entre la estructura dram¨¢tica y la sonata, o en El artista y la ciudad (1975), y otras m¨¢s soterradas. Ahora, con El canto de las sirenas (Galaxia Gutenberg/C¨ªrculo de Lectores), recorre 400 a?os de historia de la m¨²sica fusionando en un ensayo de 1.000 p¨¢ginas su pasi¨®n musical con la filosof¨ªa. L. M.
M¨²sico, poeta y ensayista
ASEGURA QUE a trav¨¦s de la m¨²sica, del sonido, empez¨® a entender y conocer el mundo y que todav¨ªa ahora, transcurrido el tiempo, le sigue sirviendo tanto o m¨¢s que al principio. Y al sonido, la m¨²sica, la poes¨ªa y la escritura dedica Ram¨®n Andr¨¦s (Pamplona, 1955) su vida; la vida de un "estudioso, un apasionado de la m¨²sica", como ¨¦l la define. En otra ¨¦poca fue cantante, pero tras una d¨¦cada recorriendo los escenarios europeos interpretando m¨²sica antigua, su especialidad, abandon¨® la vida itinerante para dedicarse a los libros, a leerlos y escribirlos alejado del mundanal ruido.
Alumno de Jos¨¦ Manuel Blecua Teijeiro en la Universidad de Barcelona, aprendi¨® de ¨¦l el gusto por la lectura que tanto le apasiona, y, sobre todo, a reflexionar sobre los movimientos est¨¦ticos. Ejercicio, el de reflexionar, que le ha convertido en exquisito poeta -Imagen de mudanza (1987), La l¨ªnea de las cosas (1992) y La amplitud del l¨ªmite (2000)- y erudito ensayista, con obras que analizan desde la poes¨ªa barroca al suicidio, cuya historia escribi¨® despu¨¦s de que un amigo suyo se quitara la vida.
Pero la m¨²sica es la ni?a de sus ojos, y al monumental Diccionario de instrumentos musicales (2001), a su biograf¨ªa de Mozart (2003) y a su espl¨¦ndido ensayo sobre Bach, a trav¨¦s de su biblioteca, le sigue ahora la gu¨ªa de divulgaci¨®n El oyente infinito (DVD Ediciones) y el erudito ensayo El mundo en el o¨ªdo. El nacimiento de la m¨²sica en la cultura (Acantilado), de pr¨®xima aparici¨®n. L. M.
De Adorno a Stravinski: una bibliograf¨ªa b¨¢sica
?sta es la bibliograf¨ªa b¨¢sica que Eugenio Tr¨ªas y Ram¨®n Andr¨¦s proponen para pensar la m¨²sica.Theodor W. Adorno. Sobre la m¨²sica (Paid¨®s, 2002) y Escritos musicales, 3 vol¨²menes (Akal, 2006). Ambos son buenos para conocer la m¨²sica centroeuropea y los problemas formales de la tonalidad.
John Blacking. ?Hay m¨²sica en el hombre? (Alianza, 2006). Estudio antropol¨®gico sobre el impulso musical del ser humano.
Pierre Boulez. Puntos de referencia (Gedisa, 1984, tercera reimpresi¨®n, 2001). Texto fundamental para conocer la m¨²sica contempor¨¢nea.
John Cage. Silencio: conferencias y escritos (Ardora, 2002). Magn¨ªfico libro para conocer los distintos lenguajes de la m¨²sica.
Carl Dahlhaus. Est¨¦tica de la m¨²sica (Reichenberger, 1996), Fundamentos de la historia de la m¨²sica (Gedisa, 1997) y La idea de la m¨²sica absoluta (Idea Books, 1999). Espl¨¦ndidos libros de an¨¢lisis hist¨®rico y est¨¦tico que son el paradigma de la aproximaci¨®n a la m¨²sica absoluta.
Enrico Fubini. Est¨¦tica de la m¨²sica (Machado Libros, 2002), M¨²sica y lenguaje en la est¨¦tica contempor¨¢nea (Alianza, 2004), El siglo XX: entre m¨²sica y filosof¨ªa (Universidad de Valencia, 2004), La est¨¦tica musical desde la antig¨¹edad hasta el siglo XX (Alianza, 2005). Autor b¨¢sico que ofrece una exposici¨®n magistral y sutil que supone un contrapunto a los criterios de Adorno.
Antoine Hennion. La pasi¨®n musical (Paid¨®s, 2002). B¨¢sico como introducci¨®n en la percepci¨®n musical y el efecto en el oyente.
Vlad¨ªmir Jank¨¦levitch. La m¨²sica y lo inefable (Alpha Decay, 2005). Autor que ayuda a escuchar sonoridades menos raciones que las que propone Adorno.
Peter Kivy. Nuevos ensayos sobre la comprensi¨®n musical (Paid¨®s, 2005). Una revisi¨®n sobre el papel de la m¨²sica en las formas del saber y el intelecto.
John Neubauer. Emancipaci¨®n de la m¨²sica (Machado Libros, 1992). Excelente an¨¢lisis sobre la independencia del lenguaje musical y la demostraci¨®n de la ruptura con las antiguas formas.
Walter F. Otto. Las musas y el origen divino del canto y del habla (Siruela, 2005). Apasionante y erudito estudio sobre el origen de la m¨²sica.
Pierre Schaeffer. Tratado de los objetos musicales (Alianza, 2003). Un cl¨¢sico sobre los conceptos musicales y su incidencia sociol¨®gica.
Marius Schneider. El origen musical de los animales-s¨ªmbolos en la mitolog¨ªa (Siruela, 1998). Magn¨ªfica exposici¨®n del origen sagrado de la m¨²sica.
Arnold Sch?nberg. El estilo y la idea (Idea Books, 2005). Ideario de la nueva m¨²sica.
Anthony Storr. La m¨²sica y la mente (Paid¨®s, 2002). An¨¢lisis sobre la recepci¨®n del sonido, su acci¨®n sobre la mente y su transformaci¨®n en emociones.
?gor Stravinski. Po¨¦tica musical (Acantilado, 2006). Comentario sobre la forma, la evoluci¨®n del lenguaje y el papel del compositor.
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